Los primates tienen un sentido de la justicia similar al de los humanos

La igualdad se descubre como una necesidad para la vida de los grupos complejos


Una investigación realizada por primera vez para estudiar los comportamientos económicos de los monos capuchinos ha descubierto que los primates no humanos responden negativamente a una distribución injusta de la recompensa, llegando incluso a no realizar nuevos trabajos si se sienten injustamente tratados. De esta forma, el sentido de la justicia emerge como una capacidad innata en nuestra especie, ajena a la cultura, que además ha evolucionado desde nuestros antepasados los primates manifestándose como una necesidad para la vida de los grupos complejos. Por Vanessa Marsh.


Vanessa Marsh
27/09/2003

El sentido de la justicia es una necesidad para la vida de los grupos complejos y constituye una capacidad innata en nuestra especie que ha evolucionado desde nuestros antepasados los primates, según se desprende de los resultados de una investigación desarrollada para determinar el sentido de la justicia en grupos de monos capuchinos.

La investigación, que ha sido desarrollada por Sarah Brosnan y Frans de Waal, del Yerkes National Primate Research Center de Atlanta, adscrito a la Universidad Emory, pudo determinar que los primates no humanos responden negativamente a una distribución injusta de la recompensa, una reacción habitual en los seres humanos atribuida a un sentido universal de la justicia presente en la cultura de nuestra especie.

Los investigadores trabajaron con monos capuchinos, a los que entrenaron para realizar pequeños trabajos a cambio de una recompensa con comida. Cuando están solos, estos primates se conforman con cualquier regalo, pero actúan de manera diferente cuando el tratamiento es colectivo.

Cuando están en grupos, los primates que reciben menos comida que otros rechazan la recompensa si constatan que un compañero de su especie recibe mayor cantidad de comida por un trabajo igual o menor, llegando incluso a no realizar nuevos trabajos si se sienten injustamente tratados, lo que constituye la manifestación más primaria del ejercicio de la huelga.

Anclaje en los instintos

Este comportamiento se consideraba hasta ahora típicamente humano y fruto de la evolución de nuestra civilización, ya que los humanos, incluso desde niños, rechazamos con frecuencia una recompensa o compensación que no se corresponda con lo que consideramos apropiado o justo.

Por este motivo, el descubrimiento constituye un motivo de reflexión acerca de la naturaleza del sentido de la justicia en nuestra especie y del así llamado afán de lucro, ya que como sugieren científicos de Harvard, el sentido de la justicia puede basarse más en una [facultad moral innata]article: (pero no exclusiva de nuestra especie), que en una reflexión lógica, producto de una tradición cultural.

Para los autores de esta investigación, primera en su género, ha quedado de manifiesto la existencia de una sensibilidad instintiva hacia la igualdad en los primates no humanos, claramente contrarios a las desigualdades, lo que significa que el rechazo a la injusticia está más anclado en los instintos de nuestra especie que en nuestra cultura.

Tal como explican los artífices de esta investigación, que publica la revista Nature, el descubrimiento de este sentido de la justicia en los primates contradice las teorías económicas clásicas, según las cuales los individuos persiguen por encima de todo la satisfacción de sus particulares necesidades primarias.

Revisión teórica

Sin embargo, para estos primates sociales y sociables, el afán de lucro de un pepino es menos importante que el rechazo psicológico que inspira una retribución injusta por un trabajo, lo que desvela una actitud completamente irracional para los economistas.

Lo que refleja esta investigación es que para decidir si entran o no en un intercambio económico, los primates evalúan no sólo el atractivo de la recompensa, sino también que la comparan con la que reciben sus semejantes respecto al trabajo realizado.

Según esta investigación, cuando los individuos actúan en estado natural, sin condicionamientos culturales, buscan con la misma intensidad que la satisfacción de sus necesidades la cooperación con sus semejantes y unas relaciones de igualdad entre ellos.

Esta constatación obligará a revisar las teorías actuales, basadas en la competencia entre individuos para satisfacer las necesidades, para integrar otras motivaciones en los comportamientos económicos de nuestra especie.


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