Voluntarios se reúnen en la estación de Westbahnhof en Viena para llevar alimentos y ropa a los refugiados sirios. Imagen: Alba Calejero.
Viena (Enviado especial). El convincente poder de los medios de comunicación para dictar al pueblo los temas sobre los que debe discutir ha quedado una vez más, en estos últimos días, demostrado por completo. Tras casi cuatro años y medio de guerra, y cerca de 3 millones de refugiados, Occidente pareció despertar por fin del letargo de la indiferencia.
Para ello hizo falta que se viralizara la muerte del más débil: así, la foto (presuntamente manipulada) de Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años ahogado en una playa de Turquía, dio la vuelta a todo el mundo, en una oleada de indignación y asombro.
La guerra en Siria
El conflicto contra el que clamaba Europa no era nuevo. Desde las primeras protestas en marzo de 2011, Siria se ha visto sumida en un caos bélico que ha implicado a factores que incluían a diversos grupos rebeldes, a las fuerzas del gobierno de Bashar Al-Asad, los intereses de potencias como Rusia o EE.UU., y, recientemente, un Estado Islámico que ha propiciado que enemigos irreconciliables se unan para enfrentarse a él.
En el ínterin, las balas golpeaban a la población civil, no la esfera política. Por ello, más de 3 millones de personas (4 millones, según afirma ACNUR) han huido de Siria desde que comenzara la guerra, ampliando el conflicto al refugiarse en regiones vecinas.
Hasta ahora, el estatus de los refugiados, más allá de los pocos países que accedían a acogerlos, quedaba muy en entredicho, ante el enorme volumen de personas (unas 6.000 dicen estimaciones) que abandonan el país a diario, buscando huir de la tragedia Siria, a menudo a regiones europeas.
Para ello hizo falta que se viralizara la muerte del más débil: así, la foto (presuntamente manipulada) de Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años ahogado en una playa de Turquía, dio la vuelta a todo el mundo, en una oleada de indignación y asombro.
La guerra en Siria
El conflicto contra el que clamaba Europa no era nuevo. Desde las primeras protestas en marzo de 2011, Siria se ha visto sumida en un caos bélico que ha implicado a factores que incluían a diversos grupos rebeldes, a las fuerzas del gobierno de Bashar Al-Asad, los intereses de potencias como Rusia o EE.UU., y, recientemente, un Estado Islámico que ha propiciado que enemigos irreconciliables se unan para enfrentarse a él.
En el ínterin, las balas golpeaban a la población civil, no la esfera política. Por ello, más de 3 millones de personas (4 millones, según afirma ACNUR) han huido de Siria desde que comenzara la guerra, ampliando el conflicto al refugiarse en regiones vecinas.
Hasta ahora, el estatus de los refugiados, más allá de los pocos países que accedían a acogerlos, quedaba muy en entredicho, ante el enorme volumen de personas (unas 6.000 dicen estimaciones) que abandonan el país a diario, buscando huir de la tragedia Siria, a menudo a regiones europeas.
Para garantizar la seguridad, la estación de Westbahnhof cuenta estos días con una patrulla de policía y varias ambulancias que podrían ayudar a los refugiados. Imagen: Alba Calejero.
Solidaridad europea
Para que eso cambiara, ha hecho falta la trágica historia de Aylan Kurdi, que ha abierto los ojos a un Occidente demasiado ocupado en cerrarlos ante los problemas que viven otras regiones. El primer paso lo dieron los miles de familias islandesas que se ofrecieron a acoger refugiados en sus hogares; el segundo, los gobiernos austriaco y alemán, al abrir sus fronteras para permitir el paso de los refugiados, sin restricciones.
Podría parecer que la apertura de dos fronteras en medio de Europa, ni siquiera en los límites del Espacio de Schengen de la Unión Europea, tiene poco sentido. Sin embargo, su eficacia ha sido palpable: países como Hungría han permitido el paso, o ayudado, a los refugiados que trataban de llegar al centro de Europa, al saber que una nación se comprometía a acoger a las personas una vez que hubieran cruzado la frontera.
El tener una actitud más abierta hacia esa acogida, agilizando la situación, tiene perfecta lógica cuando se acude al llamado Reglamento Dublín II para los refugiados, que establece que el primer país en acoger a un solicitante de asilo es quien deberá estudiar y tramitar la solicitud. Con la apertura de fronteras de Austria y Alemania, eso ha cambiado, pues ambos país tienen una suerte de compromiso de no devolver a solicitantes procedentes de Hungría, algo que podrían hacer según la ley comunitaria.
Para que eso cambiara, ha hecho falta la trágica historia de Aylan Kurdi, que ha abierto los ojos a un Occidente demasiado ocupado en cerrarlos ante los problemas que viven otras regiones. El primer paso lo dieron los miles de familias islandesas que se ofrecieron a acoger refugiados en sus hogares; el segundo, los gobiernos austriaco y alemán, al abrir sus fronteras para permitir el paso de los refugiados, sin restricciones.
Podría parecer que la apertura de dos fronteras en medio de Europa, ni siquiera en los límites del Espacio de Schengen de la Unión Europea, tiene poco sentido. Sin embargo, su eficacia ha sido palpable: países como Hungría han permitido el paso, o ayudado, a los refugiados que trataban de llegar al centro de Europa, al saber que una nación se comprometía a acoger a las personas una vez que hubieran cruzado la frontera.
El tener una actitud más abierta hacia esa acogida, agilizando la situación, tiene perfecta lógica cuando se acude al llamado Reglamento Dublín II para los refugiados, que establece que el primer país en acoger a un solicitante de asilo es quien deberá estudiar y tramitar la solicitud. Con la apertura de fronteras de Austria y Alemania, eso ha cambiado, pues ambos país tienen una suerte de compromiso de no devolver a solicitantes procedentes de Hungría, algo que podrían hacer según la ley comunitaria.
Una voluntaria de Caritas señala el punto donde se reúnen los refugiados al llegar a Westbahnhof. Imagen: Alba Calejero
La coordinación de la ayuda
La decisión tomada por los cancilleres Werner Faymann (austriaco) y Angela Merkel (alemana) tampoco habría tenido un gran efecto de no ser por la respuesta y el apoyo que ha recibido por parte de las organizaciones de ayuda y la población en general.
Las cifras, dichas llanamente, abruman: 25.000 refugiados han llegado ya a Austria desde el viernes pasado, de los cuales “unos 1.000 han permanecido en Austria. El resto han continuado el camino hacia Alemania, o hacia Suecia”, según afirma Martin Gantner, relaciones públicas de Caritas Viena, la organización responsable de coordinar la ayuda en la capital austriaca.
No es la única organización que ha participado en esta acción. También la Cruz Roja ofrece ayuda a los refugiados, y de igual modo lo hacen la policía y los trabajadores de la empresa estatal de transportes ÖBB, encargada de coordinar el flujo de refugiados hacia la capital austriaca y desde esta hacia otros países. El volumen de este es tal que ha sido necesario detener los trenes que entraban o salían de Hungría de manera temporal, para evitar el colapso de la red.
Asimismo, una decena de organizaciones estudiantiles han pasado a primera línea de la ayuda a los refugiados, al recaudar fondos para ayudar a comprar tickets que lleven a quienes lo deseen a otros países, fundamentalmente Alemania. Los refugiados pueden también solicitar asilo en Austria, y la misma posibilidad se le ofrece a los niños sin familia, que quedan de momento bajo la tutela de la policía, aunque, según Gantner, “no son muchos”.
La decisión tomada por los cancilleres Werner Faymann (austriaco) y Angela Merkel (alemana) tampoco habría tenido un gran efecto de no ser por la respuesta y el apoyo que ha recibido por parte de las organizaciones de ayuda y la población en general.
Las cifras, dichas llanamente, abruman: 25.000 refugiados han llegado ya a Austria desde el viernes pasado, de los cuales “unos 1.000 han permanecido en Austria. El resto han continuado el camino hacia Alemania, o hacia Suecia”, según afirma Martin Gantner, relaciones públicas de Caritas Viena, la organización responsable de coordinar la ayuda en la capital austriaca.
No es la única organización que ha participado en esta acción. También la Cruz Roja ofrece ayuda a los refugiados, y de igual modo lo hacen la policía y los trabajadores de la empresa estatal de transportes ÖBB, encargada de coordinar el flujo de refugiados hacia la capital austriaca y desde esta hacia otros países. El volumen de este es tal que ha sido necesario detener los trenes que entraban o salían de Hungría de manera temporal, para evitar el colapso de la red.
Asimismo, una decena de organizaciones estudiantiles han pasado a primera línea de la ayuda a los refugiados, al recaudar fondos para ayudar a comprar tickets que lleven a quienes lo deseen a otros países, fundamentalmente Alemania. Los refugiados pueden también solicitar asilo en Austria, y la misma posibilidad se le ofrece a los niños sin familia, que quedan de momento bajo la tutela de la policía, aunque, según Gantner, “no son muchos”.
Un grupo de refugiados se reúnen para descansar en las dependencias policiales de Westbahnhof. Imagen: Alba Calejero.
Los refugiados en Austria
El camino que han recorrido la mayoría de refugiados les ha llevado a pasar por Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría antes de llegar a Austria. Al alcanzar la frontera, desde donde el gobierno húngaro fleta autobuses con refugiados, mientras muchos de estos deciden atravesar a pie campo a través, comienza el trabajo de la Cruz Roja y Caritas.
Aunque ciudades como Salzburgo, Graz o Linz también están acogiendo refugiados en las estaciones, el foco principal es la capital del país, Viena. En ella, se han organizado “comités de bienvenida” en las estaciones de Hauptbahnhof y Westbahnhof, con puestos médicos improvisados y centros de recogida de mantas (o ropa en general) y comida.
“Es muy difícil calcular de manera exacta, pero el otro día lo intentamos y tenemos unos 750 voluntarios trabajando por los refugiados”, explica Gantner, refiriéndose a todo el territorio austriaco. Por otra parte, hablando de la ayuda de los ciudadanos no voluntarios, afirma que ya han ido a entregar mantas o comida “hasta siete mil personas”.
Reunidos los refugiados, y tras el primer trato para comprobar que se encuentran bien, se han habilitado zonas en los alrededores de las estaciones, y en estas mismas, para que duerman. 1000 personas duermen cada día en Westbahnhof, y otras 2000 en Hauptbahnhof. Además, las iglesias de la capital han abierto sus puertas para albergar a otros mil refugiados durante la noche.
El camino que han recorrido la mayoría de refugiados les ha llevado a pasar por Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia y Hungría antes de llegar a Austria. Al alcanzar la frontera, desde donde el gobierno húngaro fleta autobuses con refugiados, mientras muchos de estos deciden atravesar a pie campo a través, comienza el trabajo de la Cruz Roja y Caritas.
Aunque ciudades como Salzburgo, Graz o Linz también están acogiendo refugiados en las estaciones, el foco principal es la capital del país, Viena. En ella, se han organizado “comités de bienvenida” en las estaciones de Hauptbahnhof y Westbahnhof, con puestos médicos improvisados y centros de recogida de mantas (o ropa en general) y comida.
“Es muy difícil calcular de manera exacta, pero el otro día lo intentamos y tenemos unos 750 voluntarios trabajando por los refugiados”, explica Gantner, refiriéndose a todo el territorio austriaco. Por otra parte, hablando de la ayuda de los ciudadanos no voluntarios, afirma que ya han ido a entregar mantas o comida “hasta siete mil personas”.
Reunidos los refugiados, y tras el primer trato para comprobar que se encuentran bien, se han habilitado zonas en los alrededores de las estaciones, y en estas mismas, para que duerman. 1000 personas duermen cada día en Westbahnhof, y otras 2000 en Hauptbahnhof. Además, las iglesias de la capital han abierto sus puertas para albergar a otros mil refugiados durante la noche.
Los refugiados sirios también acuden por la noche a buscar mantas y comida en Westbahnhof. Imagen: Alba Calejero.
Un futuro incierto
El volumen de refugiados en los próximos días no se prevé que pare. Gantner afirma que la decisión está “a un nivel político”, y que las organizaciones seguirán ayudando hasta el último momento.
Las autoridades, por su parte, se muestran más cautas, especialmente después de que el volumen de refugiados superara en tanto al nivel previsto. Según el canciller austriaco en los próximos días habrá que avanzar hacia una postura de normalidad, volviendo a cerrar la frontera y analizando las solicitudes de la manera habitual.
Esa cierta ambigüedad podría explicarse por la situación que vive Austria ahora mismo, y que hace que la crisis humanitaria no haya llegado en el momento más propicio, a pesar de la respuesta. El Freiheitliche Partei Österreichs (FPÖ, o Partido de la Libertad de Austria) se convirtió en las pasadas elecciones en la tercera fuerza política, y su ideología de extrema derecha no favorece estas medidas de apoyo a los refugiados.
El volumen de refugiados en los próximos días no se prevé que pare. Gantner afirma que la decisión está “a un nivel político”, y que las organizaciones seguirán ayudando hasta el último momento.
Las autoridades, por su parte, se muestran más cautas, especialmente después de que el volumen de refugiados superara en tanto al nivel previsto. Según el canciller austriaco en los próximos días habrá que avanzar hacia una postura de normalidad, volviendo a cerrar la frontera y analizando las solicitudes de la manera habitual.
Esa cierta ambigüedad podría explicarse por la situación que vive Austria ahora mismo, y que hace que la crisis humanitaria no haya llegado en el momento más propicio, a pesar de la respuesta. El Freiheitliche Partei Österreichs (FPÖ, o Partido de la Libertad de Austria) se convirtió en las pasadas elecciones en la tercera fuerza política, y su ideología de extrema derecha no favorece estas medidas de apoyo a los refugiados.