Es una realidad palpable no sólo en España sino en el resto de los países en los que los Gobiernos ofrecen subsidios de desempleo a los parados: es cada vez más común escuchar entre la población la decisión de apuntarse al paro antes que seguir sufriendo la vejación de directivos que, frente a la crisis, rebajan los salarios de los principales afectados por esta situación: los ciudadanos de a pie.
La situación empeora cuando, ante cifras tan alarmantes de desempleo, los subsidiados prefieren mantenerse dentro de las estadísticas antes que ceder a la oferta de sueldos que las empresas proponen.
En el horizonte también se vislumbran los directivos que, frente a la baja de un empleado, solventan la situación redistribuyendo el trabajo entre el personal que queda en plantilla, alterando el ritmo de labores y perjudicando claramente a su grupo de subalternos.
Atrás quedaron también las ofertas de empleo en las que la experiencia no era indispensable, porque las compañías se encargaban de la formación.
Según los expertos, los contratantes, en su afán de recortar gastos, prefieren contratar personal con alta experiencia y ahorrarse los cursos de capacitación. Situación esta que genera mayor inmovilidad en el sector, y que aumenta la tasa de desempleo juvenil.
La situación empeora cuando, ante cifras tan alarmantes de desempleo, los subsidiados prefieren mantenerse dentro de las estadísticas antes que ceder a la oferta de sueldos que las empresas proponen.
En el horizonte también se vislumbran los directivos que, frente a la baja de un empleado, solventan la situación redistribuyendo el trabajo entre el personal que queda en plantilla, alterando el ritmo de labores y perjudicando claramente a su grupo de subalternos.
Atrás quedaron también las ofertas de empleo en las que la experiencia no era indispensable, porque las compañías se encargaban de la formación.
Según los expertos, los contratantes, en su afán de recortar gastos, prefieren contratar personal con alta experiencia y ahorrarse los cursos de capacitación. Situación esta que genera mayor inmovilidad en el sector, y que aumenta la tasa de desempleo juvenil.
Frustración colectiva
Las grandes crisis siempre dejan un mal sabor a los más afectados. Hoy, los más perjudicados son los millones de profesionales capacitados dentro de las estadísticas de desempleo que, para salir de la situación, deben aceptar salarios muy por debajo de lo que su formación amerita. La situación genera gran frustración entre la población, que se pregunta: ¿Por qué la gente calificada no consigue empleo?
Justamente, ese es el titulo del más reciente libro del experto Peter Capelli “¿Por qué la gente buena no puede conseguir trabajo: la brecha entre las habilidades y qué deben hacer las empresas al respecto”.
El catedrático de la Universidad Wharton en Pensilvania y director del Center for Human Resources echa por tierra en su libro el argumento tantas veces repetido por los empleadores, “los solicitantes no tienen las habilidades necesarias para los trabajos de hoy en día”. En cambio, atribuye gran parte de la culpa del desempleo a las propias empresas.
El experto revela, en una entrevista publicada por el digital Knowledge@Wharton, que existen datos que no se pueden obviar y es que, simplemente, no hay suficientes puestos de trabajo para cubrir las necesidades del colectivo en este momento, por lo que los empleadores sin duda pueden ser exigentes.
“No es de extrañar que los empleadores en realidad quieran buscar más, ser más estrictos en sus parámetros de selección y puede ser que les lleve más tiempo contratar ahora, porque hay tantos candidatos a la vista que les resulta difícil elegir uno. ¿Por qué elegir la primera opción cuando se tiene una larga cola de candidatos de donde elegir?”, afirma Capelli.
El experto propone cuestionarse a raíz de esta situación si serán acaso las empresas las que están haciendo algo mal. Todo parece indicar que la respuesta es afirmativa.
Las grandes crisis siempre dejan un mal sabor a los más afectados. Hoy, los más perjudicados son los millones de profesionales capacitados dentro de las estadísticas de desempleo que, para salir de la situación, deben aceptar salarios muy por debajo de lo que su formación amerita. La situación genera gran frustración entre la población, que se pregunta: ¿Por qué la gente calificada no consigue empleo?
Justamente, ese es el titulo del más reciente libro del experto Peter Capelli “¿Por qué la gente buena no puede conseguir trabajo: la brecha entre las habilidades y qué deben hacer las empresas al respecto”.
El catedrático de la Universidad Wharton en Pensilvania y director del Center for Human Resources echa por tierra en su libro el argumento tantas veces repetido por los empleadores, “los solicitantes no tienen las habilidades necesarias para los trabajos de hoy en día”. En cambio, atribuye gran parte de la culpa del desempleo a las propias empresas.
El experto revela, en una entrevista publicada por el digital Knowledge@Wharton, que existen datos que no se pueden obviar y es que, simplemente, no hay suficientes puestos de trabajo para cubrir las necesidades del colectivo en este momento, por lo que los empleadores sin duda pueden ser exigentes.
“No es de extrañar que los empleadores en realidad quieran buscar más, ser más estrictos en sus parámetros de selección y puede ser que les lleve más tiempo contratar ahora, porque hay tantos candidatos a la vista que les resulta difícil elegir uno. ¿Por qué elegir la primera opción cuando se tiene una larga cola de candidatos de donde elegir?”, afirma Capelli.
El experto propone cuestionarse a raíz de esta situación si serán acaso las empresas las que están haciendo algo mal. Todo parece indicar que la respuesta es afirmativa.
Versión en Ingles del libro: "¿Por qué la gente buena no puede conseguir trabajo: la brecha entre las habilidades y qué deben hacer las empresas al respecto". Fuente: Amazon.com
Las empresas lo reconocen
Las grandes empresas han disminuido las gratificaciones y beneficios para sus empleados y ahora inclusive ofrecen salarios inadecuados para la responsabilidad y dedicación que ameritan los puestos ofertados. Pero es difícil calcular qué empresas funcionan de este modo y cuáles no.
Según Capelli, “una encuesta realizada sobre la mano de obra ha preguntado a los empleadores sobre los problemas a los que se enfrentan para encontrar gente a contratar. En esa encuesta, aproximadamente el 11% de los directivos dice que el problema que están teniendo es que no pueden hacer que la gente acepte los puestos de trabajo con los salarios que están pagando. Así que el 11% opina que no están pagando suficiente. Si el 11% admite esto, mi conjetura es que el número real es probablemente el doble”.
Capelli se apoya en la teoría de que no somos muy eficientes en la identificación de los problemas que nosotros mismos causamos. Por otra parte, asegura que las empresas no se dan cuenta de que pierden más dejando una vacante descubierta hasta conseguir el candidato/a “ideal” y redistribuyendo el trabajo entre el resto.
Esta situación, lejos de beneficiar, perjudica enormemente los resultados de la productividad: nunca un empleado realizará al 100% su tarea, si debe hacer “un poco de allá y un poco de acá”.
“Si yo fuera un empresario, en primer lugar comenzaría por preguntarme si sé lo que me está costando mantener una vacante abierta. Tiene que ser algo que me cuesta más que dinero. ¿No me convendría más entrenar a alguien para ese puesto antes que seguir aplicando métodos de selección entre la larga cola de candidatos? Buscar a alguien para siempre, alguien tan único, tan perfecto, (que nunca lo encontraremos) no es una buena idea”, concluye el experto.
El estudioso recomienda revisar los requisitos de contratación como empresa y comprender que capacitar al personal será moldearlo a las necesidades concretas de la corporación. De esta forma, sí que es más probable que resulte ser un candidato “único y perfecto”, porque le habremos dado las herramientas para desarrollar su trabajo de la forma en que como directivos lo necesitamos.
Ofrecer sueldos bajos y pocas gratificaciones puede parecer ahora una opción estupenda y de directivos “listos”, pero ninguna situación es permanente, ni siquiera esta crisis. Cuando vengan mejores tiempos, ése empleado que como empresa ha explotado será el primero en brindar su servicio a un mejor postor.
Las grandes empresas han disminuido las gratificaciones y beneficios para sus empleados y ahora inclusive ofrecen salarios inadecuados para la responsabilidad y dedicación que ameritan los puestos ofertados. Pero es difícil calcular qué empresas funcionan de este modo y cuáles no.
Según Capelli, “una encuesta realizada sobre la mano de obra ha preguntado a los empleadores sobre los problemas a los que se enfrentan para encontrar gente a contratar. En esa encuesta, aproximadamente el 11% de los directivos dice que el problema que están teniendo es que no pueden hacer que la gente acepte los puestos de trabajo con los salarios que están pagando. Así que el 11% opina que no están pagando suficiente. Si el 11% admite esto, mi conjetura es que el número real es probablemente el doble”.
Capelli se apoya en la teoría de que no somos muy eficientes en la identificación de los problemas que nosotros mismos causamos. Por otra parte, asegura que las empresas no se dan cuenta de que pierden más dejando una vacante descubierta hasta conseguir el candidato/a “ideal” y redistribuyendo el trabajo entre el resto.
Esta situación, lejos de beneficiar, perjudica enormemente los resultados de la productividad: nunca un empleado realizará al 100% su tarea, si debe hacer “un poco de allá y un poco de acá”.
“Si yo fuera un empresario, en primer lugar comenzaría por preguntarme si sé lo que me está costando mantener una vacante abierta. Tiene que ser algo que me cuesta más que dinero. ¿No me convendría más entrenar a alguien para ese puesto antes que seguir aplicando métodos de selección entre la larga cola de candidatos? Buscar a alguien para siempre, alguien tan único, tan perfecto, (que nunca lo encontraremos) no es una buena idea”, concluye el experto.
El estudioso recomienda revisar los requisitos de contratación como empresa y comprender que capacitar al personal será moldearlo a las necesidades concretas de la corporación. De esta forma, sí que es más probable que resulte ser un candidato “único y perfecto”, porque le habremos dado las herramientas para desarrollar su trabajo de la forma en que como directivos lo necesitamos.
Ofrecer sueldos bajos y pocas gratificaciones puede parecer ahora una opción estupenda y de directivos “listos”, pero ninguna situación es permanente, ni siquiera esta crisis. Cuando vengan mejores tiempos, ése empleado que como empresa ha explotado será el primero en brindar su servicio a un mejor postor.