El profesor Barry Van Veen muestra, en su cabeza, la red de electrodos con la que se midió la actividad cerebral de los participantes mientras estos imaginaban o recreaban en su mente imágenes ya vistas. Imagen: Nick Berard. Fuente: Universidad de Wisconsin-Madison.
La imaginación es el proceso por el cual generamos representaciones mentales de cosas inexistentes o que al menos no existen tal y como las pensamos.
Este proceso se corresponde, como todos los de la conciencia, con una actividad cerebral. En 2004, investigadores de la Universidad estadounidense de Northwestern propusieron que las zonas del cerebro que utilizamos para percibir objetos y aquéllas que usamos para imaginar objetos se superponen. Otro estudio, del Karolinska Institutet de Suecia, señalaba en 2013 que la imaginación afecta de tal forma al cerebro que puede hacer que cambiemos la manera en que percibimos el mundo que nos rodea.
Para profundizar más en la cuestión, y con el fin de determinar los circuitos neuronales concretos implicados en la imaginación, un equipo de investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU) ha comparado la actividad eléctrica del cerebro de personas imaginando (que viajaban en bicicleta por un entorno mágico), con la actividad cerebral de personas mientras estas recreaban en sus mentes imágenes de videos cortos que habían visto antes.
La actividad neuronal de los participantes fue captada con electroencefalografía (EEG), a partir de sensores colocados en su cuero cabelludo. Estos registros fueron “traducidos” gracias a un algoritmo desarrollado por uno de los autores de la investigación, el profesor de ingeniería eléctrica e informática de dicha Universidad, Barry Van Veen.
Este proceso se corresponde, como todos los de la conciencia, con una actividad cerebral. En 2004, investigadores de la Universidad estadounidense de Northwestern propusieron que las zonas del cerebro que utilizamos para percibir objetos y aquéllas que usamos para imaginar objetos se superponen. Otro estudio, del Karolinska Institutet de Suecia, señalaba en 2013 que la imaginación afecta de tal forma al cerebro que puede hacer que cambiemos la manera en que percibimos el mundo que nos rodea.
Para profundizar más en la cuestión, y con el fin de determinar los circuitos neuronales concretos implicados en la imaginación, un equipo de investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU) ha comparado la actividad eléctrica del cerebro de personas imaginando (que viajaban en bicicleta por un entorno mágico), con la actividad cerebral de personas mientras estas recreaban en sus mentes imágenes de videos cortos que habían visto antes.
La actividad neuronal de los participantes fue captada con electroencefalografía (EEG), a partir de sensores colocados en su cuero cabelludo. Estos registros fueron “traducidos” gracias a un algoritmo desarrollado por uno de los autores de la investigación, el profesor de ingeniería eléctrica e informática de dicha Universidad, Barry Van Veen.
Resultados obtenidos
Se descubrió así que, durante la imaginación, se producía un aumento del flujo de información desde el lóbulo parietal del cerebro hacia el lóbulo occipital.
El primero es la zona cerebral encargada especialmente de recibir las sensaciones de tacto, calor, frío, presión, dolor, y de coordinar el equilibrio. El segundo, por su parte, se ocupa de procesar las imágenes.
Según se explica en un comunicado de la Universidad de Wisconsin-Madison, por tanto, mientras imaginamos, la información fluiría desde una región de orden superior -que combina las aportaciones de varios de los sentidos- a una región de orden menor.
Como contraste, la recreación de la información visual captada por los ojos tendería a fluir desde el lóbulo occipital, que conforma en gran parte la corteza visual, hacia "arriba", hacia el lóbulo parietal.
"Parece que el funcionamiento de nuestro cerebro y el de los animales es direccional, que las señales neuronales se mueven en una dirección particular, y luego se detienen, y comienzan en otro lugar. Creo que esto es un tema realmente nuevo que no había sido explorado”, señala Van Veen.
Nuevas herramientas
Este tipo de estudios ayudan a comprender el funcionamiento del cerebro. "Un problema muy importante en investigación cerebral es la comprensión de cómo están funcionalmente conectadas las diferentes partes del cerebro. ¿Qué áreas interactúan? ¿Cuál es la dirección de la comunicación?" explica Van Veen. "Sabemos que el cerebro no funciona como un conjunto de áreas independientes, sino como una red de áreas especializadas que colaboran”.
Los investigadores esperan ahora que la tecnología utilizada –cuya eficiencia según ellos ha quedado demostrada- propicie el desarrollo de nuevas herramientas con las que determinar lo que ocurre en el cerebro durante el sueño y la ensoñación y cómo utiliza el cerebro las redes neuronales para codificar la memoria a corto plazo.
Se descubrió así que, durante la imaginación, se producía un aumento del flujo de información desde el lóbulo parietal del cerebro hacia el lóbulo occipital.
El primero es la zona cerebral encargada especialmente de recibir las sensaciones de tacto, calor, frío, presión, dolor, y de coordinar el equilibrio. El segundo, por su parte, se ocupa de procesar las imágenes.
Según se explica en un comunicado de la Universidad de Wisconsin-Madison, por tanto, mientras imaginamos, la información fluiría desde una región de orden superior -que combina las aportaciones de varios de los sentidos- a una región de orden menor.
Como contraste, la recreación de la información visual captada por los ojos tendería a fluir desde el lóbulo occipital, que conforma en gran parte la corteza visual, hacia "arriba", hacia el lóbulo parietal.
"Parece que el funcionamiento de nuestro cerebro y el de los animales es direccional, que las señales neuronales se mueven en una dirección particular, y luego se detienen, y comienzan en otro lugar. Creo que esto es un tema realmente nuevo que no había sido explorado”, señala Van Veen.
Nuevas herramientas
Este tipo de estudios ayudan a comprender el funcionamiento del cerebro. "Un problema muy importante en investigación cerebral es la comprensión de cómo están funcionalmente conectadas las diferentes partes del cerebro. ¿Qué áreas interactúan? ¿Cuál es la dirección de la comunicación?" explica Van Veen. "Sabemos que el cerebro no funciona como un conjunto de áreas independientes, sino como una red de áreas especializadas que colaboran”.
Los investigadores esperan ahora que la tecnología utilizada –cuya eficiencia según ellos ha quedado demostrada- propicie el desarrollo de nuevas herramientas con las que determinar lo que ocurre en el cerebro durante el sueño y la ensoñación y cómo utiliza el cerebro las redes neuronales para codificar la memoria a corto plazo.
Referencia bibliográfica:
Daniela Dentico, Bing Leung Patrick Cheung, Jui-Yang Chang, Jeffrey Guokas, Mélanie Boly, Giulio Tononi, Barry D. Van Veen. Reversal of cortical information flow during visual imagery as compared to visual perception. NeuroImage (2014). DOI: 10.1016/j.neuroimage.2014.05.081.
Daniela Dentico, Bing Leung Patrick Cheung, Jui-Yang Chang, Jeffrey Guokas, Mélanie Boly, Giulio Tononi, Barry D. Van Veen. Reversal of cortical information flow during visual imagery as compared to visual perception. NeuroImage (2014). DOI: 10.1016/j.neuroimage.2014.05.081.