Las plataformas de 'crowdfunding' se enfrentan al reto de ser sostenibles

Unas apuestan por la cercanía y otras, por buscar inversores internacionales


Las plataformas de crowdfunding que quieran sobrevivir deberán congeniar dos aspectos aparentemente contrarios: por un lado la cercanía del inversor al proyecto, y por otro la búsqueda de inversores internacionales. De este reto hablaron ayer, en el congreso CrowdDays que termina hoy en Madrid, varios responsables de destacadas plataformas españolas. Por Carlos Gómez Abajo.


22/10/2015

De izquierda a derecha, Acconcia, Álvaro González, Rubén Gutiérrez, Ramos, De Miguel, Rosales y Parish. Imagen: C. G. A.
¿Cómo conseguir que las plataformas de crowdfunding sean sostenibles? ¿Cercanía o internacionalización? Esa es la pregunta que intentaron responder ayer, en uno de los talleres del evento CrowdDays Madrid, varios responsables de plataformas de crowdfunding. CrowdDays Madrid acoge entre ayer y hoy a los principales expertos de España en el sector.

Álvaro F. González, socio fundador de Lignum Capital, especializada en equity crowdfunding, señaló que la idiosincrasia del inversor medio español es radicalmente distinta de la del anglosajón, y que hay que apostar por proyectos locales: “Para él es clave que las plataformas sean españolas, los proyectos sean españoles, y estén radicados en su misma ciudad. A medio y corto plazo es difícil que nadie invierta en gente de otras ciudades, en proyectos a los que no tengan acceso claro y definido. Además, en España hay mayor aversión al riesgo de media”.

Rubén Gutiérrez, gestor de proyectos de Ulule España -crowdfunding de recompensa y donación -, cree en cambio que lo importante para ser sostenibles, al menos en su sector, es abarcar todos los idiomas europeos, para compararse con los gigantes estadounidenses, como Kickstarter. Y, añade, “la asesoría, que se ofrece en Europa y no en EE.UU.”.

Ignacio de Miguel, fundador de Lanzanos.com, no ve necesario salir a Europa. “Se trata de que la gente vea el mecenazgo, el crowdfunding (CF) de recompensa, como algo corriente. Es necesario profesionalizar el trabajo del CF, que no sea noticiable conseguir mecenas. Tenemos que focalizarnos en ser cercanos, en proyectos muy locales, en los que los primeros contribuyentes sean tus amigos, tu barrio, tu zona de influencia”.

El cofundador de Safari Crowdfunding Carlos Rosales, también especializado en CF de recompensa, sobre todo del ámbito tecnológico, concuerda con Gutiérrez en la importancia de la internacionalización, “para atraer a gente dispuesta a invertir en ese producto” que provenga de otros países.

Por último, Mac Parish, de CrowdCube, lamentó que ellos, como filial de una empresa británica, tienen una red de 150.000 personas que no pueden invertir en proyectos españoles porque no tienen NIE, Número de Identificación de Extranjeros. “Nos complica mucho la vida, porque limita el crecimiento de las plataformas en España. La cuestión con el CF es que a largo plazo cualquier persona de cualquier parte del mundo pueda invertir, y es la única forma de que sean sostenibles en España.”

Lo más difícil

El moderador del debate, el consultor Valentí Acconcia, preguntó a los presentes qué es lo que más cuesta de mantener una plataforma en España. Para Lignum Capital, es encontrar proyectos con los que se sientan seguros. “Tenemos poquitos, en etapa muy inicial”, dijo González. “Es difícil encontrar proyectos con un equipo muy comprometido, en el que realmente confiemos”. Aparte, los costes fijos: la web, y la asesoría legal y jurídica que dan a las start-ups.

En eso coincide Rubén Gutiérrez. “Lo que más cuesta, y es difícilmente escalable, es el valor de la asesoría, que es lo que nos permite competir con gente que lleva mas tiempo que nosotros. Las plataformas cobran a éxito, y los proyectos que se pierden no se cobran nunca, y otros ni siquiera llegan a salir, pero en todos invetimos una burrada de tiempo en asesoría uno a uno. No hay robots, somos nosotros”.

De Miguel señaló que lo difícil es “generar confianza para que el promotor sienta que se le va a ayudar lo suficiente, y por otro lado hay que generar confianza en el consumidor”.

Rosales, por su parte, cree que lo que más cuesta es especializarse. “Las plataformas grandes (Indie gogo, Kickstarter) están aquí para quedarse. tienen un know-how muy grande, un potencial muy grande. Para sobrevivir hay que especializarse en lo que no tengan, y nuestros costes están muy centrados en la diferenciación. Hay que aportar confianza al mecenas, que está comprando un aparato tecnológico: que sepa que se lo van a entregar, porque los porcentajes de entrega en el tiempo previsto son bajísimos. “Hay mucho terreno para avanzar en eso”, apuntó el moderador, “con acuerdos con proveedores de logística”.

Parish resalta que ganar dinero es lo más difícil. “Hay muchos emprendedores que creen que sin levantar un dedo, sólo colgando el proyecto en la plataforma, van a recaudar millones de euros. El emprendedor tiene que moverse también. Cuando vemos que no se está moviendo en la primera semana, sabemos que hemos perdido mucho tiempo con ellos”.

Futuro

Álvaro González cree que, de cara al futuro, la regulación del CF va dar una base de seguridad al posible inversor. “El 52% de la población española desconoce qué es el CF. Invertir a través de una plataforma es muy poco común, y creemos que eso va a cambiar. A medio y largo plazo el objetivo es reducir la intermediarización -la financiación bancaria, por ejemplo, y aumentar los beneficios del inversor medio”.

En empresas, cree González, las inversiones no pueden ser tan pequeñas como en los modelos de recompensa. “2.000 personas invirtiendo 20 euros cada una en una empresa es negativo. El inversor tiene que acompañar la inversión”.

Sobre las diferencias entre Francia y España, Gutiérrez, que tiene experiencia en ambos países, señaló que al llegar a España le sorprendió que hubiera tantas plataformas de CF. “60 o 100, mientras en Francia, con más cultura de CF, había 2 o 3. Fue un boom, aunque nadie supiera lo que fuera, y ahora se han ido asentando.

Parish señaló las diferencias entre Reino Unido y España: “Allí llevan muchísimos más años, el británico medio sabe lo que es el CF. Además ya han pasado cinco años desde que empezaron las primeras, y los retornos se están empezando a recibir. Las ventajas fiscales para invertir en start-ups son mucho mayores que aquí. Asimismo, no tienen el límite a la sobrefinanciación de proyectos, del 25%, fijado en España en abril. Es justo cuando se tiene éxito cuando más fácil es que se una la gente”, lamentó.

De Miguel apuntó que las grandes empresas privadas se están planteando utilizar el CF para proyectos de recompensa. Rosales, por su parte, pidió que las instituciones públicas “no estorben”.

'Crowdfunding' público

Javier Ramos, investigador del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, resumió un estudio realizado por él para la Comisión Europea, interesada en saber qué formas de financiación hay, de cara al programa Horizonte 2020.

Ramos señaló que, en materia de impuestos, a las plataformas de crowdfunding les va a pasar como a las grandes empresa, que les será “más interesante” irse a Luxemburgo o Países Bajos, “especialmente cuando haya inversores internacionales”. La Comisión, dijo, “analizará qué puede hacer para favorecer” a las plataformas.

También contó el caso de una plataforma sueca que ha conseguido el apoyo de ayuntamientos locales para promover proyectos culturales. “Los ayuntamientos les ceden salas y servicios. El Ayuntamiento de Zaragoza lo va a hacer: Se compromete a poner 1 euro por cada euro invertido en el proyecto”.

“Hay cada vez mas interés por parte de las instituciones”, dijo Ramos. “Una carencia que observamos es que una vez los proyectos se financian, nadie hace un seguimiento”.

“Perded el miedo a las instituciones”, recomendó a los presentes. “Hay peligros, como que se apropien de la idea, incluso los partidos políticos, pero está por explorar qué se puede hacer”.

Otra posibilidad, dijo, es empezar a hablar de financiar proyectos públicos, como está haciendo una plataforma alemana. “Le preguntaron a un alcalde qué necesidades tenía el pueblo: un puente, jardines de infancia. Se creó la plataforma para financiar estos proyectos. Pedían 700 mil euros y en un mes consiguieron 2,5 millones”. En préstamos, matizó.

Pero hete aquí que aparecieron “tres hombres de negro, a quienes eso de que un grupo de colegas prestara financiación, les rompía por la mitad lo establecido, que sean los estados y los bancos los que financien”.



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