Cúmulo megalítico de Carregal do Sal (Portugal). Imagen: F. Silva. Fuente: RSA.
Astrónomos británicos están explorando la que podría describirse como la primera herramienta de observación astronómica, posiblemente utilizada por los seres humanos prehistóricos hace 6.000 años. Sugieren que los largos y estrechos pasajes de entrada a tumbas megalíticas podían mejorar la visión del cielo nocturno.
La idea del equipo es investigar cómo una apertura sencilla, por ejemplo, una puerta, afecta a la observación de las estrellas ligeramente más débiles. Centran este estudio en las tumbas de corredor, que son un tipo de sepulcro megalítico compuesto por una cámara de grandes piedras entrelazadas y una larga y estrecha entrada.
Se cree que estos espacios eran sagrados, y que los sitios se utilizaban para ritos de paso, en los que el iniciado podría pasar la noche en el interior de la tumba, sin luz natural, aparte de la que brillaba por debajo de la estrecha entrada alineada con los restos de los antepasados de la tribu.
Por tanto, estas estructuras podrían haber sido las primeras herramientas astronómicas para apoyar la observación de los cielos, y se inventaron miles de años antes de telescopios.
Kieran Simcox, estudiante en la Universidad de Nottingham Trent, y al frente del proyecto, comenta en la nota de prensa de la Real Sociedad de Astronomía: "Es una gran sorpresa que nadie haya investigado a fondo cómo afecta por ejemplo el color del cielo nocturno a lo que se puede ver a simple vista."
El proyecto se centra en la forma en que el ojo humano, sin la ayuda de ningún dispositivo telescópico, puede ver a las estrellas según el brillo y el color del cielo. El equipo tiene la intención de aplicar estas ideas para el caso de las tumbas de corredor, como Antas de Siete Piedras del centro de Portugal, de 6.000 años de edad.
La idea del equipo es investigar cómo una apertura sencilla, por ejemplo, una puerta, afecta a la observación de las estrellas ligeramente más débiles. Centran este estudio en las tumbas de corredor, que son un tipo de sepulcro megalítico compuesto por una cámara de grandes piedras entrelazadas y una larga y estrecha entrada.
Se cree que estos espacios eran sagrados, y que los sitios se utilizaban para ritos de paso, en los que el iniciado podría pasar la noche en el interior de la tumba, sin luz natural, aparte de la que brillaba por debajo de la estrecha entrada alineada con los restos de los antepasados de la tribu.
Por tanto, estas estructuras podrían haber sido las primeras herramientas astronómicas para apoyar la observación de los cielos, y se inventaron miles de años antes de telescopios.
Kieran Simcox, estudiante en la Universidad de Nottingham Trent, y al frente del proyecto, comenta en la nota de prensa de la Real Sociedad de Astronomía: "Es una gran sorpresa que nadie haya investigado a fondo cómo afecta por ejemplo el color del cielo nocturno a lo que se puede ver a simple vista."
El proyecto se centra en la forma en que el ojo humano, sin la ayuda de ningún dispositivo telescópico, puede ver a las estrellas según el brillo y el color del cielo. El equipo tiene la intención de aplicar estas ideas para el caso de las tumbas de corredor, como Antas de Siete Piedras del centro de Portugal, de 6.000 años de edad.
Imagen: skeeze. Fuente: Pixabay.
Marcador estacional
Fabio Silva, de la Universidad de Gales Trinidad San David, explica que "las orientaciones de las tumbas pueden estar en alineación con Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación de Tauro. Para medir con precisión el momento de la primera aparición de esta estrella en la temporada, es vital ser capaz de detectar estrellas durante el crepúsculo".
El primer avistamiento en el año de una estrella después de su larga ausencia del cielo nocturno pudo haber sido utilizado como un marcador de las estaciones.
El momento en que esto sucede era un conocimiento secreto que sólo se podía obtener después de pasar una noche en contacto con los antepasados en el fondo de un dolmen de pasaje, ya que la estrella no se podría observar desde el exterior.
Sin embargo, el equipo sugiere que en realidad podría haber sido el resultado de la capacidad del ojo humano para detectar estrellas en tales condiciones crepusculares, teniendo en cuenta los pequeños conductos de entrada de las tumbas.
Fabio Silva, de la Universidad de Gales Trinidad San David, explica que "las orientaciones de las tumbas pueden estar en alineación con Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación de Tauro. Para medir con precisión el momento de la primera aparición de esta estrella en la temporada, es vital ser capaz de detectar estrellas durante el crepúsculo".
El primer avistamiento en el año de una estrella después de su larga ausencia del cielo nocturno pudo haber sido utilizado como un marcador de las estaciones.
El momento en que esto sucede era un conocimiento secreto que sólo se podía obtener después de pasar una noche en contacto con los antepasados en el fondo de un dolmen de pasaje, ya que la estrella no se podría observar desde el exterior.
Sin embargo, el equipo sugiere que en realidad podría haber sido el resultado de la capacidad del ojo humano para detectar estrellas en tales condiciones crepusculares, teniendo en cuenta los pequeños conductos de entrada de las tumbas.