Imagen: Sebastian Anthony. Fuente: AlphaGalileo.
Un psicópata es una persona incapaz de empatizar con otros o de sentir remordimientos. Estos individuos suelen interactuar, además, con el resto de las personas como si éstas fuesen objetos a los que utilizar, para conseguir sus propios fines.
Aunque no todos los psicópatas son violentos, algunos sí lo son. Según investigadores de la Universidad de Montreal y del Instituto Universitario de Salud Mental de Montreal (Canadá), se calcula que uno de cada cinco delincuentes violentos padece una psicopatía.
Para tratar de comprender mejor el comportamiento de estas personas, los científicos canadienses han hecho un estudio sobre sus cerebros. Han llegado a la conclusión de que los delincuentes violentos y psicópatas tienen anomalías en las partes del cerebro relacionadas con el aprendizaje por castigo.
Análisis de 32 delincuentes
En un comunicado de la Universidad de Montreal difundido por AlphaGalileo, se explica que la investigación consistió en realizar escáneres de resonancia magnética a los cerebros de un grupo de personas, mientras estas completaban una tarea de combinación de imágenes.
Con esta tarea se evaluó su capacidad para ajustar su comportamiento a las consecuencias –positivas o negativas- que dicho comportamiento podía tener (con cada selección de combinación de imágenes se podía ganar o perder puntos).
Entre los participantes había 12 delincuentes violentos con trastorno antisocial de la personalidad y psicopatía, 20 delincuentes violentos con trastorno de personalidad antisocial, pero no con psicopatía; y 18 individuos no delincuentes sanos, de un grupo de control.
Los delincuentes habían sido condenados por asesinato, violación, intento de homicidio y lesiones graves. Todos ellos fueron reclutados en el Servicio de Libertad Condicional de Gran Bretaña.
Menos sustancia gris
Los científicos encontraron, en primer lugar, que los delincuentes violentos y psicópatas fallaron más en la tarea neuropsicológica encomendada, a la hora de aprender de las claves de "castigo" que se les imponían por no acertar con la combinación de imágenes (no eran capaces de adaptar su comportamiento a dichas claves, y seguían tomando malas decisiones a pesar de que se alargaron los periodos de decisión).
En los cerebros de estos mismos individuos (en comparación con los de los otros delincuentes y participantes) se detectó una reducción del volumen de la sustancia gris bilateral en la corteza prefrontal anterior y en unas zonas de los lóbulos temporales.
Estas regiones del cerebro están relacionadas con la empatía, el procesamiento de las emociones prosociales -como la culpa y la vergüenza- y el razonamiento moral.
También se detectaron anomalías en las fibras nerviosas de la sustancia blanca presente en el cíngulo posterior, que une la corteza cingulada posterior con la corteza prefrontal medial. Esta área, además de asociarse con la falta de empatía como las anteriores, está vinculada al aprendizaje a partir de recompensas y castigos.
Aunque no todos los psicópatas son violentos, algunos sí lo son. Según investigadores de la Universidad de Montreal y del Instituto Universitario de Salud Mental de Montreal (Canadá), se calcula que uno de cada cinco delincuentes violentos padece una psicopatía.
Para tratar de comprender mejor el comportamiento de estas personas, los científicos canadienses han hecho un estudio sobre sus cerebros. Han llegado a la conclusión de que los delincuentes violentos y psicópatas tienen anomalías en las partes del cerebro relacionadas con el aprendizaje por castigo.
Análisis de 32 delincuentes
En un comunicado de la Universidad de Montreal difundido por AlphaGalileo, se explica que la investigación consistió en realizar escáneres de resonancia magnética a los cerebros de un grupo de personas, mientras estas completaban una tarea de combinación de imágenes.
Con esta tarea se evaluó su capacidad para ajustar su comportamiento a las consecuencias –positivas o negativas- que dicho comportamiento podía tener (con cada selección de combinación de imágenes se podía ganar o perder puntos).
Entre los participantes había 12 delincuentes violentos con trastorno antisocial de la personalidad y psicopatía, 20 delincuentes violentos con trastorno de personalidad antisocial, pero no con psicopatía; y 18 individuos no delincuentes sanos, de un grupo de control.
Los delincuentes habían sido condenados por asesinato, violación, intento de homicidio y lesiones graves. Todos ellos fueron reclutados en el Servicio de Libertad Condicional de Gran Bretaña.
Menos sustancia gris
Los científicos encontraron, en primer lugar, que los delincuentes violentos y psicópatas fallaron más en la tarea neuropsicológica encomendada, a la hora de aprender de las claves de "castigo" que se les imponían por no acertar con la combinación de imágenes (no eran capaces de adaptar su comportamiento a dichas claves, y seguían tomando malas decisiones a pesar de que se alargaron los periodos de decisión).
En los cerebros de estos mismos individuos (en comparación con los de los otros delincuentes y participantes) se detectó una reducción del volumen de la sustancia gris bilateral en la corteza prefrontal anterior y en unas zonas de los lóbulos temporales.
Estas regiones del cerebro están relacionadas con la empatía, el procesamiento de las emociones prosociales -como la culpa y la vergüenza- y el razonamiento moral.
También se detectaron anomalías en las fibras nerviosas de la sustancia blanca presente en el cíngulo posterior, que une la corteza cingulada posterior con la corteza prefrontal medial. Esta área, además de asociarse con la falta de empatía como las anteriores, está vinculada al aprendizaje a partir de recompensas y castigos.
La importancia de la intervención temprana
Los autores del estudio, Sheilagh Hodgins y Nigel Blackwood, explican que los delincuentes psicópatas violentos tienen mayores tasas de reincidencia que otros delincuentes, y no se benefician de los programas de rehabilitación.
“Nuestra investigación revela por qué es, y esperamos pueda mejorar las intervenciones preventivas de la violencia y las terapias precoces para la modificación de comportamientos violentos”. Los problemas de conducta y los antecedentes de la psicopatía surgen temprano en la vida, cuando las intervenciones basadas en el aprendizaje aún tienen el potencial de alterar la estructura del cerebro y su funcionamiento.
En general, añaden los investigadores, los "delincuentes psicopáticos son diferentes de los delincuentes corrientes. Mientras que estos últimos son hipersensibles a las amenazas, irascibles y agresivos, los psicópatas responden poco a las amenazas, son fríos; y despliegan una agresividad premeditada".
Los psicópatas ante el dolor ajeno
Hace unos años, neurocientíficos de la Universidad de Chicago (EEUU) y de la Universidad de Nuevo México llevaron a cabo un estudio con 80 presos con diversos grados de psicopatía: alto, medio y bajo.
A todos ellos se les mostraron dos series de imágenes de vídeo sobre situaciones violentas o expresiones faciales de dolor. Al mismo tiempo, y también usando la resonancia magnética funcional, los investigadores observaron el cerebro de los participantes.
Como en el estudio de la Universidad de Montreal, se constató que, en aquellos con mayor grado de psicopatía, determinadas zonas cerebrales vinculadas a la empatía mostraban menor actividad que en el resto de los participantes. Estas áreas fueron la corteza prefrontal ventromedial, la corteza, orbitofrontal, la amígdala y la sustancia gris periacueductal. Pero también se reveló un aumento en la actividad de la corteza insular, vinculada con la valoración de las consecuencias, un resultado que no se esperaba.
Los psicópatas no violentos pueden pasar inadvertidos
Por otra parte, en el año 2010 se realizó en Estados Unidos otra investigación sobre el cerebro de los psicópatas, en este caso, no violentos, que reveló que estos también presentan anomalías cerebrales.
Las tienen en el sistema de recompensa del cerebro, y hacen que estos individuos den importancia por encima de todo a la satisfacción de sus propios intereses o necesidades, sin importarles los efectos de sus actos sobre otras personas o los peligros que puedan conllevar dichos actos. Eso no evita que este tipo de psicópatas tengan nociones sobre la mayoría de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo, y pasa inadvertido para la mayoría de la gente.
Los autores del estudio, Sheilagh Hodgins y Nigel Blackwood, explican que los delincuentes psicópatas violentos tienen mayores tasas de reincidencia que otros delincuentes, y no se benefician de los programas de rehabilitación.
“Nuestra investigación revela por qué es, y esperamos pueda mejorar las intervenciones preventivas de la violencia y las terapias precoces para la modificación de comportamientos violentos”. Los problemas de conducta y los antecedentes de la psicopatía surgen temprano en la vida, cuando las intervenciones basadas en el aprendizaje aún tienen el potencial de alterar la estructura del cerebro y su funcionamiento.
En general, añaden los investigadores, los "delincuentes psicopáticos son diferentes de los delincuentes corrientes. Mientras que estos últimos son hipersensibles a las amenazas, irascibles y agresivos, los psicópatas responden poco a las amenazas, son fríos; y despliegan una agresividad premeditada".
Los psicópatas ante el dolor ajeno
Hace unos años, neurocientíficos de la Universidad de Chicago (EEUU) y de la Universidad de Nuevo México llevaron a cabo un estudio con 80 presos con diversos grados de psicopatía: alto, medio y bajo.
A todos ellos se les mostraron dos series de imágenes de vídeo sobre situaciones violentas o expresiones faciales de dolor. Al mismo tiempo, y también usando la resonancia magnética funcional, los investigadores observaron el cerebro de los participantes.
Como en el estudio de la Universidad de Montreal, se constató que, en aquellos con mayor grado de psicopatía, determinadas zonas cerebrales vinculadas a la empatía mostraban menor actividad que en el resto de los participantes. Estas áreas fueron la corteza prefrontal ventromedial, la corteza, orbitofrontal, la amígdala y la sustancia gris periacueductal. Pero también se reveló un aumento en la actividad de la corteza insular, vinculada con la valoración de las consecuencias, un resultado que no se esperaba.
Los psicópatas no violentos pueden pasar inadvertidos
Por otra parte, en el año 2010 se realizó en Estados Unidos otra investigación sobre el cerebro de los psicópatas, en este caso, no violentos, que reveló que estos también presentan anomalías cerebrales.
Las tienen en el sistema de recompensa del cerebro, y hacen que estos individuos den importancia por encima de todo a la satisfacción de sus propios intereses o necesidades, sin importarles los efectos de sus actos sobre otras personas o los peligros que puedan conllevar dichos actos. Eso no evita que este tipo de psicópatas tengan nociones sobre la mayoría de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo, y pasa inadvertido para la mayoría de la gente.
Referencias bibliográficas:
Jean Decety, Laurie R. Skelly, Kent A. Kiehl. Brain Response to Empathy-Eliciting Scenarios Involving Pain in Incarcerated Individuals With Psychopathy. JAMA Psychiatry (2013). DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2013.27.
Sarah Gregory, R James Blair, Dominic ffytche, Andrew Simmons, Veena Kumari, Sheilagh Hodgins Nigel Blackwood. Punishment and the psychopath: an fMRI investigation of reinforcement learning in violent antisocial personality disordered men. Lancet Psychiatry (2015). DOI: 10.1016/S2215-0366(14)00071-6.
Jean Decety, Laurie R. Skelly, Kent A. Kiehl. Brain Response to Empathy-Eliciting Scenarios Involving Pain in Incarcerated Individuals With Psychopathy. JAMA Psychiatry (2013). DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2013.27.
Sarah Gregory, R James Blair, Dominic ffytche, Andrew Simmons, Veena Kumari, Sheilagh Hodgins Nigel Blackwood. Punishment and the psychopath: an fMRI investigation of reinforcement learning in violent antisocial personality disordered men. Lancet Psychiatry (2015). DOI: 10.1016/S2215-0366(14)00071-6.