Las prácticas agrícolas tradicionales aumentan la biodiversidad

Científicos determinan cómo las etnias africanas han enriquecido genéticamente el sorgo, un cereal que garantiza su alimentación


A pesar de que parte de África está sometida a problemas como la presión demográfica o la sequía, algunas de sus plantas más cultivadas no solo se mantienen estables, sino que además han aumentado su riqueza genética en los últimos 30 años. Esto supone una “tabla de salvación”, en un contexto de convulsiones sociales y medioambientales. Un equipo de investigación franco-keniano ha querido investigar cómo es posible ese aumento de la diversidad genética, y ha descubierto que en él está muy implicado otra diversidad: la de pequeñas poblaciones humanas, con sus hábitos de cultivo específicos. Por Rosae Martín Peña.


Rosae Martín Peña
05/09/2014

Sorghum bicolor. Fuente: Wikimedia.org.
A pesar de que parte de África está sometida a problemas como la duplicación de la población, la presión demográfica, la reducción de las precipitaciones, la erosión y al empobrecimiento de los suelos desde hace 30 años, algunas de sus plantas más cultivadas no solo se han mantenido estables, sino que han aumentado su riqueza genética.

Esto supone un plus para la agricultura, en un contexto de convulsiones sociales y medioambientales. Una de esas plantas es el sorgo, un cereal que es básico para la alimentación de la población de la región.

Para poder entender en qué consiste la diversidad de este cereal específico, un equipo de investigación franco-keniano investigó uno de los territorios en los que se cultiva el sorgo: la ladera oriental del monte de Kenia.

Este espacio ofrece, por un lado, unas condiciones ecológicamente homogéneas y, por otro, reúne a diferentes grupos étnicos: los Chuka, los Mbeere y los Tharaka.

Ambas condiciones han permitido comparar la influencia de sus prácticas agrarias y sus saberes tradicionales a la hora de cultivar este cereal de gran importancia en la zona.

Etnias que dan forma a cada variedad

Los investigadores del IRD, Cirad y KARI, en Kenia, llevaron a cabo estudios sobre el terreno con respecto a la forma de cultivo de cada una de las tres etnias, para comprender de cerca su organización social, los modos tradicionales de selección e intercambio de semillas de una cosecha a otra,  además de la importancia del mercado en dichos intercambios, entre otros temas.

Estas investigaciones han puesto de manifiesto que los Chuka, Mbeere y Tharaka cultivan una mezcla de variedades de sorgo propia de cada grupo. Algunas variedades predominan en función de las preferencias y usos de la etnia (culinarias, etc.) e incluso según sus estrategias agrícolas para hacer frente a los peligros naturales (variedades con ciclo de cultivo largo o corto).

Además, las semillas de variedades locales se transmiten tradicionalmente de manera muy compartimentada dentro de un mismo grupo étnico. Estas prácticas limitan la uniformización genética y fenotípica de las variedades cultivadas en esta ladera del monte Kenia. De este modo, a pesar de ser una práctica local común, las poblaciones de sorgo están muy diferenciadas.

 La “huella”  genética de cada etnia

Otro de los estudios realizados consistió en tomar muestras de las diferentes variedades de sorgo cultivadas por 130 hogares de las tres etnias: chuka, mbeeres y tharakas. El análisis del ADN de aproximadamente 300 plantas recogidas permitió identificar cuatro grupos genéticos diferentes de sorgo.

Dos de ellos corresponden a dos variedades introducidas. Se trata de variedades mejoradas genéticamente por ONGs o los servicios nacionales de extensión agrícola. Una de estas variedades, introducida hace cerca de 15 años, parece haberse diversificado genéticamente más con los Chuka que con los demás grupos étnicos. Esto sugiere que las prácticas de las tres comunidades dejan su "firma" en el genoma de las poblaciones de sorgo.

Este enfoque pluridisciplinar, que reúne a la vez a antropólogos, genetistas y agrónomos, permite de algún modo entender el papel de las sociedades humanas en la distribución geográfica y la evolución de la diversidad genética de las plantas cultivadas.

La identificación de los factores que dan forman de manera local a la biodiversidad permite finalmente conservarla mejor.

Además, esto confirma la influencia de las prácticas y saberes locales en la diversidad de la vida, una cuestión esencial en los debates sobre la pertenencia y la redistribución de los beneficios obtenidos de la utilización de los recursos genéticos.

Un cereal resistente al calor y a la sequia

El sorgo, del italiano sorgo, que significa “empujo”, se establece como el quinto cereal del mundo, después del maíz, del arroz, el trigo y la cebada, en términos de volumen de producción o de superficies cultivadas.

Su producción mundial al año asciende más o menos a los 60 millones de toneladas, según la FAO, principalmente en África y Asia, siendo en estos países su uso alimentario de más del 95% .

Esta gran gramínea, cuyo nombre científico es Sorghum bicolor, existe desde hace milenios y es originaria del África subsahariana. Es una planta especialmente robusta que resiste muy bien al calor y a la sequía.

Contrariamente a la mayoría de otros cereales, requiere poco riego y crece en suelos desfavorecidos, a menudo bastante rudos, en zonas áridas. Consume por ejemplo dos veces menos agua que el maíz, y se adapta particularmente bien al África subsahariana.

El sorgo es el quinto cereal en el mundo, después del maíz, del arroz, del trigo y la cebada, en términos de volumen de producción o de superficies cultivadas. Fuente: Wikipedia.org.
Kenia mantiene los transgénicos prohibidos

Los organismos genéticamente modificados (OGM) en el país están restringidos desde su prohibición en el año 2012 hasta que el país esté en condiciones de certificar que no tienen efectos nocivos para la salud.

Cuando Kenia prohibió la importación de organismos genéticamente modificados, se había desplegado en el país uno de los movimientos más amplios contra los cultivos transgénicos fuera de Europa. Kenia nunca permitió el cultivo comercial de estos organismos.

"La prohibición permanecerá en vigor hasta que haya suficiente información, datos y conocimientos que demuestren que los alimentos transgénicos no son un peligro para la salud pública", dice un comunicado del gabinete, de acuerdo a  SciDev.Net.

El primer movimiento ocurrido en Kenia en relación a los OGM fue en 2009, cuando este se convirtió en el cuarto país africano en firmar una Ley de Bioseguridad, estableciendo un órgano de vigilancia de los OGM en el país, y legalizando el cultivo comercial de transgénicos. La ley también allanó el camino para un mayor desarrollo de los campos de investigación de este tipo de cultivos.

Pero mientras el cultivo comercial se legalizó, la autoridad de bioseguridad nunca aprobó ninguna solicitud para el crecimiento de estas plantaciones; la prohibición del pasado noviembre nuevamente inhibió el cultivo comercial.

Los ensayos de campo de algunos cultivos, tales como la papa dulce, el maíz, y el algodón, se han sucedido en Kenia desde 1998. Sin embargo, los investigadores han comenzado ya pruebas de campo de una variedad de banano transgénico en este año, y actualmente están estudiando variedades GM de yuca, un nuevo tipo de maíz y sorgo.
 



Rosae Martín Peña
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