Primera imagen de un impacto en la Luna captado con una cámara CCD, en julio de 1999. Imagen: José Luis Ortiz. Fuente: IAA-CSIC.
El 11 de septiembre de 2013 una roca con la masa de un coche pequeño chocó contra la Luna y produjo un destello casi tan brillante como la estrella Polar.
Se trata de la colisión más potente detectada hasta la fecha y su destello, de unos ocho segundos, el más longevo e intenso observado. Investigadores de la Universidad de Huelva y del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) publican esta semana el análisis del impacto en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS).
"En ese momento fui consciente de que acababa de ser testigo de un acontecimiento extraordinario", declara José María Madiedo, investigador de la Universidad de Huelva (UHU) que detectó la colisión, en la nota de prensa del IAA-CSIC. El hallazgo fue posible gracias a dos telescopios del Proyecto MIDAS (acrónimo en inglés de Sistema de Detección y Análisis de Impactos en la Luna), desarrollado por Madiedo conjuntamente con José Luis Ortiz, del IAA.
Fragmentos de cometa
Estos impactos los producen, mayoritariamente, fragmentos de cometas y asteroides que giran alrededor del Sol y que técnicamente se conocen como meteoroides. La Tierra posee una atmósfera protectora que evita que la mayoría de los metoroides que impactan contra ella alcancen el suelo, pero la Luna carece de ese escudo y hasta los fragmentos más pequeños pueden chocar contra su superficie y producir un cráter.
Como este tipo de impactos tiene lugar a velocidades de decenas de miles de kilómetros por hora, las rocas se funden y vaporizan instantáneamente en el punto de impacto. "Por eso no llamamos meteoritos a estas colisiones, ya que ese término implica que haya fragmentos", aclara José Luis Ortiz (IAA-CSIC). El choque produce una súbita elevación de la temperatura, que da lugar a un destello que se observa con telescopios en tierra y que presenta una duración media de una fracción de segundo -muy por debajo de los ocho segundos que tardó en extinguirse el brillo del impacto del 11 de septiembre-.
El análisis llevado a cabo por Madiedo y Ortiz calcula que el nuevo cráter podría medir unos cuarenta metros de diámetro, y que el meteoroide que produjo el impacto presentaba una masa de unos cuatrocientos kilos y un diámetro comprendido entre 0,6 y 1,4 metros. Se trata de cifras aproximadas, ya que su determinación depende sobre todo de un parámetro físico no muy bien conocido, denominado eficiencia luminosa. La colisión tuvo lugar a unos 61.000 kilómetros por hora en la zona conocida como Mare Nubium (Mar de las Nubes), una antigua cuenca de lava solidificada con una extensión similar a la de la Península Ibérica.
Se trata de la colisión más potente detectada hasta la fecha y su destello, de unos ocho segundos, el más longevo e intenso observado. Investigadores de la Universidad de Huelva y del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) publican esta semana el análisis del impacto en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS).
"En ese momento fui consciente de que acababa de ser testigo de un acontecimiento extraordinario", declara José María Madiedo, investigador de la Universidad de Huelva (UHU) que detectó la colisión, en la nota de prensa del IAA-CSIC. El hallazgo fue posible gracias a dos telescopios del Proyecto MIDAS (acrónimo en inglés de Sistema de Detección y Análisis de Impactos en la Luna), desarrollado por Madiedo conjuntamente con José Luis Ortiz, del IAA.
Fragmentos de cometa
Estos impactos los producen, mayoritariamente, fragmentos de cometas y asteroides que giran alrededor del Sol y que técnicamente se conocen como meteoroides. La Tierra posee una atmósfera protectora que evita que la mayoría de los metoroides que impactan contra ella alcancen el suelo, pero la Luna carece de ese escudo y hasta los fragmentos más pequeños pueden chocar contra su superficie y producir un cráter.
Como este tipo de impactos tiene lugar a velocidades de decenas de miles de kilómetros por hora, las rocas se funden y vaporizan instantáneamente en el punto de impacto. "Por eso no llamamos meteoritos a estas colisiones, ya que ese término implica que haya fragmentos", aclara José Luis Ortiz (IAA-CSIC). El choque produce una súbita elevación de la temperatura, que da lugar a un destello que se observa con telescopios en tierra y que presenta una duración media de una fracción de segundo -muy por debajo de los ocho segundos que tardó en extinguirse el brillo del impacto del 11 de septiembre-.
El análisis llevado a cabo por Madiedo y Ortiz calcula que el nuevo cráter podría medir unos cuarenta metros de diámetro, y que el meteoroide que produjo el impacto presentaba una masa de unos cuatrocientos kilos y un diámetro comprendido entre 0,6 y 1,4 metros. Se trata de cifras aproximadas, ya que su determinación depende sobre todo de un parámetro físico no muy bien conocido, denominado eficiencia luminosa. La colisión tuvo lugar a unos 61.000 kilómetros por hora en la zona conocida como Mare Nubium (Mar de las Nubes), una antigua cuenca de lava solidificada con una extensión similar a la de la Península Ibérica.
Enorme energía
La energía implicada en el impacto fue enorme: equivalente a la detonación de unas quince toneladas de TNT.
Es, por tanto, al menos tres veces más potente que el mayor impacto detectado hasta la fecha en la Luna por la NASA y que fue grabado por la agencia espacial estadounidense el 17 de marzo del pasado año.
Los resultados que se obtienen del análisis de estos destellos de impactos en la Luna permiten conocer la frecuencia con la que los meteoroides colisionan con la Tierra.
Una de las conclusiones de esta investigación apunta a que la frecuencia con la que se producen los impactos -contra nuestro planeta- de rocas de un tamaño similar a la que impactó en la Luna el 11 de septiembre podría ser hasta casi diez veces más alta de lo que hasta ahora pensaba gran parte de la comunidad científica.
La energía implicada en el impacto fue enorme: equivalente a la detonación de unas quince toneladas de TNT.
Es, por tanto, al menos tres veces más potente que el mayor impacto detectado hasta la fecha en la Luna por la NASA y que fue grabado por la agencia espacial estadounidense el 17 de marzo del pasado año.
Los resultados que se obtienen del análisis de estos destellos de impactos en la Luna permiten conocer la frecuencia con la que los meteoroides colisionan con la Tierra.
Una de las conclusiones de esta investigación apunta a que la frecuencia con la que se producen los impactos -contra nuestro planeta- de rocas de un tamaño similar a la que impactó en la Luna el 11 de septiembre podría ser hasta casi diez veces más alta de lo que hasta ahora pensaba gran parte de la comunidad científica.
Referencia bibliográfica:
Madiedo J.M., Ortiz J.L., Morales N., Cabrera-Caño J. A large lunar impact blast on September 11th 2013 MNRAS (2014).
Madiedo J.M., Ortiz J.L., Morales N., Cabrera-Caño J. A large lunar impact blast on September 11th 2013 MNRAS (2014).