Los incendios forestales de Australia adquieren dimensiones apocalípticas

Han emitido más CO2 a la atmósfera que 49 millones de españoles en un año


Los incendios forestales de Australia son una catástrofe no solo para el medioambiente, sino también para la vida animal y microbiana con impacto apocalíptico sobre la biodiversidad y la salud humana en todo el mundo. Por Victoria López Rodas y Eduardo Costas (*).


Victoria López Rodas y Eduardo Costas.
10/01/2020

Imaginemos una catástrofe brutal en la que la mitad de toda la superficie arbolada de España ardiese en un incendio apocalíptico.
 
Esa es aproximadamente la superficie que, desde el pasado mes de octubre, ha ardido en Australia en una serie ininterrumpida de incendios forestales. El humo que se produjo ya ha alcanzado Sudamérica. Dará varias veces la vuelta al mundo.
 
Y la devastación está muy lejos de acabar. Se hace muy poco y los incendios seguirán.
 
En los últimos años, los incendios forestales están aumentando de forma incontrolada: basta recordar la quema catastrófica de la Amazonía brasileña, los incendios que devastaron Portugal, o los descomunales fuegos que arrasaron California…
 
Las cifras horrorizan: en 2016 la pérdida de bosques por incendios forestales se incrementó un 51% respecto al 2015. Solo en ese año, en el mundo se quemó aproximadamente el doble de toda la masa forestal española.
 
Sorprendentemente, la preocupación por los incendios forestales y la intensidad de la lucha contra esta peligrosa lacra, es mucho menor de lo que debiera: incluso entre mucha de la gente concienciada por el cambio climático y por el medio ambiente, no se percibe como la descomunal catástrofe que es en realidad.
 
Pero los incendios forestales son una verdadera tragedia en la lucha contra el cambio climático: se trata de una de las principales causas de liberación de CO2 a la atmósfera.
 
Más toneladas de CO2 a la atmósfera
 
Se estima que, hasta el momento, los incendios de Australia han emitido más 250 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Y lo que falta.
 
Podemos efectuar un sencillo cálculo para darnos cuenta de cuanto es esto: Recordemos que, de media, cada español emite aproximadamente 5,7 toneladas de CO2 al año.
 
Basta una sencilla división para darse cuenta de la magnitud del desastre: emitir 250 millones de toneladas de CO2 es el equivalente a lo que emiten 43.859649 españoles en un año.
 
Y aún estamos lejos de que se acaben estos incendios. Para entonces el CO2 emitido por los incendios forestales australianos seguramente supere al emitido por todos los españoles.
 
A nivel planetario la situación es abrumadora: los incendios forestales están emitiendo al año aproximadamente el doble de CO2 que toda la industria de combustibles fósiles de la Unión Europea.
 
Seguramente limitar la producción de CO2 en los sectores de generación de energía y de transporte nos cueste un considerable esfuerzo. Pero es totalmente absurdo no emplear los recursos suficientes para reducir al mínimo los incendios forestales.
 
Catástrofe para la vida
 
Además, los incendios forestales también son catastróficos para la biodiversidad. Más de 500 millones de animales han muerto hasta ahora en los incendios australianos, pero la realidad es muchísimo peor: en realidad solo estamos contabilizando a mamíferos (koalas, canguros…), aves, reptiles y anfibios, esto es animales de tamaño medio y grande.
 
Pero la cantidad de pequeños animales (insectos, tartígrados, ácaros, anélidos…) es imposible de estimar, aunque seguramente se contarán en muchísimos billones. Y la catástrofe en plantas de sotobosque y hongos también debe ser descomunal.
 
Mucho peor es el caso de los microorganismos edáficos (bacterias, levaduras, microalgas…), esenciales para mantener los ciclos biogeoquímicos que permiten la vida en el planeta.
 
Su pérdida también debe ser ingente. Para hacernos una idea basta pensar que, en algunos bosques, estos pequeños organismos y microbios del suelo superan en masa a la totalidad de los árboles.
 
Es altamente probable que incluso varias especies de estos pequeños organismos, aún desconocidas para la ciencia, se hayan extinguido para siempre.
 
Canguros, o koalas son animales “bandera”: nos llaman la atención y nos enternecen. Sentimos empatía hacia ellos. Por el contrario, las pequeñas plantas, hongos, animales diminutos, o microorganismos, nos pasan totalmente desapercibidos.

¿Máxima relevancia?
 
Pero, aunque no los tengamos en cuenta, muchos de estos pequeños organismos son especies con una interesante historia evolutiva y, a menudo, juegan un papel ecológico muy relevante. Además, desde un punto de vista aplicado algunos de ellos pueden ser de la máxima relevancia.
 
Vale la pena poner un ejemplo: Ecteinascidia turbinata es un pequeño tunicado que en su fase larvaria es microscópico y de adulto es un pequeño ser gelatinoso de unos dos centímetros y medio que filtra agua para alimentarse de los detritus en remotas zonas del Caribe.
 
En principio no parece nada especial. Pero Ecteinascidia turbinata produce trabectedina: uno de los fármacos más eficaces para tratar estadios avanzados de sarcomas de tejidos blandos y cánceres de ovario.
 
La trabectedina ha salvado millares de vidas y ahorrado un incalculable sufrimiento. ​ Ecteinascidia turbinata nos llama tan poco la atención que pudo haberse perdido o extinguido sin que nadie le hubiese dado la menor importancia.
 
¿Cuántas especies como Ecteinascidia turbinata y cuantos medicamentos como la trabectedina pudieron haberse perdido en los incendios de Australia? ¿Cuántos se perderán todavía antes de que se extingan estos incendios?
 
Sinergia letal
 
Los últimos bosques vírgenes del mundo, los que más biodiversidad contienen, se están perdiendo, a pasos agigantados, en Brasil, Indonesia y Canadá. Los incendios forestales están detrás de la más grave deforestación que experimentan estos países.
 
Nos enfrentamos a un problema de muy difícil solución. Se trata de una sinergia letal: el cambio climático incrementa los incendios forestales. Y los incendios forestales incrementan el cambio climático.
 
Se estima que el cambio climático y las actividades humanas (en buena medida fuegos intencionados) empatan como las 2 causas principales de esta devastadora crisis de incendios forestales.
 
Podemos hacer un esfuerzo enorme para limitar las emisiones de nuestro sector energético y de transporte. Pero no podremos conseguir reducciones significativas de CO2 mientras mantengamos los incendios forestales en los niveles actuales.
 
Nuestra sociedad, incluso buena parte de las personas más comprometidas ambientalmente, es extraordinariamente “tolerante” con los incendios forestales.
 
Si queremos tener futuro deberemos cambiar, con urgencia, esta situación.



 (*) Eduardo Costas y Victoria López Rodas son Catedráticos de Genética en la Universidad Complutense de Madrid, donde llevan casi 30 años investigando juntos en genética evolutiva y biotecnología. Miembros del Consejo Editorial de Tendencias21, dirigen asimismo el Comité Científico del Club Nuevo Mundo .
 



Victoria López Rodas y Eduardo Costas.
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