No vivimos en un mundo realmente secular, según Charles Taylor

En un nuevo libro, el filósofo canadiense analiza el pluralismo religioso de la era moderna


El filósofo canadiense Charles Taylor, galardonado recientemente con el premio Templeton 2007, acaba de publicar el libro “A Secular Age”, en el que analiza el desarrollo del secularismo en el mundo moderno. No vivimos en un mundo realmente secular, dice el autor, sino que han aumentado las opciones con las que el ser humano cuenta para otorgar sentido a la realidad. Es decir, que el secularismo ha llevado a un pluralismo religioso o espiritual propio de la era moderna. En ella, el humanismo ateo y la fe religiosa se enfrentan sin considerar que deben dialogar para evitar los extremismos de algunas corrientes. Por Olga Castro-Perea.


Olga Castro-Perea
23/10/2007

El filósofo canadiense Charles Taylor, galardonado la pasada primavera con el Templeton Prize 2007, acaba de publicar una obra titulada A Secular Age en la que analiza el significado de vivir en la era secular occidental actual.

Charles Taylor es profesor de derecho y filosofía en la Northwestern University (Estados Unidos) y profesor emérito del departamento de filosofía de la Universidad McGill (Montreal). Recibió el premio Templeton en 2007 por sus obras en torno a la historia de la modernidad y su relación con la teoría moral contemporánea.

Su última obra surge de las Gifford Lectures que el autor impartiera en Edimburgo en 1998-1999 bajo el título de “¿Viviendo en una era secular?”, según señala el propio Taylor en la introducción de este libro.

Creer en Dios ya no es una opción única, sino que se ha convertido en una opción entre tantas otras, analiza el autor desde una perspectiva histórica que sintetiza el desarrollo de la cristiandad occidental y de los aspectos de la modernidad que llamamos “secular”.

Numerosas formas de religiosidad han desaparecido o se han desestabilizado, señala el autor, pero otras han sido creadas a su vez debido a que el papel de la religión dentro de las sociedades ha cambiado drásticamente en los últimos siglos.

Nuevas búsquedas de sentido

De hecho, el filósofo afirma que no hemos abandonado la religiosidad en la supuesta era secular, sino que, más bien, se han multiplicado las posibilidades religiosas y espirituales con las que los individuos y grupos sociales siguen intentando dar sentido a sus vidas y forma a sus aspiraciones espirituales.

Por otro lado, también existe la tendencia a las formas de religiosidad colectiva acentuadas hasta el punto de derivar en violencia, como ha sucedido con el terrorismo islámico o la guerra de Irak, señala Taylor.

Taylor explora en su obra los matices de la secularidad y, en particular, del dogma de la “muerte de Dios”. Según comenta The Vancouver Sun, el admirado filósofo canadiense parte del aforismo nietzscheano de “Dios ha muerto” para analizar un mundo dominado por la necesidad de evidencias científicas que han determinado que la idea de Dios y la pureza moral son una mera ilusión.

Pero este análisis lo hace como pensador, no como ideólogo religioso o ateo, sin caricaturizar a sus posibles oponentes y señalando que la corriente principal de la ciencia ha desencantado la experiencia de la realidad ante los ojos del ser humano.

Ni reduccionismo ni magia

El mecanicismo científico actual es reduccionista, señala Taylor, y no alcanza a explicar al completo todos los aspectos de la realidad. Por otro lado, el punto de vista del secularismo moderno ignora la capacidad humana de experimentar la trascendencia, que el filósofo vincula a la religiosidad, y que para él es incontenible.

El autor afirma, asimismo, que no existe contradicción entre ciertas perspectivas de Dios y las teorías científicas, pero añade que algunas ideas acerca de Dios deben desaparecer por cuestiones morales, puesto que no se puede creer que los problemas ha de resolverlos la divinidad, o un Dios dotado de magia, ni siquiera que se deban justificar ciertas acciones con la promesa de la vida después de la muerte.

La religiosidad moderna debe ser responsable, señala Taylor, y ha de tener en cuenta la manera en que dañamos a otros y a la Naturaleza. Además, afirma que una religiosidad que no apoye los derechos y libertades del ser humano debe desaparecer.

El pluralismo y otros temas

El libro de Taylor aborda además otros temas clave de nuestra época, como es el pluralismo. Vivimos en una era plural, señala el filósofo canadiense, en la que abundan los diferentes puntos de vista con respecto a la cuestión de la religiosidad: ateísmo, teísmo de distintas índoles, agnosticismo… Estas diferencias condicionan y definen las características de nuestra propia individualidad.

Asimismo, añade, existe una crisis de sentido contemporánea sin precedentes en la historia de la humanidad, que choca con el mundo encantado pre-moderno, en el que el problema era justo el contrario: entonces se daba una sobre-determinación del sentido, con una salvación posterior a la muerte que había que conseguir.

Taylor habla también de los cambios en la concepción del tiempo, que antes se vivía en función de días y momentos de celebraciones y ciclos, mientras ahora ha pasado a ser lineal e instrumental, y se experimenta carente de sentido.

Además, señala que la confrontación entre el humanismo ateo y la fe religiosa oculta el verdadero parecido entre ambas corrientes. La confrontación se debe a que el persistente pluralismo de nuestra época evidencia que no existe un único punto de vista lo suficientemente satisfactorio para las conciencias. La violencia extrema que se vive en la era secular apunta aún así a la necesidad del diálogo entre ambas partes.



Olga Castro-Perea
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