Mavericks: Forbes identifica a los que cambian el mundo

Algunas personas simplemente ven las cosas de una manera diferente


Unos pocos, de hecho, hacen que las cosas sucedan, ya se trate de un negocio, un producto, un servicio o simplemente de poner en práctica una gran idea. Un grupo selecto entre esos pocos tienen ideas tan radicales que pueden transformar un negocio, generalmente luego de que se les ha dicho que no se podría hacer. Son los “mavericks”. Por Sergio Manaut.


Sergio Manaut
03/12/2004

La revista “Forbes” ha iniciado recientemente una nueva sección en la que se dedica a identificar estos transformadores de lo convencional: son individuos menores de cuarenta años que están cambiando el mundo a través de su pensamiento audaz, original o independiente.

Simon Lok es uno de esos individuos. Simon Lok desprecia a los grandes como Cisco y Lucent. Ha desarrollado una caja de redes más barata, que según él, los destrozará. Simon es un joven computador científico de 26 años, propietario de una pequeña compañìa y de enormes sueños de conquista. Cualquiera que haya intentado implementar una red de datos, dice Simon, sabe exactamente la frustración que se siente. Esta frustración es la que lo llevó a emprender la aventura de una empresa propia, Lok Technology, que ahora apunta al incipiente mercado del wireless (Wi-Fi y una nueva ola de WISPs que ofrecen acceso a la red sobre ondas aéreas gratis y le cobran a la gente por utilizarlas.)

Lok ha hecho un tema personal el de la seguridad en la red de redes; su quijotesco objetivo es que internet sea un lugar seguro para hacer negocios. Actualmente ni siquiera estamos cerca, dice Simon.

No parece importarle que su empresa de seis personas haya vendido solamente 70 cajas “Airlok”, ensambladas por el propio Lok y un pasante. Y tampoco que la empresa apunte a una cifra de ventas anuales apenas cercana al millón de dólares. Lok insiste en que es sólo una cuestión de tiempo antes de que gigantes como Cisco colapsen ante el asalto de su genio.

Otros que rompen el molde

Simon tiene un ego que no entraría en el Carnegie Hall y las habilidades técnicas para sostenerlo. A sus 26 años, tiene tres maestrías (una en ingeniería eléctrica y dos en ciencias de la computación) y para diciembre de este año completará un doctorado en interacción humana con ordenadores de la Universidad de Columbia. Nacido en Manhattan de padres inmigrantes chinos y educado en Queens, Simon es un trabajador obsesivo y compulsivo que dedica un mínimo de 14 horas al trabajo.

Otro caso fuera del estándar es Mark Vadon. A sus treinta y cuatro años es propietario y fundador de la empresa Blue Nile, especializada en anillos de compromiso, con una facturación de 154 millones de dólares anuales. Blue Nile ofrece las mismas piedras, la misma claridad y calidad, compradas a algunos de los proveedores tradicionales de Tiffany´s, sólo que a un precio promedio de 5.200 dólares versus los 9.500 dólares de Tiffany’s.

El secreto está en que cada transacción de Tiffany´s se realiza sobre cristal brillante y terciopelo, mientras que las de Blue Nile se efectúan en la frialdad del ciberespacio, a menudo por precios un 40% más bajos. La competencia está que trina, indignada ante esta manera de tratar a las gemas como si fueran commodities. Pero es que el glamour y la mística de los diamantes no entra en el universo mercantilista de Vadon.

Mark Vadon es un miembro singular en el ámbito de los joyeros estadounidenses, tradicionalmente compuesto por familias judías dedicadas generación tras generación al negocio de la joyería. Algunos llaman a Vadon, que no es judío, “el chico de Seattle”. Luce demasiado joven y no del todo elegante; sin embargo, supo imponer su nombre a pesar del desprecio de la competencia, y su carrera brillante continúa sin escollos.



Sergio Manaut
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