Noemí Bergantiños: La desconfianza política puede ser creativa y mejorar la democracia

El compromiso de la ciudadanía es indispensable para aumentar la eficiencia democrática y el equilibrio de poder


Noemí Bergantiños, doctora en Ciencia Política y de la Administración por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha investigado las formas de desconfianza política en España, y sus efectos en los procesos de participación ciudadana en dos épocas recientes de nuestra historia: la transición y la primera década del siglo XXI. Sus conclusiones señalan que la desconfianza política no debilita la democracia sino que la fortalece, porque fomenta la generación de espacios de participación ciudadana, así como de alternativas. Por Yaiza Martínez.


03/12/2012

Noemí Bergantiños, doctora en Ciencia Política y de la Administración por la UPV/EHU. Fuente: UPV/EHU.
La doctora en Ciencia Política y de la Administración por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Noemí Bergantiños, ha investigado las formas de desconfianza política en los procesos de participación ciudadana. Y lo ha hecho en el marco de una tesis doctoral sobre la desconfianza política creativa en dos periodos diferentes de la historia más reciente de España: los últimos años de la transición política y la primera década del presente siglo.

¿Es realmente la desconfianza política un problema para la democracia? ¿Pueden los procesos de participación ciudadana corregir esa desconfianza y, por ende, los defectos de la política?

A partir del análisis de tres experiencias de participación ciudadana (asambleas de barrio de Laudio-Llodio, el Consejo de Distrito de Rekalde en Bilbao y el Consejo Municipal de Olarizu de Vitoria-Gasteiz), Bergantiños concluye que sí: que todos aquellos espacios de participación que tratan de profundizar en la democracia son positivos porque permiten a la gente tratar de transformar los elementos relacionados con el sistema político que critican.

Pero, según ha señalado la autora en un comunicado emitido por la UPV/EHU, para que la implicación ciudadana en este aspecto tenga un desarrollo realmente positivo y transformador son necesarias la activación de esas formas positivas y unas instituciones que permitan que haya un impacto positivo; que no repriman las formas creativas generadas en los espacios de participación ciudadana.

En la siguiente entrevista, Bergantiños explica con más detalles las conclusiones alcanzadas en su investigación:

¿Qué es la desconfianza política y qué síntomas de esta desconfianza existen en nuestra sociedad actual?

Podríamos decir que la desconfianza política es una respuesta colectiva que los y las ciudadanas vierten en forma de actitudes y prácticas de disconformidad, insatisfacción, lejanía, rechazo o descontento, bien hacia el propio sistema político bien hacia su funcionamiento.

En la actualidad, la cuestión de la desconfianza política se relaciona principalmente con esta segunda variante; es decir, la desconfianza se dirige principalmente a cuestionar el funcionamiento de la democracia, y no tanto el propio sistema democrático que, tal y como revelan las encuestas, cuenta con un apoyo mayoritario entre la ciudadanía como la mejor de las formas políticas.

¿Es la desconfianza política un problema para la democracia?

La desconfianza es uno de los principales sentimientos que la ciudadanía señala para referirse a la política. Esta circunstancia ha llevado a muchos autores a identificar esta desconfianza como una muestra de las sospechas y el temor que pueda generar entre la ciudadanía la propia democracia y preguntarse así si nos encontramos ante una pérdida del sentido democrático ciudadano, y si realmente existe un suficiente apoyo a la democracia.

Sin embargo, desde otras posiciones también se defiende que existe una desconfianza política de tipo democrático. Esta desconfianza, muestra su lealtad con la democracia y trata de afirmar su objetivo de velar para que la democracia sea fiel a sus compromisos y se mantenga y preserve su exigencia de servicio al bien común.

Más aún, como afirmamos en la tesis que he defendido, existe una desconfianza política creativa que activa las potencialidades democráticas de la desconfianza para resistir y desafiar aquellos hechos que generan la desconfianza desde posiciones de responsabilidad proactiva.

¿Qué posibilidades está abriendo la desconfianza política a nuestra sociedad? ¿Cómo corrige la participación ciudadana esta desconfianza?

Desde este enfoque de la desconfianza creativa, entiendo que determinadas formas positivas de desconfianza política permiten romper con el orden establecido en aquellos puntos en los que existe disconformidad, lejanía o rechazo.

Permite que la respuesta de la ciudadanía adquiera un papel que va más allá de la simple muestra de apatía para reafirmar el protagonismo de esta ciudadanía en su oposición frente a aquello que critica y su aportación en la búsqueda de nuevas alternativas.

Es aquí precisamente donde la participación ciudadana (las diferentes formas de participación ciudadana) permite canalizar estas respuestas de desconfianza creativa ofreciendo espacios, dinámicas, tiempos y fórmulas para desarrollar esas alternativas.

Protestas en la Puerta del Sol de Madrid en mayo de 2011. Fuente: Wikimedia Commons.
¿Podría darnos ejemplos concretos de acciones que, en España, estén paliando la desconfianza política?

En este caso, no se trataría tanto de paliar la desconfianza como de generar ese enfoque democrático y creativo que vemos que puede adquirir la desconfianza.

Desde el ámbito local fundamentalmente se han venido poniendo en marcha un sinfín de procesos de participación ciudadana que tratan de involucrar a la ciudadanía en la elaboración y gestión de las políticas públicas.

Siempre y cuando estos procesos se desarrollen bajo parámetros de calidad pueden ser propicios para ofrecer a la ciudadanía “crítica y desconfiada” un espacio para desarrollar nuevas maneras democráticas y creativas de política.

Por otro lado, más allá de las instituciones públicas, la propia ciudadanía viene ofreciendo desde diferentes lugares del mundo, una contundentes respuestas que si bien surgen de esas actitudes de desconfianza, disconformidad, rechazo, etc. hacia la política, tratan de articular respuestas alternativas, creativas y profundamente democráticas que nos alertan precisamente de la activación de estas formas positivas de desconfianza política. Creo que el caso del 15-M puede ser un buen ejemplo de esto.

¿Qué diferencias ha encontrado entre la participación ciudadana actual y la de la época de la transición española?

En primer lugar, conviene aclarar que la comparación de estos dos escenarios se justifica por la presencia en ambos de un contexto de fuerte crítica y desconfianza.

En el primer caso (el actual), por los déficits e insuficiencias democráticas del momento, y en el segundo caso por la ausencia radical de democracia.

El análisis realizado ha permitido observar como en ambos casos las experiencias de participación suponen un espacio para desarrollar ese enfoque creativo de la desconfianza y avanzar en la construcción de formas alternativas de política frente a aquellas que generan las críticas.

Lo que ocurre es que en el actual escenario las experiencias que dependen fuertemente de las instituciones sufren a menudo la presencia entre los y las participantes de las extendidas actitudes de resignación, escepticismo, etc. que limitan las potencialidades creativas de su desconfianza.

En los últimos años de la transición, el propio contexto ofrecía un escenario de oportunidad donde primaban actitudes de compromiso y militancia que enfatizaban la creatividad.

¿De qué depende que la participación ciudadana tenga un efecto real sobre la política actual?

Como he señalado al principio, sólo una participación ciudadana de calidad, basada en principios de transparencia, de igualdad de género, de reconocimiento de las diferencias, de impacto, etc. podrá ofrecer una vía realmente alternativa y de profundización democrática frente a la política actual.

El compromiso de la ciudadanía se hace indispensable para la recuperación de la política, para el reconocimiento de su importancia en la construcción de más y más justos equilibrios de poder.



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