La meteorología del espacio será una realidad dentro de diez años y permitirá conocer con anticipación la proximidad de una tormenta magnética o de una aurora boreal, entre otros fenómenos cósmicos, al igual que hoy conocemos la previsión del tiempo antes de salir de casa.
La Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos ha creado el primer centro de investigación dedicado a la futura ciencia de la meteorología espacial, que se denomina Centro para la Modelización Integrada de la Meteorología Espacial CISM.
El CISM está adscrito a la Universidad de Boston (Massachussets), si bien colaboran en el proyecto otras siete universidades y diversos centros de investigación. El presupuesto del proyecto es de 20 millones de dólares para sus primeros cinco años, renovables por otros cinco.
La misión del CISM es modelizar las interacciones entre los vientos solares y la magnetosfera terrestre, los fenómenos más temidos por los astronautas, las compañías de satélites y los gigantes de las telecomunicaciones, por sus efectos sobre los ingenios tecnológicos más avanzados.
Paliar los efectos
Los efectos térmicos y dinámicos de estas partículas solares pueden tener también un efecto a largo plazo sobre la atmósfera terrestre y el clima global, por lo que cualquier aproximación a estos fenómenos debe contribuir a paliar sus efectos sobre el equilibrio planetario y los avances tecnológicos.
La finalidad del CISM es no sólo desarrollar una nueva ciencia, sino también construir una potente herramienta de previsión que sea útil a los meteorólogos del espacio, ya sean civiles o militares.
Las tecnologías de previsión espacial que se emplean en la actualidad son equivalentes a las que usaba la meteorología terrestre hace cincuenta años, por lo que la aplicación de las últimas herramientas informáticas permitirá crear el primer modelo de previsión meteorológica del espacio en los próximos diez años.
Las explosiones de energía solar, que se desplazan rápidamente, pueden tener un gran impacto sobre la ionosfera, por lo que anticipar el fenómeno en horas o días puede ayudar a resolver los problemas que plantea a las comunicaciones o la navegación.
En la actualidad no existe ningún ordenador que centralice todos los datos conocidos de la meteorología espacial y se necesitan al menos 24 horas para anticipar sus fenómenos más corrientes, por lo que lo primero que hará la Universidad de Boston es interconectar los modelos informáticos existentes.
La Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos ha creado el primer centro de investigación dedicado a la futura ciencia de la meteorología espacial, que se denomina Centro para la Modelización Integrada de la Meteorología Espacial CISM.
El CISM está adscrito a la Universidad de Boston (Massachussets), si bien colaboran en el proyecto otras siete universidades y diversos centros de investigación. El presupuesto del proyecto es de 20 millones de dólares para sus primeros cinco años, renovables por otros cinco.
La misión del CISM es modelizar las interacciones entre los vientos solares y la magnetosfera terrestre, los fenómenos más temidos por los astronautas, las compañías de satélites y los gigantes de las telecomunicaciones, por sus efectos sobre los ingenios tecnológicos más avanzados.
Paliar los efectos
Los efectos térmicos y dinámicos de estas partículas solares pueden tener también un efecto a largo plazo sobre la atmósfera terrestre y el clima global, por lo que cualquier aproximación a estos fenómenos debe contribuir a paliar sus efectos sobre el equilibrio planetario y los avances tecnológicos.
La finalidad del CISM es no sólo desarrollar una nueva ciencia, sino también construir una potente herramienta de previsión que sea útil a los meteorólogos del espacio, ya sean civiles o militares.
Las tecnologías de previsión espacial que se emplean en la actualidad son equivalentes a las que usaba la meteorología terrestre hace cincuenta años, por lo que la aplicación de las últimas herramientas informáticas permitirá crear el primer modelo de previsión meteorológica del espacio en los próximos diez años.
Las explosiones de energía solar, que se desplazan rápidamente, pueden tener un gran impacto sobre la ionosfera, por lo que anticipar el fenómeno en horas o días puede ayudar a resolver los problemas que plantea a las comunicaciones o la navegación.
En la actualidad no existe ningún ordenador que centralice todos los datos conocidos de la meteorología espacial y se necesitan al menos 24 horas para anticipar sus fenómenos más corrientes, por lo que lo primero que hará la Universidad de Boston es interconectar los modelos informáticos existentes.