Tania, una de las amables embajadoras lomográficas que están en Madrid y que ha atendido a EFEtec, cuenta que en ocasiones, algunos de los que se interesan por las cámaras de ese movimiento llegan a dudar de que verdaderamente funcionen; creen que son juguetes, afirma.
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Salvando las diferencias, parece como si pensaran que esas cámaras de plástico y colores raros con unos dispositivos extravagantes para usuarios no menos chiflados, como aquellos de la famosa película “aquellos chalados con sus locos cacharros”. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Aunque, en el fondo, esta creencia puede que esté ligada a la génesis del propio movimiento que nació de la causalidad y la experimentación, como tantas cosas en la historia.
La lomografía, que este año cumple dos décadas de vida, ha pasado de ser un movimiento de recuperación de la fotografía tradicional, a otro, de difícil definición, que se ha extendido por casi todo el mundo.
Pero, ¿quienes son los lomógrafos? No resulta sencillo contestar a esta cuestión porque, en realidad, no hay un patrón del mismo. Se sabe que es un aficionado a hacer fotos con película, partidario del experimento, usuario de cámaras de todo tipo y un poco extravagante a la hora de buscar resultados. Más allá de esto, la cosa se complica.
¿En que coinciden una lomógrafa de Riga, con uno de Madrid, o un ferviente usuario de la LC-A con otro de una vetusta Zeiss Ikon de 1936? ¿Ven la foto de la misma forma?
Y, sin embargo, pueden incluso a utilizar el mismo carrete a miles de kilómetros de distancia, a compartir la foto y combinar las murallas del Kremlin moscovita con una playa de Girona o un templo budista con una pareja besándose en Central Park.
Es decir dos vidas, dos fotos, dos conceptos, unidos por el nexo de la lomografía.
Tú haces las fotos en Sofía, se las envías a un lomógrafo de Tailandia, que vuelve a usar el carrete y lo revela: el resultado una doble exposición con mezclas absolutas.
Completar un carrete de diapositivas y revelarlo como si se tratara de fotos normales: un proceso cruzado con resultados curiosos y colores saturados.
Y, asimismo, se puede trabajar con un rollo de 120 milímetros de color colocado al revés con lo que se va a conseguir el efecto “redscale”: rojo, amarillo, ocre, marrón… Todo esto es lomografía.
¿Y las edades? Todas, porque no es cierto que sea un movimiento solo para jóvenes y, de hecho, en las web lomográficas se pueden ver las fotos de (muy) jóvenes riojanas, o las de veteranos irlandeses y más que veteranos rusos. Y, por definición, es igualitario. Hombres y mujeres en las mismas condiciones.
Dentro de la Lomografía, al menos por lo que se refiere a España, los servicios más demandados son la compra de películas y el revelado y, en menor medida, la compra de cámaras porque sus precios son poco adecuados para tiempos de crisis.
La Lomografía, como otros movimientos de este tipo, ha trascendido de lo que fue inicialmente, se ha extendido, cada vez hay más “enganchados” y su futuro parece prometedor. EFE
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Fuente : http://www.efefuturo.com/noticia/ni-chalados-ni-lo...