La comunidad científica actual ha aumentado considerablemente su importancia social, pero en gran medida permanece oculta para el observador externo formando una nueva versión del Colegio Invisible de los científicos europeos del siglo XVII, según Carolina S. Wagner, informa la AAAS. En ese periodo histórico, los científicos vivían aislados y sólo se comunicaban entre sí mediante el correo, una situación que se reproduce de alguna forma entre los científicos actuales: aunque la ciencia ha evolucionado mucho en los últimos trescientos años, en la actualidad está organizada en redes informales que siguen el interés investigador de cada uno de los científicos y adolece de una orientación global que no sólo la hace invisible a la sociedad, sino que dificulta su relación con los poderes establecidos. Los grandes proyectos científicos nacionales, como la Nasa o el CERN de Ginebra, son sólo la punta del iceberg del conocimiento científico, en términos de proyectos de investigación que existen en el mundo. Lo más importante no está a la vista, concluye Wagner, sino que sigue una dinámica muchas veces desconectada de su entorno que no garantiza tampoco el óptimo aprovechamiento de todo su potencial.