Neng Gong and colleagues/Current Biology 2015
Investigadores de la Academia China de Ciencias han confirmado categóricamente que los monos pueden aprender a reconocer su figura en un espejo, si son adecuadamente entrenados para ello.
Ya en el año 2015 habían publicado en la revista Cell Press Current Biology un artículo en el que detallaban el primer experimento que dio lugar a esta conclusión.
En esta primera investigación, los macacos fueron entrenados mediante un láser irritante que se proyectaba en sus caras mientras estaban delante de un espejo. De esta forma, asociaban los movimientos del láser con sus gestos y aprendieron a descubrirse en el espejo. Llegó un momento en que se fijaban en la marca de la cara, ante el espejo, sin necesidad de que el láser fuera molesto.
La mayoría de los monos entrenados mostraron típicas conductas inducidas por el espejo, como tocar la marca láser en la cara o el oído y luego mirar y oler sus dedos como si estuvieran pensando algo como, "¿qué es eso que hay en mi cara?" También usaron los espejos de otras maneras que no fueron inducidas por los investigadores, para inspeccionar otras partes del cuerpo.
"Nuestros hallazgos sugieren que el cerebro de los monos tiene el "hardware" básico, pero que necesitan un entrenamiento adecuado para adquirir el "software" que les permite llegar al auto-reconocimiento", explicó Neng Gong, de la Academia China de Ciencias, autor principal de la investigación en un comunicado.
En consecuencia, “la autoconciencia corporal puede ser una capacidad cognitiva presente en muchas más especies de las que se pensaba, y la adquisición de asociaciones visuales y propioceptivas precisas en imágenes que aparecen el espejo es crucial para demostrar la habilidad de autoconsciencia del animal”, concluían los autores de aquel primer estudio.
Ya en el año 2015 habían publicado en la revista Cell Press Current Biology un artículo en el que detallaban el primer experimento que dio lugar a esta conclusión.
En esta primera investigación, los macacos fueron entrenados mediante un láser irritante que se proyectaba en sus caras mientras estaban delante de un espejo. De esta forma, asociaban los movimientos del láser con sus gestos y aprendieron a descubrirse en el espejo. Llegó un momento en que se fijaban en la marca de la cara, ante el espejo, sin necesidad de que el láser fuera molesto.
La mayoría de los monos entrenados mostraron típicas conductas inducidas por el espejo, como tocar la marca láser en la cara o el oído y luego mirar y oler sus dedos como si estuvieran pensando algo como, "¿qué es eso que hay en mi cara?" También usaron los espejos de otras maneras que no fueron inducidas por los investigadores, para inspeccionar otras partes del cuerpo.
"Nuestros hallazgos sugieren que el cerebro de los monos tiene el "hardware" básico, pero que necesitan un entrenamiento adecuado para adquirir el "software" que les permite llegar al auto-reconocimiento", explicó Neng Gong, de la Academia China de Ciencias, autor principal de la investigación en un comunicado.
En consecuencia, “la autoconciencia corporal puede ser una capacidad cognitiva presente en muchas más especies de las que se pensaba, y la adquisición de asociaciones visuales y propioceptivas precisas en imágenes que aparecen el espejo es crucial para demostrar la habilidad de autoconsciencia del animal”, concluían los autores de aquel primer estudio.
Vuelta de tuerca
Ahora, los investigadores han dado una vuelta de tuerca al experimento y lo explican en un nuevo artículo, esta vez publicado en la revista PNAS.
Este segundo artículo sale al encuentro de las críticas recibidas por el primer experimento, ya que algunos investigadores plantearon que cuando alguno de los macacos no superaba la prueba láser ante el espejo, podía deberse a que no entendían el mecanismo de la imagen reflejada en el espejo.
En esta segunda ocasión, los investigadores enseñaron primero a un grupo de macacos cómo funciona un espejo y después repitieron la prueba anterior. Para conseguirlo, empezaron por dirigir el láser al espejo situado delante del mono, en vez de a la cara, para enseñarle a relacionar los movimientos de la luz con el espejo.
De esta forma descubrieron que, una vez aprendido el mecanismo, los monos reconocían la marca láser en su cara frente al espejo, y se tocaban y olían su mano para inspeccionarla. Además, se valían del espejo para explorar partes del cuerpo ocultas a los ojos, como los genitales, y para acicalarse.
En esta ocasión, además, todos los monos del experimento pasaron la prueba, por lo que en opinión de los investigadores se demuestra que son capaces de reconocerse ante el espejo y que tienen conciencia de sí mismos. Las dudas sobre el experimento anterior se han disipado.
Los hallazgos en monos constituyen una noticia esperanzadora para las personas que no pueden reconocerse en el espejo debido a trastornos cerebrales como el retraso mental, el autismo, la esquizofrenia o la enfermedad de Alzheimer, dicen los investigadores.
A la capacidad de reconocerse en el espejo de otros animales nos hemos referido en anteriores artículos. En uno de ellos, también de 2015, informamos que los perros también tienen conciencia propia, desarrollando una variante del “test del espejo”. En otro artículo, de 2008, informamos también de que las urracas pueden reconocerse a sí mismas frente a un espejo y que otros animales han pasado esta prueba, como los delfines o los primates.
Ahora, los investigadores han dado una vuelta de tuerca al experimento y lo explican en un nuevo artículo, esta vez publicado en la revista PNAS.
Este segundo artículo sale al encuentro de las críticas recibidas por el primer experimento, ya que algunos investigadores plantearon que cuando alguno de los macacos no superaba la prueba láser ante el espejo, podía deberse a que no entendían el mecanismo de la imagen reflejada en el espejo.
En esta segunda ocasión, los investigadores enseñaron primero a un grupo de macacos cómo funciona un espejo y después repitieron la prueba anterior. Para conseguirlo, empezaron por dirigir el láser al espejo situado delante del mono, en vez de a la cara, para enseñarle a relacionar los movimientos de la luz con el espejo.
De esta forma descubrieron que, una vez aprendido el mecanismo, los monos reconocían la marca láser en su cara frente al espejo, y se tocaban y olían su mano para inspeccionarla. Además, se valían del espejo para explorar partes del cuerpo ocultas a los ojos, como los genitales, y para acicalarse.
En esta ocasión, además, todos los monos del experimento pasaron la prueba, por lo que en opinión de los investigadores se demuestra que son capaces de reconocerse ante el espejo y que tienen conciencia de sí mismos. Las dudas sobre el experimento anterior se han disipado.
Los hallazgos en monos constituyen una noticia esperanzadora para las personas que no pueden reconocerse en el espejo debido a trastornos cerebrales como el retraso mental, el autismo, la esquizofrenia o la enfermedad de Alzheimer, dicen los investigadores.
A la capacidad de reconocerse en el espejo de otros animales nos hemos referido en anteriores artículos. En uno de ellos, también de 2015, informamos que los perros también tienen conciencia propia, desarrollando una variante del “test del espejo”. En otro artículo, de 2008, informamos también de que las urracas pueden reconocerse a sí mismas frente a un espejo y que otros animales han pasado esta prueba, como los delfines o los primates.
Referencia
Spontaneous expression of mirror self-recognition in monkeys after learning precise visual-proprioceptive association for mirror images. PNAS. DOI10.1073/pnas.1620764114
Mirror-Induced Self-Directed Behaviors in Rhesus Monkeys after Visual-Somatosensory Training. Current Biology. Volume 25, Issue 2, p212–217, 19 January 2015. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2014.11.016
Spontaneous expression of mirror self-recognition in monkeys after learning precise visual-proprioceptive association for mirror images. PNAS. DOI10.1073/pnas.1620764114
Mirror-Induced Self-Directed Behaviors in Rhesus Monkeys after Visual-Somatosensory Training. Current Biology. Volume 25, Issue 2, p212–217, 19 January 2015. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2014.11.016