Nuevo libro advierte del peligro de la fe llevada a la política

Una obra polémica que caricaturiza las diferentes creencias religiosas


La fe puede justificarlo todo, por lo que debe permanecer lejos de la política. Este argumento se desprende del último libro publicado por el filósofo Sam Harris, y que arrasa en las listas de ventas de Estados Unidos. Harris advierte en él del peligro que existe en la relación entre religión y violencia, y afirma que la fe influye demasiado en la vida pública estadounidense. Para Harris, la política no puede someterse jamás a las creencias religiosas que, aunque irracionales, no suelen ser cuestionadas. Se asumen sin más y, por tanto, deben mantenerse al margen de la política porque pueden justificar cualquier acción. Para Harris, la religión está fragmentando la sociedad humana a nivel global, y éste es un peligro que podría acabar con todo lo que hemos construido. Por Yaiza Martínez.


31/10/2006

Sam Harris, autor de los bestsellers estadounidenses, The End of Faith y Letter to a Christian Nation, es un filósofo licenciado por la Universidad de Standford y especializado en tradiciones religiosas orientales y occidentales, que en la actualidad trabaja en el campo de la neurociencia para desentrañar los mecanismos cerebrales de las creencias.

Su lucha social se ha centrado en los últimos años en advertir acerca del peligro que supone la religión en las sociedades modernas, el riesgo que implica que creencias irracionales –no demostrables- se usen para tomar decisiones políticas.

Desde este punto de vista, su útlimo libro, Letter to a Christian Nation, ofrece con argumentos racionales una refutación de las creencias que forman el núcleo del cristianismo fundamentalista, trata de temas actuales como el diseño inteligente o la investigación con células madre o la peligrosa relación entre religión y violencia. Asimismo, advierte de la influencia que la fe ejerce en la vida pública de Estados Unidos.

Dentro de la obra, en una “Nota a los lectores”, Harris señala que el 44% de la población norteamericana está convencida de que Jesús va a volver en algún momento de los próximos 50 años para juzgar a los vivos y a los muertos, y que ése será el fin de los tiempos. Con semejante número de personas con creencias tan apocalípticas, se pregunta Harris, ¿cómo podrán estos creyentes ayudar a crear un futuro perdurable para todos?

Si algunos de los miembros del gobierno estadounidense realmente tiene fe en esta profecía, el riesgo aumenta: la política no debería bajo ningún pretexto estar sometida a las creencias religiosas, sino que debería mantenerse al margen de éstas. Los fundamentalismos ya no son ninguna broma ni una simple opción a mantener en la privacidad: Harris trata de dar cuenta de la peligrosidad que implican al pasar al terreno de las decisiones políticas, y pide que los intelectuales no se mantengan al margen de la crítica a la religión como fuente de daños públicos, sino que utilicen sus conocimientos para concienciar a la población.

De los primeros en las listas

Letter to a Christian Nation está en los primeros puestos de las listas de ventas de libros en Estados Unidos, acompañando con sus ideas a las de otros famosos y contestatarios ateos, como Richard Dawkins, que ven que este país viola los derechos humanos en nombre de Dios.

Por eso, Harris señala que ésta es una cuestión urgente. Hijo de una madre judía y un padre cuáquero, el autor afirma que la fe en Dios, en cualquier Dios, es irracional como mínimo y, en el peor de los casos, puede resultar devastadora para la sociedad humana.

Este segundo libro que ha escrito es una respuesta a las cartas que recibió como consecuencia de la publicación de The End of Faith, en las que los cristianos le reprochaban que no creyese en Dios. Para él, la religión nos está fragmentándonos a nivel global.

La polarización religiosa forma parte de muchos de los conflictos mundiales, incluyendo los de Israel e Irán. Sin embargo, esto nunca se discute, declaró Harris para la agencia Reuters, ya que poca gente llama a las cosas por su nombre.

Renunciar a la fe

Harris no tiene nada en contra de las iglesias ni las sinagogas, ni contra las celebraciones religiosas. Sin embargo, como otros intelectuales ateos de Estados Unidos, piensa que se debe reaccionar contra la relación entre la religión y la política. Las actuaciones de la administración Bush, el fracaso de la separación entre Iglesia y Estado, y el conflicto aparentemente interminable con Oriente Medio, están haciendo que la opinión pública estadounidense se sienta realmente molesta.

Para Harris, la solución pasa porque renunciemos a la fe, si queremos que la violencia religiosa no acabe con nuestra civilización. Con este argumento radical afronta una problemática que, según él, está originada por una irracionalidad que justifica cualquier cosa.

Harris señala que Occidente se asombra por las barbaridades que pueden llegar a hacer los islamistas radicales y permanece impávido ante el daño que originan nuestros propios mitos religiosos, cuando ambos comportamientos vienen igualmente dirigidos por un la fe en un Dios imaginario.

Harris teme los efectos de esta fe sobre el mundo, lo que le ha llevado incluso a estudiar el cerebro humano, con la intención de combinar la neurociencia y la filosofía para intentar comprender qué nos hace mantener nuestras creencias o ser incrédulos.

Creencias y política

En una entrevista realizada por Eduardo Punset a Sam Harris para el programa de televisión española Redes a finales del año pasado, Harris señaló que las creencias religiosas nunca son cuestionadas del mismo modo que otros tipos de creencias, nadie exige motivos fundamentados para validar cualquier tipo de fe.

Harris se alarma de que la fe en Dios llegue a impulsar a los senadores de Estados Unidos con respecto a las políticas a aplicar.

En la mayoría de los países, señaló en dicha entrevista, se educa a los niños para que acepten las proposiciones religiosas sin cuestionarlas. Eso hace que estemos dispuestos a cuestionarnos cualquier creencia – incluso los fundamentalistas religiosos son extremadamente lógicos en otras áreas de sus vidas- menos las religiosas. Y de ahí viene el peligro, porque éstas pueden justificarlo todo.

De la misma manera que un terrorista suicida cree que inmolándose irá directo al paraíso tras su muerte, uno acepta que se conquisten países en los que morirán miles de inocentes porque “Dios está de nuestro lado”. Ambas ideas, igual de irracionales y basadas en creencias dogmáticas, tienen resultados igualmente nefastos para la humanidad.

Es decir, que la fe no queda confinada sólo al campo de la religión, sino que actualmente repercute en la política social y en los conflictos interculturales, porque la gente que cree en ello realmente piensa que sus interpretaciones del mundo son totalmente correctas.

Amplias críticas

La obra de Harris ha sido ampliamente criticada, especialmente por personalidades creyentes. Se le acusa de caricaturizar las diferentes religiones, desde el Islam al Judaísmo y el Cristianismo, de las que destaca únicamente sus aspectos negativos, sin valorar las aportaciones socialmente constructivas de las creencias religiosas. También se ha destacado su intransigencia hacia la fe, potencialmente capaz de generar tanto daño como los fanatismos religiosos.

Por otra parte, Harris ignora además la inmensa aportación crítica que, especialmente dentro del cristianismo, se está haciendo para frenar el auge de los fundamentalismos, conectando religión con ciencia y cultura moderna. Hoy en día religión no debe identificarse sólo con "fundamentalismo", aunque en ocasiones, quizá demasiadas, sea correcto hacerlo.



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