Foto: USA Postal Service
No son pocos los que alguna vez se han levantado por la mañana enfermos y sintiéndose realmente mal, y aun así han decidido reunir todas sus fuerzas para vestirse y emprender el camino al trabajo, debido a que quieren evitar esa llamada a sus jefes para explicarles que no podrán asistir ese día.
Esta situación se da todavía más actualmente, en medio de una sociedad que vive de afán y con falta de tiempo para todo, y teniendo en cuenta la fuerte competencia laboral y las dificultades que se han generado con la crisis económica, lo que lleva a que la mayoría quieran proteger sus empleos aun acosta de su salud y de otras consecuencias que puedan derivarse de la asistencia al trabajo durante días de enfermedad.
Pero muchos empleados no saben que queriéndose mostrar fuertes y comprometidos al no faltar al trabajo en días así, lo que están haciendo es perjudicar a la empresa y propiciar más riesgos de los que se pueden imaginar. Y, peor aún, tampoco lo saben, o no le prestan atención, los directivos, que muchas veces son quienes generan el miedo a que se den las ausencias normales por enfermedad y tienen que cargar más tarde con las consecuencias.
La directora médica de Servicios de Salud Ocupacional del Sistema de Salud de la Universidad de Loyola, Dr. Mary Capelli-Schellpfeffer, comenta en un artículo acerca de los efectos nocivos que tiene para las organizaciones el mal hábito de no utilizar sanamente la ausencia por enfermedad.
Empleado enfermo trabajando, riesgo de enfermedad para su empresa
Lo primero en lo que muchos piensan cuando un empleado enfermo asiste al trabajo es en el riesgo de que los demás se contagien por estar compartiendo el mismo ambiente durante varias horas al día. Y quienes lo hacen están en lo cierto al preocuparse por ello, pero se quedan cortos en cuanto al alcance de las consecuencias que pueden salir de esta situación.
De acuerdo con la Dr. Capelli-Schellpfeffer, “Una organización puede verse severamente impactada por personas que asisten al trabajo cuando están enfermas. Sabemos que una enfermedad puede extenderse de persona a persona causando impacto en grupos enteros. Pero menos es obvio es cómo se pueden ver afectados el desempeño en el trabajo, la organización, la productividad, la creatividad y la estabilidad financiera”.
Y es que la experta explica que los riesgos para la empresa van mucho más allá de la enfermedad, llegando a afectar el ambiente de trabajo general e, incluso, la imagen de la empresa. Por ejemplo, dice ella, cuando hay alguien enfermo, esa persona y los que están a su alrededor tienen a concentrarse más en esa situación que en el trabajo que están realizando, lo que causa daños e interrupciones en la productividad.
Otro aspecto es que la interacción que se da con quien está enfermo empieza a desdibujar los límites entre la vida personal y la laboral, lo que hace que se viole un poco la privacidad y que, en algunas ocasiones, se generen juicios sobre esa persona y prejuicios para el futuro. En palabras de la Doctora, “Es bueno para las personas que se sientan como un equipo y que se preocupen por los demás, pero no es saludable para la gente el ser invasivos en la privacidad de los otros, incluyendo la privacidad médica”.
Y, como punto fundamental, aparece el daño que puede sufrir la percepción que tienen de la compañía los clientes y demás personas que la observan desde el exterior. La experta se pregunta qué puede pensar alguien que llame o vaya a la empresa y se encuentre con alguien estornudando y tosiendo…No es lo más agradable y puede dar una impresión de inestabilidad, de malas políticas, de problemas internos, ya que ¿es tan necesaria esa persona que la hacen venir estando así?
Es mejor prevenir que curar
Los directivos de las compañías tienen una responsabilidad y un reto que deben tener en cuenta a la hora de planear sus estrategias y de definir sus políticas para prevenir las consecuencias negativas de no poner suficiente atención a la salud ocupacional.
Como dice la Dr. Capelli-Schellpfeffer, en las empresas debe haber un diálogo abierto sobre las políticas del tiempo al que los empleados tienen derecho para ausentarse por enfermedad, para que ellos no crean que serán percibidos como débiles por quedarse en sus casas debido a una gripa.
“Motiven a los empleados enfermos a utilizar su tiempo de enfermedad. Muchos no saben que lo tienen porque nunca han tenido que usarlo. Asegúrense de planear con anticipación de manera que si hay fechas límites, existan procedimientos adecuados –por ejemplo cómo trabajar desde casa. Haciendo pequeños cambios y preparándonos para la enfermedad, podemos protegernos a nosotros mismos a nuestros negocios”, explica ella.
Lo importante es saber que los costos de la ausencia de un empleado, de estrategias como la vacunación anual contra la gripa y de otros planes preventivos son mucho menores que los que podría tener el descuidar la salud ocupacional y los derechos de los trabajadores. Es mejor prevenir que curar.
Esta situación se da todavía más actualmente, en medio de una sociedad que vive de afán y con falta de tiempo para todo, y teniendo en cuenta la fuerte competencia laboral y las dificultades que se han generado con la crisis económica, lo que lleva a que la mayoría quieran proteger sus empleos aun acosta de su salud y de otras consecuencias que puedan derivarse de la asistencia al trabajo durante días de enfermedad.
Pero muchos empleados no saben que queriéndose mostrar fuertes y comprometidos al no faltar al trabajo en días así, lo que están haciendo es perjudicar a la empresa y propiciar más riesgos de los que se pueden imaginar. Y, peor aún, tampoco lo saben, o no le prestan atención, los directivos, que muchas veces son quienes generan el miedo a que se den las ausencias normales por enfermedad y tienen que cargar más tarde con las consecuencias.
La directora médica de Servicios de Salud Ocupacional del Sistema de Salud de la Universidad de Loyola, Dr. Mary Capelli-Schellpfeffer, comenta en un artículo acerca de los efectos nocivos que tiene para las organizaciones el mal hábito de no utilizar sanamente la ausencia por enfermedad.
Empleado enfermo trabajando, riesgo de enfermedad para su empresa
Lo primero en lo que muchos piensan cuando un empleado enfermo asiste al trabajo es en el riesgo de que los demás se contagien por estar compartiendo el mismo ambiente durante varias horas al día. Y quienes lo hacen están en lo cierto al preocuparse por ello, pero se quedan cortos en cuanto al alcance de las consecuencias que pueden salir de esta situación.
De acuerdo con la Dr. Capelli-Schellpfeffer, “Una organización puede verse severamente impactada por personas que asisten al trabajo cuando están enfermas. Sabemos que una enfermedad puede extenderse de persona a persona causando impacto en grupos enteros. Pero menos es obvio es cómo se pueden ver afectados el desempeño en el trabajo, la organización, la productividad, la creatividad y la estabilidad financiera”.
Y es que la experta explica que los riesgos para la empresa van mucho más allá de la enfermedad, llegando a afectar el ambiente de trabajo general e, incluso, la imagen de la empresa. Por ejemplo, dice ella, cuando hay alguien enfermo, esa persona y los que están a su alrededor tienen a concentrarse más en esa situación que en el trabajo que están realizando, lo que causa daños e interrupciones en la productividad.
Otro aspecto es que la interacción que se da con quien está enfermo empieza a desdibujar los límites entre la vida personal y la laboral, lo que hace que se viole un poco la privacidad y que, en algunas ocasiones, se generen juicios sobre esa persona y prejuicios para el futuro. En palabras de la Doctora, “Es bueno para las personas que se sientan como un equipo y que se preocupen por los demás, pero no es saludable para la gente el ser invasivos en la privacidad de los otros, incluyendo la privacidad médica”.
Y, como punto fundamental, aparece el daño que puede sufrir la percepción que tienen de la compañía los clientes y demás personas que la observan desde el exterior. La experta se pregunta qué puede pensar alguien que llame o vaya a la empresa y se encuentre con alguien estornudando y tosiendo…No es lo más agradable y puede dar una impresión de inestabilidad, de malas políticas, de problemas internos, ya que ¿es tan necesaria esa persona que la hacen venir estando así?
Es mejor prevenir que curar
Los directivos de las compañías tienen una responsabilidad y un reto que deben tener en cuenta a la hora de planear sus estrategias y de definir sus políticas para prevenir las consecuencias negativas de no poner suficiente atención a la salud ocupacional.
Como dice la Dr. Capelli-Schellpfeffer, en las empresas debe haber un diálogo abierto sobre las políticas del tiempo al que los empleados tienen derecho para ausentarse por enfermedad, para que ellos no crean que serán percibidos como débiles por quedarse en sus casas debido a una gripa.
“Motiven a los empleados enfermos a utilizar su tiempo de enfermedad. Muchos no saben que lo tienen porque nunca han tenido que usarlo. Asegúrense de planear con anticipación de manera que si hay fechas límites, existan procedimientos adecuados –por ejemplo cómo trabajar desde casa. Haciendo pequeños cambios y preparándonos para la enfermedad, podemos protegernos a nosotros mismos a nuestros negocios”, explica ella.
Lo importante es saber que los costos de la ausencia de un empleado, de estrategias como la vacunación anual contra la gripa y de otros planes preventivos son mucho menores que los que podría tener el descuidar la salud ocupacional y los derechos de los trabajadores. Es mejor prevenir que curar.