La digitalización de las grandes pantallas cinematográficas gana cuerpo en el mercado internacional, particularmente en Europa, considerándose que en los próximos diez años transformará en gran medida un mercado que se desenvuelve todavía con la tecnología del celuloide, de más de cien años de antigüedad, y con una oferta rígida condicionada por un sistema de distribución arcaico que tiene posibilidades alternativas para regenerar esta actividad cultural.
Según un estudio realizado al respecto por Screen Digest, el número de salas equipadas con cámaras digitales en la Europa de los 12 pasará de 80 el año pasado a 4.125 en 2008, lo que supone una media del 1.000% anual.
Puede decirse por tanto que asistimos al último capítulo del proceso de digitalización que ha ido ganando terreno en el mercado audiovisual y que permitirá a las grandes pantallas aumentar sus ingresos considerablemente debido a la importante reducción de costos que supone este sistema.
En el sistema tradicional de distribución cinematográfica, una sala puede llegar a pagar miles de dólares por conseguir una película de éxito el mismo día de su estreno o a la semana siguiente, lo que les obliga a difundirla lo más posible para poder rentabilizar la inversión realizada.
Ficheros informáticos
Sin embargo, la digitalización de la gran pantalla, que guarda las películas como ficheros informáticos, permite que éstas puedan ser reproducidas y almacenadas por menos de 20 dólares, lo que no sólo abarata la distribución más comercial, sino que estos precios permiten la difusión de películas más selectas como las de arte y ensayo que hoy son escasas debido a sus dificultades de comercialización.
Además, la película digitalizada no se estropea con el tiempo ni está expuesta a los riesgos del film tradicional. Puede ser enviada desde los estudios de producción a las salas de todo el mundo, bien a través de satélite como de disco de gran capacidad o por fibra óptica, lo que acelera, aumenta y abarata el costo del impacto del lanzamiento. Y los subtítulos pueden seleccionarse minutos antes de que comience la película.
Asimismo, una vez que la película está archivada en el disco duro de la sala cinematográfica, puede ser proyectada todo el tiempo que haga falta, lo que da a las distribuidoras una autonomía respecto al calendario de difusión de los grandes estudios.
Salvados por la tecnología
Todo indica que la digitalización de la gran pantalla puede también salvar del cierre a muchos pequeños distribuidores, ya que con esta tecnología pueden dinamizar y abaratar las proyecciones, al mismo tiempo que, al aumentar la diversidad de la oferta, pueden ganar más audiencia y alcanzar así el umbral de rentabilidad.
De cara al espectador, aunque la imagen digital es más estable, luminosa y precisa, y los colores más nítidos (con 35 billones de variaciones), las principales ventajas de la digitalización de la gran pantalla son indirectas, ya que debido a la mejora de los canales de distribución, disfrutará de una mayor oferta cinematográfica y puede que hasta de mejores precios.
Sin embargo, la implantación de esta tecnología encuentra dificultades todavía. La principal viene determinada por el costo de instalación de las salas, estimado en unos 125.000 dólares, destinados a dotarse de potentes ordenadores conectados a proyectores digitales y de soportes de telecomunicaciones avanzados. Se espera sin embargo que la expansión de esta tecnología permita reducir a la mitad estos costos en unos años.
La segunda dificultad procede de los grandes estudios, que no terminan de lanzarse a la digitalización de su producción, todavía en celuloide, a la espera de una normativa internacional que regule el sistema y de que se establezcan las suficientes medidas de protección contra la piratería.
Importantes precedentes
Ello no impide sin embargo que Walt Disney y Warner BROS hagan ya algunas de sus producciones en digital, así como que figuras de la categoría de George Lucas o de Steven Soderbergh se hayan adentrado también en esta tecnología, a la que consideran la mayor invención después de la aparición del celuloide en el siglo XIX.
Al mismo tiempo, diversas cadenas cinematográficas europeas se han adentrado también en la proyección de conciertos digitalizados o de documentales de realizadores independientes. Estos intrépidos distribuidores esperan aumentar sus ingresos a un ritmo del 25% anual.
Según Screen Digest, la contribución neta al beneficio de esta actividad alternativa por parte de las grandes pantallas digitalizadas pasará del 0,30% en 2003 al 17,80% en 2008.
Tema relacionado:
Digital Cinema Business Models
Según un estudio realizado al respecto por Screen Digest, el número de salas equipadas con cámaras digitales en la Europa de los 12 pasará de 80 el año pasado a 4.125 en 2008, lo que supone una media del 1.000% anual.
Puede decirse por tanto que asistimos al último capítulo del proceso de digitalización que ha ido ganando terreno en el mercado audiovisual y que permitirá a las grandes pantallas aumentar sus ingresos considerablemente debido a la importante reducción de costos que supone este sistema.
En el sistema tradicional de distribución cinematográfica, una sala puede llegar a pagar miles de dólares por conseguir una película de éxito el mismo día de su estreno o a la semana siguiente, lo que les obliga a difundirla lo más posible para poder rentabilizar la inversión realizada.
Ficheros informáticos
Sin embargo, la digitalización de la gran pantalla, que guarda las películas como ficheros informáticos, permite que éstas puedan ser reproducidas y almacenadas por menos de 20 dólares, lo que no sólo abarata la distribución más comercial, sino que estos precios permiten la difusión de películas más selectas como las de arte y ensayo que hoy son escasas debido a sus dificultades de comercialización.
Además, la película digitalizada no se estropea con el tiempo ni está expuesta a los riesgos del film tradicional. Puede ser enviada desde los estudios de producción a las salas de todo el mundo, bien a través de satélite como de disco de gran capacidad o por fibra óptica, lo que acelera, aumenta y abarata el costo del impacto del lanzamiento. Y los subtítulos pueden seleccionarse minutos antes de que comience la película.
Asimismo, una vez que la película está archivada en el disco duro de la sala cinematográfica, puede ser proyectada todo el tiempo que haga falta, lo que da a las distribuidoras una autonomía respecto al calendario de difusión de los grandes estudios.
Salvados por la tecnología
Todo indica que la digitalización de la gran pantalla puede también salvar del cierre a muchos pequeños distribuidores, ya que con esta tecnología pueden dinamizar y abaratar las proyecciones, al mismo tiempo que, al aumentar la diversidad de la oferta, pueden ganar más audiencia y alcanzar así el umbral de rentabilidad.
De cara al espectador, aunque la imagen digital es más estable, luminosa y precisa, y los colores más nítidos (con 35 billones de variaciones), las principales ventajas de la digitalización de la gran pantalla son indirectas, ya que debido a la mejora de los canales de distribución, disfrutará de una mayor oferta cinematográfica y puede que hasta de mejores precios.
Sin embargo, la implantación de esta tecnología encuentra dificultades todavía. La principal viene determinada por el costo de instalación de las salas, estimado en unos 125.000 dólares, destinados a dotarse de potentes ordenadores conectados a proyectores digitales y de soportes de telecomunicaciones avanzados. Se espera sin embargo que la expansión de esta tecnología permita reducir a la mitad estos costos en unos años.
La segunda dificultad procede de los grandes estudios, que no terminan de lanzarse a la digitalización de su producción, todavía en celuloide, a la espera de una normativa internacional que regule el sistema y de que se establezcan las suficientes medidas de protección contra la piratería.
Importantes precedentes
Ello no impide sin embargo que Walt Disney y Warner BROS hagan ya algunas de sus producciones en digital, así como que figuras de la categoría de George Lucas o de Steven Soderbergh se hayan adentrado también en esta tecnología, a la que consideran la mayor invención después de la aparición del celuloide en el siglo XIX.
Al mismo tiempo, diversas cadenas cinematográficas europeas se han adentrado también en la proyección de conciertos digitalizados o de documentales de realizadores independientes. Estos intrépidos distribuidores esperan aumentar sus ingresos a un ritmo del 25% anual.
Según Screen Digest, la contribución neta al beneficio de esta actividad alternativa por parte de las grandes pantallas digitalizadas pasará del 0,30% en 2003 al 17,80% en 2008.
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