La imagen de miles de monjes descalzos desfilando por las calles de Rangoon protegidos por una multitud no es frecuente, sobre todo porque estos monjes estaban manifestándose por la libertad de la líder demócrata y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, en arresto domiciliario desde de que la Junta Militar de Myanmar (ex Birmania) anulara las elecciones que ganó su partido en 1990. Los monjes budistas se lanzan a la calle cada día desde hace una semana para protestar contra el encarecimiento de la gasolina y el gas. Debido a su autoridad moral, los monjes son intocables para el Régimen, pero la sociedad les arropa porque encuentra en ellos el apoyo que necesita frente a la opresión militar. Puede que el fin de la dictadura esté próximo, señala The Herald Tribune, pero quizá lo más importante sea que en un contexto global de religiones socialmente aisladas, las manifestaciones de los monjes budistas señalan un principio de reconexión de lo religioso con la sociedad civil, algo que ha ocurrido también con los evangelistas norteamericanos, convertidos en militantes del medioambiente junto a destacados científicos.