Los delfines se reconocen en el espejo antes que los humanos

Nueva prueba del alto nivel de consciencia de los individuos de esta especie


Los delfines pueden reconocerse a sí mismos en un espejo antes incluso que los bebés de nuestra especie, ha descubierto un estudio. El hallazgo es importante porque el momento del surgimiento del autorreconocimiento en niños está vinculado al desarrollo sensoriomotor y al desarrollo de la consciencia social y de la autoconsciencia.


21/03/2018

Imagen: akenach. Fuente: Pixabay.
Los niños comienzan a mostrar signos de autorreconocimiento aproximadamente a los 12 meses y los chimpancés a los dos años.

Pero los delfines pueden reconocerse a sí mismos en un espejo antes incluso que los bebés de nuestra especie.

Esto es lo que ha revelado un estudio realizado por Diana Reiss, psicóloga del Hunter College de la Universidad de Nueva York, y su colaboradora Rachel Morrison, con dos jóvenes delfines analizados durante tres años en el Acuario Nacional de Baltimore (EEUU).

Un paso clave en la emergencia del autorreconocimiento es comprender que nuestra imagen en un espejo no representa a otro individuo, sino que somos nosotros mismos.

Para determinar la aparición de esta capacidad,  los científicos utilizan el test del espejo, una prueba que consiste en colocar a los animales frente a un espejo tras hacerles una marca que ellos no pueden ver directamente, pero que sí es visible en el reflejo especular. Si los animales reaccionan ante dicha marca (por ejemplo, moviéndose para verla mejor), significa que saben que la marca ésta en ellos mismos y, por tanto, que se autorreconocen.

En el pasado, diversas especies han superado esta prueba: algunos primates, los elefantes asiáticos e incluso la urraca Pica pica, lo que sugiere que el autorreconocimiento ha evolucionado como característica, de manera independiente en diferentes clases de vertebrados con historias evolutivas diversas.

La propia Diana Reiss ya había demostrado en 2001, en aquel caso con su colaboradora Lori Marino, de la Universidad de Emory, que el delfín de hocico de botella pasaba el test de la marca.

Entonces, las investigadoras marcaron a cada animal con agua o con tinta, un total de 16 veces. En las pruebas individuales, los delfines se zambullían tras ser marcados, dirigiéndose directamente hacia un espejo situado en la piscina en la que nadaban, para investigar la parte del cuerpo en la que les habían puesto las marcas.

Una especie sorprendentemente inteligente

La novedad del presente trabajo radica en la constatación de que los delfines estudiados mostraron tener autoconsciencia frente al espejo a una edad más temprana que la informada previamente para niños u otras especies, escriben las investigadoras en la revista PLOS ONE.

El hallazgo es importante, porque el momento del surgimiento del autorreconocimiento en niños está vinculado al desarrollo sensoriomotor y al desarrollo de la consciencia social y de la autoconsciencia.

Por tanto, vuelve a apuntar a la inteligencia de los delfines, siempre sorprendente: un estudio del año pasado también demostró que estos animales y otros cetáceos viven en grupos sociales estrechamente vinculados, tienen relaciones complejas y hablan entre sí dialectos regionales, al igual que las sociedades humanas. En este caso, estas habilidades fueron relacionadas con el tamaño del cerebro de los delfines.

Una investigación previa demostró además que los delfines forman redes de amigos y se reúnen en comunidades pequeñas y cohesionadas, del mismo modo que sucede en los pueblos humanos.

Por si todo esto fuera poco, en 2013, un equipo de  investigadores escoceses demostró que los delfines nariz de botella son capaces de dirigirse unos a otros por su nombre. Según los científicos, cada uno de estos delfines emite un silbido que es su seña de identidad y los demás son capaces de copiar ese sonido específico y utilizarlo para llamarse e intercambiar información, informó entonces SINC.

Referencia bibliográfica:

Rachel Morrison, Diana Reiss. Precocious development of self-awareness in dolphins. PLOS ONE (2018) DOI: 10.1371/journal.pone.0189813.



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