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La confianza en sí mismo y el alto nivel de autoestima son unas de las principales características de un buen líder. Y esta confianza puede manifestarse de varias formas y ser parte de varios tipos de personalidades, entre ellos la narcisista, en la que se llega al extremo de creerse mejor que todos los demás, ser arrogante, considerar que se tienen dones únicos que los otros no poseen, explotar a los subordinados, etc.
Es posible que muchas personas admiren este tipo de líderes fuertes que actúan pensando que son mejores que el resto de quienes trabajan con ellos y que, la mayoría de las veces, logran lo que se proponen. Otras se sienten intimidadas, les tienen miedo y no se atreven a expresarles sus ideas u opiniones. Pero hay otro grupo que considera estas características como un exceso y como algo negativo para un equipo de trabajo.
¿Quién está en lo correcto? Una nueva investigación de la sicóloga organizacional Kathy Schnure analizó los efectos de los líderes narcisos en una organización y encontró que, aunque aquellos que tienen fuertes tendencias narcisistas son percibidos como poseedores de un mayor potencial de liderazgo, en el largo plazo las características negativas de este tipo de personalidad salen a flote y son perjudiciales para una empresa, por lo que es mejor evitar incluir personas así dentro de la nómina.
El estudio fue realizado evaluando y comparando la calificación de potencial de liderazgo en personas con altos niveles de narcisismo y otras con niveles bajos o promedio. Los resultados fueron presentados en la edición número 25 de la conferencia anual “Society for Industrial and Organizational Psychology” en Atlanta, Georgia, entre abril 8 y 10 de 2010.
Es posible que muchas personas admiren este tipo de líderes fuertes que actúan pensando que son mejores que el resto de quienes trabajan con ellos y que, la mayoría de las veces, logran lo que se proponen. Otras se sienten intimidadas, les tienen miedo y no se atreven a expresarles sus ideas u opiniones. Pero hay otro grupo que considera estas características como un exceso y como algo negativo para un equipo de trabajo.
¿Quién está en lo correcto? Una nueva investigación de la sicóloga organizacional Kathy Schnure analizó los efectos de los líderes narcisos en una organización y encontró que, aunque aquellos que tienen fuertes tendencias narcisistas son percibidos como poseedores de un mayor potencial de liderazgo, en el largo plazo las características negativas de este tipo de personalidad salen a flote y son perjudiciales para una empresa, por lo que es mejor evitar incluir personas así dentro de la nómina.
El estudio fue realizado evaluando y comparando la calificación de potencial de liderazgo en personas con altos niveles de narcisismo y otras con niveles bajos o promedio. Los resultados fueron presentados en la edición número 25 de la conferencia anual “Society for Industrial and Organizational Psychology” en Atlanta, Georgia, entre abril 8 y 10 de 2010.
Líderes narcisos, ¿negativos o positivos?
Al hablar de la parte positiva hallada en su investigación con respecto al liderazgo de personas con altos niveles de narcisismo, la sicóloga explica que por su carisma y sus habilidades a la hora de convencer a otros para que acepten sus puntos de vista, estas personas pueden obtener un desempeño positivo. “Esos resultados indicarían que la visión, la confianza en sí mismo y el orgullo por sus propios logros podría traducirse en un liderazgo efectivo en una organización o equipo”, afirma ella.
Pero, así mismo, Schnure aclara que el lado positivo de los narcisos tiene una cara muy negativa que termina siendo perjudicial para una empresa debido a que este tipo de personas no son buenas para trabajar con otros. Ella explica, además que no todos los líderes carismáticos son necesariamente narcisos: “Los líderes carismáticos no son explotadores; ellos no pisotean a los demás para alcanzar lo que desean. Por el contrario, ellos demuestran simpatía hacia los empleados”.
Y es que esa forma de ser que hace que muchos admiren a una persona y construyan alrededor de esta una imagen de líder creíble y de ejemplo a seguir encuentra un límite que no le permite ser sostenible y en el que se agotan sus efectos positivos.
De acuerdo con Schnure, quienes trabajan alrededor de un líder narciso empiezan a conocer su forma de actuar y esta pierde su efecto persuasivo convirtiéndose en algo tóxico para un equipo de trabajo.
Una personalidad que en un principio es admirada y percibida como ejemplar pasa a ser despreciada por todos aquellos a quienes ha explotado y menospreciado. Además, una persona que causa temor jamás motivará a la libre expresión y a que los empleados compartan tranquilamente sus ideas y opiniones.
El papel de los directivos
Por todo lo anterior, la sicóloga recomienda a los directivos evitar este tipo de personas dentro de sus organizaciones, tener presentes los rasgos narcisistas antes de contratar a alguien e, incluso, de promover un empleado actual debido a que, según afirma ella, no se trata de formas de ser que puedan cambiarse una vez una persona haga parte de una empresa, sino que lo mínimo que puede hacerse es tratar de controlarlas.
Los directivos no deben olvidar que un buen líder no solo debe ser carismático y mostrarse seguro de sí mismo, sino que, además, esas características deben combinarse adecuadamente con una buena capacidad de relacionarse con otros, de oírlos, entenderlos, ayudarlos, tratarlos y generar un ambiente de convivencia que beneficie a la empresa y a quienes hacen parte de ella.
Al hablar de la parte positiva hallada en su investigación con respecto al liderazgo de personas con altos niveles de narcisismo, la sicóloga explica que por su carisma y sus habilidades a la hora de convencer a otros para que acepten sus puntos de vista, estas personas pueden obtener un desempeño positivo. “Esos resultados indicarían que la visión, la confianza en sí mismo y el orgullo por sus propios logros podría traducirse en un liderazgo efectivo en una organización o equipo”, afirma ella.
Pero, así mismo, Schnure aclara que el lado positivo de los narcisos tiene una cara muy negativa que termina siendo perjudicial para una empresa debido a que este tipo de personas no son buenas para trabajar con otros. Ella explica, además que no todos los líderes carismáticos son necesariamente narcisos: “Los líderes carismáticos no son explotadores; ellos no pisotean a los demás para alcanzar lo que desean. Por el contrario, ellos demuestran simpatía hacia los empleados”.
Y es que esa forma de ser que hace que muchos admiren a una persona y construyan alrededor de esta una imagen de líder creíble y de ejemplo a seguir encuentra un límite que no le permite ser sostenible y en el que se agotan sus efectos positivos.
De acuerdo con Schnure, quienes trabajan alrededor de un líder narciso empiezan a conocer su forma de actuar y esta pierde su efecto persuasivo convirtiéndose en algo tóxico para un equipo de trabajo.
Una personalidad que en un principio es admirada y percibida como ejemplar pasa a ser despreciada por todos aquellos a quienes ha explotado y menospreciado. Además, una persona que causa temor jamás motivará a la libre expresión y a que los empleados compartan tranquilamente sus ideas y opiniones.
El papel de los directivos
Por todo lo anterior, la sicóloga recomienda a los directivos evitar este tipo de personas dentro de sus organizaciones, tener presentes los rasgos narcisistas antes de contratar a alguien e, incluso, de promover un empleado actual debido a que, según afirma ella, no se trata de formas de ser que puedan cambiarse una vez una persona haga parte de una empresa, sino que lo mínimo que puede hacerse es tratar de controlarlas.
Los directivos no deben olvidar que un buen líder no solo debe ser carismático y mostrarse seguro de sí mismo, sino que, además, esas características deben combinarse adecuadamente con una buena capacidad de relacionarse con otros, de oírlos, entenderlos, ayudarlos, tratarlos y generar un ambiente de convivencia que beneficie a la empresa y a quienes hacen parte de ella.