El malogrado dramaturgo británico Joe Orton (1933-1967), asesinado por su amante, que se suicidó tras golpearle con un martillo, ha dejado en inglés el adjetivo “ortonesque” para definir un tipo de teatro provocador y macabro.
Orton era amigo del manager de los Beatles, Brian Epstein, que desapareció a los pocos días del asesinato de Orton, ese mismo mes de agosto de 1967.
Ambos estaban preparando el guion de la película Up against it, que los Beatles ya nunca rodarían tras tan trágicos acontecimientos.
Lo que vio el mayordomo, comedia estrenada póstuma en 1969, ejemplifica bastante bien el tipo de teatro que planteaba en los sesenta este joven heterodoxo y maldito.
Resumamos someramente el argumento: en una clínica psiquiátrica, Geraldine, joven candidata a secretaria, sufre el acoso sexual del prestigioso siquiatra que la dirige.
Mientras, la mujer de este, que acaba de regresar de un encuentro lésbico, se trae a la clínica al botones del hotel, con el que ha tenido algo más que palabras en tan ardiente fin de semana.
Un inspector de clínicas grillado y un policía estólido completan este disparatado elenco, en el que se produce una sucesión de travestismos, en la que todos se intercambian sus vestimentas (y sus roles) en un juego frenético de entradas, salidas, confusiones y malentendidos que se resuelve con una anagnórisis edípica que convierte a Sófocles en un moralista victoriano.
Orton era amigo del manager de los Beatles, Brian Epstein, que desapareció a los pocos días del asesinato de Orton, ese mismo mes de agosto de 1967.
Ambos estaban preparando el guion de la película Up against it, que los Beatles ya nunca rodarían tras tan trágicos acontecimientos.
Lo que vio el mayordomo, comedia estrenada póstuma en 1969, ejemplifica bastante bien el tipo de teatro que planteaba en los sesenta este joven heterodoxo y maldito.
Resumamos someramente el argumento: en una clínica psiquiátrica, Geraldine, joven candidata a secretaria, sufre el acoso sexual del prestigioso siquiatra que la dirige.
Mientras, la mujer de este, que acaba de regresar de un encuentro lésbico, se trae a la clínica al botones del hotel, con el que ha tenido algo más que palabras en tan ardiente fin de semana.
Un inspector de clínicas grillado y un policía estólido completan este disparatado elenco, en el que se produce una sucesión de travestismos, en la que todos se intercambian sus vestimentas (y sus roles) en un juego frenético de entradas, salidas, confusiones y malentendidos que se resuelve con una anagnórisis edípica que convierte a Sófocles en un moralista victoriano.
Necesidad de “otros aires”
Esta es la parte buena, la otra es que haya compañías que se atrevan a estrenar en pleno verano obras tan “diferentes” como esta, en la que aparecen frases de esta guisa: “déjeme a mí” (exclama el médico tronado y rijoso refiriéndose a su mujer), “¡ponerle la camisa de fuerza es la única satisfacción matrimonial que me queda!”
Problemas: la actuación, la dirección, el tono… quizá un movimiento más marxiano, más a lo comedia de Lubitsch (un genio para abrir y cerrar puertas y crear situaciones enloquecidas en un solo espacio), incluso un planteamiento más surrealista, con toques Monthy Pyton, le habrían dado otra alegría a esta disparatada mascarada que, a ratos y por desgracia, aburre.
Otro problema es el libreto, tan provocador en los sesenta… ya no provoca nada, pero eso no es culpa del texto, por eso, quizá no hubiera estado de más darle “otro aire” desde la dirección. En fin, dicho lo cual, una obra “diferente”, de un escritor maldito que murió joven, famoso y a martillazos. No pudo ver estrenada su obra, quizá sí la vieron los Beatles en 1969, a lo mejor pensando cómo habría sido la película que escribió para ellos. Nunca lo sabremos.
Esta es la parte buena, la otra es que haya compañías que se atrevan a estrenar en pleno verano obras tan “diferentes” como esta, en la que aparecen frases de esta guisa: “déjeme a mí” (exclama el médico tronado y rijoso refiriéndose a su mujer), “¡ponerle la camisa de fuerza es la única satisfacción matrimonial que me queda!”
Problemas: la actuación, la dirección, el tono… quizá un movimiento más marxiano, más a lo comedia de Lubitsch (un genio para abrir y cerrar puertas y crear situaciones enloquecidas en un solo espacio), incluso un planteamiento más surrealista, con toques Monthy Pyton, le habrían dado otra alegría a esta disparatada mascarada que, a ratos y por desgracia, aburre.
Otro problema es el libreto, tan provocador en los sesenta… ya no provoca nada, pero eso no es culpa del texto, por eso, quizá no hubiera estado de más darle “otro aire” desde la dirección. En fin, dicho lo cual, una obra “diferente”, de un escritor maldito que murió joven, famoso y a martillazos. No pudo ver estrenada su obra, quizá sí la vieron los Beatles en 1969, a lo mejor pensando cómo habría sido la película que escribió para ellos. Nunca lo sabremos.
Referencia:
Obra: Lo que vio el mayordomo
Autor: Joe Orton.
Dirección: Joe O’Curneen.
Reparto: Pep Munné, Marta Belenguer, Luis Fernando Alvés, Mundo Prieto, Carolina Lapausa, Raúl Mérida.
Próximas representaciones: Hasta el 30 de agosto de 2015 en el Teatro Infanta Isabel de Madrid.
Obra: Lo que vio el mayordomo
Autor: Joe Orton.
Dirección: Joe O’Curneen.
Reparto: Pep Munné, Marta Belenguer, Luis Fernando Alvés, Mundo Prieto, Carolina Lapausa, Raúl Mérida.
Próximas representaciones: Hasta el 30 de agosto de 2015 en el Teatro Infanta Isabel de Madrid.