Fuente: Teatro Fernán Gómez.
En un moderno despacho, una joven abogada recibe a Otelo, un rico negro (o moro) que confiesa haber estrangulado a su mujer y viene en pos de ayuda.
La abogada empieza a plantear los pros y contras de la posible defensa y, para empezar, le recomienda a Otelo que niegue haber matado a su mujer, “pero es que yo la he matado, esa es la verdad”, “¿y qué me importa a mí la verdad?, responde no tan cínicamente la abogada, “lo que me importa es la sentencia del juez”.
Y de pronto, con la magia que impregna todo buen teatro, aparecen en escena, sin solución de continuidad, salvo por los ropajes de época, los personajes de la extraordinaria tragedia shakespeariana que van enhebrando las escenas principales del drama, con un Otelo en, digamos, doble papel, personaje de Paso y del bardo inglés.
La trama se trenza con pasmosa naturalidad entre ambas acciones, la contemporánea y la canónica, merced al buen hacer de un texto excelente y de unos actores verdaderamente implicados, responsables de una actuación memorable que levantó al público de sus asientos en los largos aplausos finales.
La abogada empieza a plantear los pros y contras de la posible defensa y, para empezar, le recomienda a Otelo que niegue haber matado a su mujer, “pero es que yo la he matado, esa es la verdad”, “¿y qué me importa a mí la verdad?, responde no tan cínicamente la abogada, “lo que me importa es la sentencia del juez”.
Y de pronto, con la magia que impregna todo buen teatro, aparecen en escena, sin solución de continuidad, salvo por los ropajes de época, los personajes de la extraordinaria tragedia shakespeariana que van enhebrando las escenas principales del drama, con un Otelo en, digamos, doble papel, personaje de Paso y del bardo inglés.
La trama se trenza con pasmosa naturalidad entre ambas acciones, la contemporánea y la canónica, merced al buen hacer de un texto excelente y de unos actores verdaderamente implicados, responsables de una actuación memorable que levantó al público de sus asientos en los largos aplausos finales.
Orfebrería teatral
La sala Jardiel estaba medio llena (digámoslo con optimismo) y me dio pena pensar que habrá amantes del teatro que se están perdiendo esta joya engastada en una sala del centro de Madrid: un verdadero trabajo de orfebrería teatral, una revisitación del drama shakespeariano y una actualización de sus pulsiones y fuerzas sin falsas pseudomoderneces, tan del uso en ciertos adaptadores que “usan” el nombre del clásico para prostituirlo con sus delirios.
Como digo, el texto es impecable, la mirada moderna del Otelo que pide ayuda para solventar su culpa con la representación de la médula esencial del texto original cohonestan extraña y entusiásticamente bien.
La labor de todos los actores es excepcional, una abogada pizpireta e inteligente, cínica y pragmática, puesta en escena por la fenomenal Ana Azorín, a quien ya hemos visto en otras obras de Paso, un Yago contenido, austero, eficaz y preciso en su venganza; extraordinario Jorge Machín, una Desdémona delicada, ingenua, inocente en su belleza blanca y derramada, Inés Kerzan, etc.
Vaya mi aplauso para todo el elenco y mi enhorabuena a Ramón Paso, biznieto del gran dramaturgo que da nombre a esta sala, a quien hemos seguido en su proyección y talento con esta misma compañía tan bien armada.
Quedan pocas funciones, les aseguro que la obra merece que se cuelgue el más bello de los carteles, el que indica que "No hay entradas". El cielo de atardecida madrileño, velazqueño, les recibirá arrebolado.
La sala Jardiel estaba medio llena (digámoslo con optimismo) y me dio pena pensar que habrá amantes del teatro que se están perdiendo esta joya engastada en una sala del centro de Madrid: un verdadero trabajo de orfebrería teatral, una revisitación del drama shakespeariano y una actualización de sus pulsiones y fuerzas sin falsas pseudomoderneces, tan del uso en ciertos adaptadores que “usan” el nombre del clásico para prostituirlo con sus delirios.
Como digo, el texto es impecable, la mirada moderna del Otelo que pide ayuda para solventar su culpa con la representación de la médula esencial del texto original cohonestan extraña y entusiásticamente bien.
La labor de todos los actores es excepcional, una abogada pizpireta e inteligente, cínica y pragmática, puesta en escena por la fenomenal Ana Azorín, a quien ya hemos visto en otras obras de Paso, un Yago contenido, austero, eficaz y preciso en su venganza; extraordinario Jorge Machín, una Desdémona delicada, ingenua, inocente en su belleza blanca y derramada, Inés Kerzan, etc.
Vaya mi aplauso para todo el elenco y mi enhorabuena a Ramón Paso, biznieto del gran dramaturgo que da nombre a esta sala, a quien hemos seguido en su proyección y talento con esta misma compañía tan bien armada.
Quedan pocas funciones, les aseguro que la obra merece que se cuelgue el más bello de los carteles, el que indica que "No hay entradas". El cielo de atardecida madrileño, velazqueño, les recibirá arrebolado.
Referencia:
Obra: Otelo a Juicio.
Texto y dirección: Ramón Paso, sobre textos de William Shakespeare.
Reparto:
Otelo: Francico Rojas.
Silvia/Emilia: Ana Azorín, Alicia Tomé (20, 21, 22 y 28 de septiembre y 5 y 6 de octubre).
Yago: Jorge Machín.
Desdémona: Inés Kerzán
Cristina: Ángela Peirat
Rodrigo/Brabancio: Felipe Andrés
Casio/Partidario: Jordi Millán
Lugar y fecha de representación: Teatro Fernán Gómez, hasta el 14 de octubre de 2018.
Obra: Otelo a Juicio.
Texto y dirección: Ramón Paso, sobre textos de William Shakespeare.
Reparto:
Otelo: Francico Rojas.
Silvia/Emilia: Ana Azorín, Alicia Tomé (20, 21, 22 y 28 de septiembre y 5 y 6 de octubre).
Yago: Jorge Machín.
Desdémona: Inés Kerzán
Cristina: Ángela Peirat
Rodrigo/Brabancio: Felipe Andrés
Casio/Partidario: Jordi Millán
Lugar y fecha de representación: Teatro Fernán Gómez, hasta el 14 de octubre de 2018.