Fuente: PhotoXpress.
Son varios los estudios que demuestran que un uso excesivo de Internet está asociado a la depresión, aunque sin despejar la incógnita causa-efecto, es decir, si las personas deprimidas se sienten más atraídas por Internet o si es su uso excesivo la causa de la depresión.
Lo que sí queda claro es que un exceso de horas frente a la pantalla del ordenador puede generar toda una sintomatología patológica en los usuarios que los vuelve irritables, obsesivos y tendentes a la frustración.
Un nuevo estudio realizado ahora por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri, en Estados Unidos, ha puesto de manifiesto que los estudiantes que muestran signos de depresión tienden a utilizar Internet de forma diferente al resto.
Según explica la Universidad en un comunicado, se trata del primer estudio realizado con datos reales sobre el uso de Internet, una forma mucho más precisa para evaluar los comportamientos en la red de redes.
A partir del mismo, sus precursores pretenden desarrollar un software capaz de controlar el uso de Internet y alertar al usuario sobre si sus patrones de comportamiento en la red revelarán síntomas de depresión. “El software sería una herramienta casera y rentable que podría incitar a los usuarios a buscar ayuda médica si sus patrones en el uso de Internet indicaran una posible depresión”, explica el doctor Sriram Chellappan, profesor asistente de Informática en Missouri e investigador principal de estudio.
Lo que sí queda claro es que un exceso de horas frente a la pantalla del ordenador puede generar toda una sintomatología patológica en los usuarios que los vuelve irritables, obsesivos y tendentes a la frustración.
Un nuevo estudio realizado ahora por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri, en Estados Unidos, ha puesto de manifiesto que los estudiantes que muestran signos de depresión tienden a utilizar Internet de forma diferente al resto.
Según explica la Universidad en un comunicado, se trata del primer estudio realizado con datos reales sobre el uso de Internet, una forma mucho más precisa para evaluar los comportamientos en la red de redes.
A partir del mismo, sus precursores pretenden desarrollar un software capaz de controlar el uso de Internet y alertar al usuario sobre si sus patrones de comportamiento en la red revelarán síntomas de depresión. “El software sería una herramienta casera y rentable que podría incitar a los usuarios a buscar ayuda médica si sus patrones en el uso de Internet indicaran una posible depresión”, explica el doctor Sriram Chellappan, profesor asistente de Informática en Missouri e investigador principal de estudio.
El estudio
Chellappan y sus colegas investigadores recogieron durante un mes el tráfico de datos de Internet generado en la red del campus por 216 estudiantes de pregrado de Missouri. La información se recopiló de forma anónima y discreta, y a los jóvenes que participaron en el estudio se les asignó un seudónimo para mantener oculta su identidad.
Previamente, se les sometió a un examen médico para determinar si presentaban síntomas de depresión. Entonces los investigadores analizaron los datos de uso en la red, correspondientes a febrero de 2011, detectando que quienes mostraban actitudes depresivas utilizaban Internet de manera muy diferente al resto de participantes en el estudio.
En concreto, los estudiantes deprimidos tendían a utilizar servicios para compartir archivos, enviar correos electrónicos y chatear con más frecuencia que los demás compañeros. También solían usar más “paquetes por flujo”, es decir, aplicaciones que requieren gran ancho de banda, asociadas normalmente con videos y juegos online.
Asimismo, estos jóvenes tendían a usar Internet de una manera más “aleatoria” –pasando de una a otra aplicación con frecuencia, de los juegos al chat o al correo electrónico. Chellappan piensa que este uso aleatorio puede indicar problemas de concentración, una característica asociada con la depresión.
Con el análisis conjunto de todos los datos obtenidos, los investigadores llegaron a la conclusión de que los estudiantes identificados previamente con síntomas de depresión utilizaron Internet de manera diferente al resto. Basándose en la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D), un 30% de los participantes en el estudio cumplió los criterios mínimos para la depresión. A nivel nacional, estudios previos demostraron que entre el 10 y el 40% de todos los estudiantes estadounidenses sufre depresión.
Sin embargo, a diferencia de los anteriores, el de Missouri es el primero que utiliza datos reales, recogidos discretamente y de forma anónima, para asociar el uso de Internet con signos de depresión. La investigación previa se ha basado en encuestas, “un mecanismo mucho menos preciso para evaluar cómo la gente usa Internet”, asegura Chellappan.
“Esto se debe a que cuando se pregunta a los estudiantes sobre su volumen y tipo de actividad en Internet, la información que se aporta es limitada, debido a que los recuerdos se desvanecen con el tiempo”, matiza el profesor. “Puede haber errores y sesgos de conveniencia social cuando los estudiantes informan sobre su propio uso de Internet”, añade. El sesgo de deseabilidad social se refiere a la tendencia de los encuestados a responder de una forma que sea valorada de forma positiva por los demás.
Chellappan y sus colegas investigadores recogieron durante un mes el tráfico de datos de Internet generado en la red del campus por 216 estudiantes de pregrado de Missouri. La información se recopiló de forma anónima y discreta, y a los jóvenes que participaron en el estudio se les asignó un seudónimo para mantener oculta su identidad.
Previamente, se les sometió a un examen médico para determinar si presentaban síntomas de depresión. Entonces los investigadores analizaron los datos de uso en la red, correspondientes a febrero de 2011, detectando que quienes mostraban actitudes depresivas utilizaban Internet de manera muy diferente al resto de participantes en el estudio.
En concreto, los estudiantes deprimidos tendían a utilizar servicios para compartir archivos, enviar correos electrónicos y chatear con más frecuencia que los demás compañeros. También solían usar más “paquetes por flujo”, es decir, aplicaciones que requieren gran ancho de banda, asociadas normalmente con videos y juegos online.
Asimismo, estos jóvenes tendían a usar Internet de una manera más “aleatoria” –pasando de una a otra aplicación con frecuencia, de los juegos al chat o al correo electrónico. Chellappan piensa que este uso aleatorio puede indicar problemas de concentración, una característica asociada con la depresión.
Con el análisis conjunto de todos los datos obtenidos, los investigadores llegaron a la conclusión de que los estudiantes identificados previamente con síntomas de depresión utilizaron Internet de manera diferente al resto. Basándose en la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D), un 30% de los participantes en el estudio cumplió los criterios mínimos para la depresión. A nivel nacional, estudios previos demostraron que entre el 10 y el 40% de todos los estudiantes estadounidenses sufre depresión.
Sin embargo, a diferencia de los anteriores, el de Missouri es el primero que utiliza datos reales, recogidos discretamente y de forma anónima, para asociar el uso de Internet con signos de depresión. La investigación previa se ha basado en encuestas, “un mecanismo mucho menos preciso para evaluar cómo la gente usa Internet”, asegura Chellappan.
“Esto se debe a que cuando se pregunta a los estudiantes sobre su volumen y tipo de actividad en Internet, la información que se aporta es limitada, debido a que los recuerdos se desvanecen con el tiempo”, matiza el profesor. “Puede haber errores y sesgos de conveniencia social cuando los estudiantes informan sobre su propio uso de Internet”, añade. El sesgo de deseabilidad social se refiere a la tendencia de los encuestados a responder de una forma que sea valorada de forma positiva por los demás.
Sriram Chellappan. Fuente: MST.
El software
Una vez concluido el estudio, cuyos resultados serán publicados en el próximo número de la revista IEEE de Tecnología y Sociedad, el objetivo de Chellappan es usar estos hallazgos para desarrollar un software que pueda instalarse en ordenadores personales para ayudar a determinar si los patrones en el uso de Internet pueden indicar depresión.
Al mismo tiempo, los investigadores creen que el método utilizado para relacionar el uso de Internet y la depresión también podría ayudar a diagnosticar otros trastornos mentales como la anorexia, la bulimia, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o la esquizofrenia.
“También podríamos investigar la asociación entre otras tendencias de Internet, como la visita a redes sociales, su uso nocturno o el constante salto de una página a otra con los síntomas depresivos”, subraya Chellappan.
“Las aplicaciones de este estudio para diagnosticar y tratar los trastornos mentales de otros grupos vulnerables como los ancianos y los veteranos de guerra también serán importantes”, augura.
Una vez concluido el estudio, cuyos resultados serán publicados en el próximo número de la revista IEEE de Tecnología y Sociedad, el objetivo de Chellappan es usar estos hallazgos para desarrollar un software que pueda instalarse en ordenadores personales para ayudar a determinar si los patrones en el uso de Internet pueden indicar depresión.
Al mismo tiempo, los investigadores creen que el método utilizado para relacionar el uso de Internet y la depresión también podría ayudar a diagnosticar otros trastornos mentales como la anorexia, la bulimia, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o la esquizofrenia.
“También podríamos investigar la asociación entre otras tendencias de Internet, como la visita a redes sociales, su uso nocturno o el constante salto de una página a otra con los síntomas depresivos”, subraya Chellappan.
“Las aplicaciones de este estudio para diagnosticar y tratar los trastornos mentales de otros grupos vulnerables como los ancianos y los veteranos de guerra también serán importantes”, augura.