Rata realizando pruebas cognitivas. Fuente: UAB.
Investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona han experimentado con ratas los efectos a largo plazo de la conducta de la madre con las crías.
La investigación, publicada en Frontiers in Behavioural Neuroscience, indica que una conducta materna adecuada puede compensar ciertos efectos negativos del estrés en la infancia y proteger ante el estrés en la edad adulta.
En humanos, la exposición a situaciones de estrés en la infancia tiene efectos a largo plazo sobre el comportamiento y el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, constituyendo uno de los principales factores de riesgo para desarrollar diversas psicopatologías. Para poder diseñar estrategias preventivas o terapéuticas de estos trastornos es importante disponer de modelos animales adecuados.
Los roedores, como la rata, son uno de estos modelos. Las crías están con la madre hasta el momento del destete, y el comportamiento de la madre hacia ellas tiene importantes consecuencias en la reactividad al estrés y los niveles de ansiedad de estas crías cuando son adultas.
Características del experimento
El trabajo de Silvia Fuentes y colaboradores ha sido dirigido por los doctores Roser Nadal y Antonio Armario, del Instituto de Neurociencias de la UAB. En este estudio se han investigado algunos de los efectos a largo plazo de un tratamiento estresante en la niñez. En la investigación el tratamiento de estrés ha consistido básicamente en restringir durante sólo unos días la cantidad de copos que utilizan los animales para construir los nidos. Al restringir los copos en la jaula donde vivían la madre y sus crías se alteraba el proceso de construcción del nido.
Mediante el estudio del comportamiento de 30 madres y sus 253 crías a lo largo de 21 días (hasta el destete) los investigadores han observado que, ante la situación de estrés provocada por la falta de copos la madre aumenta la atención hacia las crías, como si, de alguna manera, intentara compensar el estrés recibido.
Una vez que las crías se hacen adultas los investigadores han estudiado a lo largo de casi cuatro meses su comportamiento y cognición en diversas pruebas, así como la reactividad endocrina al estrés mediante los niveles de hormonas corticosterona y ACTH. Los científicos han evaluado tanto machos como hembras, porque los dos géneros pueden diferir en su reactividad al estrés.
La investigación, publicada en Frontiers in Behavioural Neuroscience, indica que una conducta materna adecuada puede compensar ciertos efectos negativos del estrés en la infancia y proteger ante el estrés en la edad adulta.
En humanos, la exposición a situaciones de estrés en la infancia tiene efectos a largo plazo sobre el comportamiento y el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, constituyendo uno de los principales factores de riesgo para desarrollar diversas psicopatologías. Para poder diseñar estrategias preventivas o terapéuticas de estos trastornos es importante disponer de modelos animales adecuados.
Los roedores, como la rata, son uno de estos modelos. Las crías están con la madre hasta el momento del destete, y el comportamiento de la madre hacia ellas tiene importantes consecuencias en la reactividad al estrés y los niveles de ansiedad de estas crías cuando son adultas.
Características del experimento
El trabajo de Silvia Fuentes y colaboradores ha sido dirigido por los doctores Roser Nadal y Antonio Armario, del Instituto de Neurociencias de la UAB. En este estudio se han investigado algunos de los efectos a largo plazo de un tratamiento estresante en la niñez. En la investigación el tratamiento de estrés ha consistido básicamente en restringir durante sólo unos días la cantidad de copos que utilizan los animales para construir los nidos. Al restringir los copos en la jaula donde vivían la madre y sus crías se alteraba el proceso de construcción del nido.
Mediante el estudio del comportamiento de 30 madres y sus 253 crías a lo largo de 21 días (hasta el destete) los investigadores han observado que, ante la situación de estrés provocada por la falta de copos la madre aumenta la atención hacia las crías, como si, de alguna manera, intentara compensar el estrés recibido.
Una vez que las crías se hacen adultas los investigadores han estudiado a lo largo de casi cuatro meses su comportamiento y cognición en diversas pruebas, así como la reactividad endocrina al estrés mediante los niveles de hormonas corticosterona y ACTH. Los científicos han evaluado tanto machos como hembras, porque los dos géneros pueden diferir en su reactividad al estrés.
Los resultados
"Los resultados han sido sorprendentes", declara Roser Nadal en la nota de prensa de la UAB.
"En algunos casos hemos observado una mejor adaptación a nuevas situaciones de estrés en la etapa adulta, como si la conducta materna aumentada hubiera podido compensar los efectos negativos del estrés, o como si el estrés recibido en la infancia fuera de una intensidad probablemente leve y "preparase" a las crías a enfrentarse mejor en un futuro a nuevas experiencias estresantes".
Los experimentos muestran que, al llegar a la edad adulta, las crías que han recibido la atención de sus madres durante la infancia están más protegidas ante las situaciones de estrés: tienen una menor reactividad endocrina al estrés y, ante nuevas situaciones estresantes, realizan estrategias más activas para afrontarlas. Además, muestran menos interés por situaciones nuevas, probablemente reflejo de una disminución de su "búsqueda de sensaciones", rasgo de personalidad que se ha asociado a la predisposición a las adicciones.
Algunos de los efectos "protectores" se han encontrado sólo en hembras: los animales hembra que han recibido más atención en la infancia son menos impulsivos cuando son adultos. En algunos casos los efectos del estrés no han sido positivos. Las ratas tratadas mostraban menos capacidad de atención en ciertas pruebas y, en el caso de ratas hembras, una conducta de tipo compulsivo.
Los resultados indican que una conducta materna adecuada podría compensar algunos efectos negativos del estrés y que la reactividad al estrés depende del tipo de situación que se evalúa y del género del individuo que lo padece.
"Los resultados han sido sorprendentes", declara Roser Nadal en la nota de prensa de la UAB.
"En algunos casos hemos observado una mejor adaptación a nuevas situaciones de estrés en la etapa adulta, como si la conducta materna aumentada hubiera podido compensar los efectos negativos del estrés, o como si el estrés recibido en la infancia fuera de una intensidad probablemente leve y "preparase" a las crías a enfrentarse mejor en un futuro a nuevas experiencias estresantes".
Los experimentos muestran que, al llegar a la edad adulta, las crías que han recibido la atención de sus madres durante la infancia están más protegidas ante las situaciones de estrés: tienen una menor reactividad endocrina al estrés y, ante nuevas situaciones estresantes, realizan estrategias más activas para afrontarlas. Además, muestran menos interés por situaciones nuevas, probablemente reflejo de una disminución de su "búsqueda de sensaciones", rasgo de personalidad que se ha asociado a la predisposición a las adicciones.
Algunos de los efectos "protectores" se han encontrado sólo en hembras: los animales hembra que han recibido más atención en la infancia son menos impulsivos cuando son adultos. En algunos casos los efectos del estrés no han sido positivos. Las ratas tratadas mostraban menos capacidad de atención en ciertas pruebas y, en el caso de ratas hembras, una conducta de tipo compulsivo.
Los resultados indican que una conducta materna adecuada podría compensar algunos efectos negativos del estrés y que la reactividad al estrés depende del tipo de situación que se evalúa y del género del individuo que lo padece.
Qué pasa en el cerebro
En 2011, científicos del Instituto Max Planck de Investigación Médica de Alemania también analizaron, en este caso en un experimento con ratones, el efecto de la atención materna en el cerebro de descendencia.
Descubrieron que una atención materna adecuada pone en marcha un mecanismo químico específico que afecta al cerebro incluso en la edad adulta. En la clave de este proceso estaría un neurotransmisor llamado neuropéptido Y (NPY).
Este neurotransmisor ha sido asociado a varios procesos fisiológicos cerebrales, como la memoria o el aprendizaje. Además, El NPY, que es la hormona peptídica más abundante del sistema nervioso central, está implicado en otros procesos, como la gestión del estrés, el desarrollo del comportamiento ansioso o la regulación del peso corporal.
Cuidados maternos en humanos
En 2009, científicos de la Universidad Ryerson de Canadá demostraron además que, en el caso de los humanos, el vínculo madre-bebé también afecta al desarrollo del cerebro de los niños y a los niveles de estrés de éstos en la vida adulta.
Se constató, en concreto, que la ausencia o la debilidad del vínculo madre-hijo en los primeros meses de vida de los pequeños está relacionada con la ansiedad, la depresión, la agresividad y la hostilidad de los descendientes, en otras épocas de sus vidas.
Asimismo, este estudio constató que la calidad del vínculo madre-hijo afecta al llamado Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HHA), un sistema que regula las reacciones ante situaciones de estrés, incluida la segregación de cortisona (hormona del estrés).
En 2011, científicos del Instituto Max Planck de Investigación Médica de Alemania también analizaron, en este caso en un experimento con ratones, el efecto de la atención materna en el cerebro de descendencia.
Descubrieron que una atención materna adecuada pone en marcha un mecanismo químico específico que afecta al cerebro incluso en la edad adulta. En la clave de este proceso estaría un neurotransmisor llamado neuropéptido Y (NPY).
Este neurotransmisor ha sido asociado a varios procesos fisiológicos cerebrales, como la memoria o el aprendizaje. Además, El NPY, que es la hormona peptídica más abundante del sistema nervioso central, está implicado en otros procesos, como la gestión del estrés, el desarrollo del comportamiento ansioso o la regulación del peso corporal.
Cuidados maternos en humanos
En 2009, científicos de la Universidad Ryerson de Canadá demostraron además que, en el caso de los humanos, el vínculo madre-bebé también afecta al desarrollo del cerebro de los niños y a los niveles de estrés de éstos en la vida adulta.
Se constató, en concreto, que la ausencia o la debilidad del vínculo madre-hijo en los primeros meses de vida de los pequeños está relacionada con la ansiedad, la depresión, la agresividad y la hostilidad de los descendientes, en otras épocas de sus vidas.
Asimismo, este estudio constató que la calidad del vínculo madre-hijo afecta al llamado Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HHA), un sistema que regula las reacciones ante situaciones de estrés, incluida la segregación de cortisona (hormona del estrés).