Después de un cuarto de siglo expandiéndose, las economías emergentes todavía pueden ofrecer buenas oportunidades, pero también riesgos políticos, para el mundo de los negocios. Otras tendencias esperables son la disparidad de ingresos en las rápidas economías emergentes, tensiones geopolíticas y actitudes antinorteamericanas, según recogen varios profesores de Wharton en un reciente artículo.
Triunfar en países como China, Rusia o Brasil no dependerá ya necesariamente de los costes o de razones tecnológicas o de mercado, sino que tendrá mucho que ver con que las empresas sepan afrontar el juego político al que estamos ya asistiendo.
En este contexto, el profesor de estudios legales y ética de Wharton, Philip Nichols, advierte que la guerra contra el terrorismo puede tener el mismo potencial distorsionador de las economías globales como en su momento lo tuvo la Guerra Fría. En aquella época, las economías de ciertos países crecieron porque recibieron apoyo debido a su posicionamiento político. Sin embargo, ese crecimiento no se tradujo en un desarrollo eficiente. Lo mismo puede ocurrir ahora con los países que se posicionen a un lado u otro de esta “guerra”. “La guerra contra el terror puede producir comportamientos distorsionadores, y las economías emergentes son especialmente sensibles a este tipo de distorsiones”, comenta Nichols.
Los mercados se reinventan
Otra de las tendencias políticas que puede influir en los negocios globales es la renuncia de los países emergentes a asumir ideas que les unan a los Estados Unidos. Muchas de las economías emergentes sencillamente se están reinventando a sí mismas, a costa de no tomar ideologías o políticas estadounidenses.
Los Estados Unidos han perdido la corriente de simpatía generada tras los atentados del 11-S, debido sobre todo a cómo están gestionando la guerra de Irak. “Si los Estados Unidos llevan a cabo más acciones multilaterales en lugar de unilaterales, esto puede cambiar. Por el momento, si usted es un hombre de negocios, no conviene que pierda de vista esto”, dice Nichols.
Los profesores de Wharton consideran que estos países emergentes han hecho cambios financieros y políticos para sostener su crecimiento. Los informes indican que hay menos corrupción y más esfuerzos en materia legal. Estos informes, sin embargo, pueden ser evaluaciones subjetivas de las grandes empresas establecidas allí.
Un elemento importante de la estabilidad política en estos mercados emergentes ha sido el aumento de los precios de las materias primas, ocasionado sobre todo por la creciente demanda de gigantes como China e India. Los países más favorecidos por este hecho son los sudamericanos y africanos, que han visto aumentar sus ingresos de manera muy significativa. Pero no todo serán parabienes. La debilidad que muestra la economía estadounidense afectará negativamente a China e, indirectamente, a África y a Sudamérica, dice Wharton.
En Sudamérica, el crecimiento sigue estancado y los países de esa zona muestran todavía una fuerte dependencia de sus vecinos del norte. Para evitar esta dependencia, sería necesario que estos países emergentes iniciaran cambios instituciones profundos.
Por otro lado, la llegada de partidos de izquierdas al poder en países como Brasil, Venezuela, Perú, Bolivia o Ecuador está trayendo una consecuencia muy importante. China ha aumentado su influencia en esta zona como resultado de su demanda de materias primas a estos países.
Movimientos en Europa
Mientras, en Europa, los países emergentes del Este han sido acogidos rápidamente en el seno de la UE, que ha sabido invertir dinero con eficiencia. El resultado es una caída de la corrupción, un aumento de la inversión extranjera y cierto aire de “burbuja” (el mercado inmobiliario está por las nubes)
En cuanto a la antigua Unión Soviética, Wharton considera que el Kremlin continua dominando sus países satélites, incluidas Georgia y Ucrania, donde las reformas democráticas están siendo más profundas y hay cierta inestabilidad. Rusia, pues, es un país capitalista con una estructura política muy autoritaria. Este país se está beneficiando de los altos precios del petróleo y del gas natural que imperan, pero no está claro qué puede pasar si los precios de estas materias primas empiezan a caer.
Mención aparte merece India, al que los profesores de Wharton definen como “caballo de carreras”. Su velocidad dependerá, en cualquier caso, de que este país siga siendo igual de hospitalario con las empresas extranjeras que se quieren instalar allí. Sin duda, si India regresa a un populismo socialista parecido al que adoptó cuando los Británicos le dieron su independencia, su suerte será muy diferente
La enorme distancia que separa a los pobres de la pujante clase media india también puede ser un problema. Esta distancia se va a agrandando y podría traer como consecuencia un gobierno populista como el de Chávez en Venezuela. De todas formas, si el crecimiento económico repercute en toda la población, India tiene el potencial de ser más dinámica todavía que China, ya que tiene más recursos naturales, gente mejor formada y una red muy potente en Europa y los Estados Unidos. La capacidad de este país es muy fuerte, pero no convine quitar la vista de la intranquila relación que mantiene con Pakistán.
Y, ¿qué ocurre con China? Como antes decíamos, ha puesto su peso en Sudamérica y África, abandonando un poco sus relaciones con otros países asiáticos. Por otro lado, para los profesores de Wharton, los economistas han cometido el error de pensar que el gobierno chino es federal, cuando en realidad lo que hay es una “guerra” entre el gobierno central y las poderosas autoridades locales. La lucha en China es por el control de la tierra. Son los gobiernos locales los que se han enriquecido vendiendo la tierra de los agricultores a promotores, con el consiguiente malestar de mucha gente. El gran reto de este país es crear un sistema de administración más eficaz y una red nacional de mercados. O sea, ir a un modelo federal real.
Triunfar en países como China, Rusia o Brasil no dependerá ya necesariamente de los costes o de razones tecnológicas o de mercado, sino que tendrá mucho que ver con que las empresas sepan afrontar el juego político al que estamos ya asistiendo.
En este contexto, el profesor de estudios legales y ética de Wharton, Philip Nichols, advierte que la guerra contra el terrorismo puede tener el mismo potencial distorsionador de las economías globales como en su momento lo tuvo la Guerra Fría. En aquella época, las economías de ciertos países crecieron porque recibieron apoyo debido a su posicionamiento político. Sin embargo, ese crecimiento no se tradujo en un desarrollo eficiente. Lo mismo puede ocurrir ahora con los países que se posicionen a un lado u otro de esta “guerra”. “La guerra contra el terror puede producir comportamientos distorsionadores, y las economías emergentes son especialmente sensibles a este tipo de distorsiones”, comenta Nichols.
Los mercados se reinventan
Otra de las tendencias políticas que puede influir en los negocios globales es la renuncia de los países emergentes a asumir ideas que les unan a los Estados Unidos. Muchas de las economías emergentes sencillamente se están reinventando a sí mismas, a costa de no tomar ideologías o políticas estadounidenses.
Los Estados Unidos han perdido la corriente de simpatía generada tras los atentados del 11-S, debido sobre todo a cómo están gestionando la guerra de Irak. “Si los Estados Unidos llevan a cabo más acciones multilaterales en lugar de unilaterales, esto puede cambiar. Por el momento, si usted es un hombre de negocios, no conviene que pierda de vista esto”, dice Nichols.
Los profesores de Wharton consideran que estos países emergentes han hecho cambios financieros y políticos para sostener su crecimiento. Los informes indican que hay menos corrupción y más esfuerzos en materia legal. Estos informes, sin embargo, pueden ser evaluaciones subjetivas de las grandes empresas establecidas allí.
Un elemento importante de la estabilidad política en estos mercados emergentes ha sido el aumento de los precios de las materias primas, ocasionado sobre todo por la creciente demanda de gigantes como China e India. Los países más favorecidos por este hecho son los sudamericanos y africanos, que han visto aumentar sus ingresos de manera muy significativa. Pero no todo serán parabienes. La debilidad que muestra la economía estadounidense afectará negativamente a China e, indirectamente, a África y a Sudamérica, dice Wharton.
En Sudamérica, el crecimiento sigue estancado y los países de esa zona muestran todavía una fuerte dependencia de sus vecinos del norte. Para evitar esta dependencia, sería necesario que estos países emergentes iniciaran cambios instituciones profundos.
Por otro lado, la llegada de partidos de izquierdas al poder en países como Brasil, Venezuela, Perú, Bolivia o Ecuador está trayendo una consecuencia muy importante. China ha aumentado su influencia en esta zona como resultado de su demanda de materias primas a estos países.
Movimientos en Europa
Mientras, en Europa, los países emergentes del Este han sido acogidos rápidamente en el seno de la UE, que ha sabido invertir dinero con eficiencia. El resultado es una caída de la corrupción, un aumento de la inversión extranjera y cierto aire de “burbuja” (el mercado inmobiliario está por las nubes)
En cuanto a la antigua Unión Soviética, Wharton considera que el Kremlin continua dominando sus países satélites, incluidas Georgia y Ucrania, donde las reformas democráticas están siendo más profundas y hay cierta inestabilidad. Rusia, pues, es un país capitalista con una estructura política muy autoritaria. Este país se está beneficiando de los altos precios del petróleo y del gas natural que imperan, pero no está claro qué puede pasar si los precios de estas materias primas empiezan a caer.
Mención aparte merece India, al que los profesores de Wharton definen como “caballo de carreras”. Su velocidad dependerá, en cualquier caso, de que este país siga siendo igual de hospitalario con las empresas extranjeras que se quieren instalar allí. Sin duda, si India regresa a un populismo socialista parecido al que adoptó cuando los Británicos le dieron su independencia, su suerte será muy diferente
La enorme distancia que separa a los pobres de la pujante clase media india también puede ser un problema. Esta distancia se va a agrandando y podría traer como consecuencia un gobierno populista como el de Chávez en Venezuela. De todas formas, si el crecimiento económico repercute en toda la población, India tiene el potencial de ser más dinámica todavía que China, ya que tiene más recursos naturales, gente mejor formada y una red muy potente en Europa y los Estados Unidos. La capacidad de este país es muy fuerte, pero no convine quitar la vista de la intranquila relación que mantiene con Pakistán.
Y, ¿qué ocurre con China? Como antes decíamos, ha puesto su peso en Sudamérica y África, abandonando un poco sus relaciones con otros países asiáticos. Por otro lado, para los profesores de Wharton, los economistas han cometido el error de pensar que el gobierno chino es federal, cuando en realidad lo que hay es una “guerra” entre el gobierno central y las poderosas autoridades locales. La lucha en China es por el control de la tierra. Son los gobiernos locales los que se han enriquecido vendiendo la tierra de los agricultores a promotores, con el consiguiente malestar de mucha gente. El gran reto de este país es crear un sistema de administración más eficaz y una red nacional de mercados. O sea, ir a un modelo federal real.