Imagen: Pavel Davidenko. Fuente: PhotoXpress.
Los jóvenes de 10 a 16 años tienen un comportamiento más voluble a la hora de cooperar, diferente al resto de edades, mientras que los mayores de 66 años serían los que más cooperan, según un artículo publicado en la revista Nature Communications por científicos de las universidades de Barcelona, Carlos III de Madrid y de Zaragoza.
Estas son algunas de las conclusiones de un experimento que se planteó como un juego presentado a través de una interfaz web desarrollada por investigadores del Instituto BIFI de la Universidad de Zaragoza.
Las pruebas se desarrollaron con 168 personas de entre 10 y 87 años elegidas aleatoriamente durante el Festival DAU Barcelona de Juegos de Mesa, celebrado en diciembre de 2012. Posteriormente, se repitió el experimento para confirmar resultados con 53 alumnos de 12 y 13 años del colegio Jesuïtes Casp de Barcelona.
En el estudio se utilizó una versión virtual del dilema del prisionero, un problema de la teoría de juegos que se utiliza de modelo para estudiar el comportamiento humano y, en este caso, la cooperación entre las personas.
El dilema del prisionero ocupa un papel central en este experimento porque es la manera de "preguntar" a la gente por su cooperatividad. En él, el mayor beneficio para las personas que interactúan se produce cuando ambas colaboran; si una colabora y la otra no, ésta última tiene más beneficio que la que coopera; pero si nadie coopera, nadie gana nada.
Los participantes tenían información sobre las acciones de sus oponentes y de las recompensas obtenidas por cada uno. Al terminar las rondas, el total de los puntos que había obtenido cada uno se transformaban en dinero, que se les pagaba en el mismo momento (en el caso de los menores, a sus padres).
Estas son algunas de las conclusiones de un experimento que se planteó como un juego presentado a través de una interfaz web desarrollada por investigadores del Instituto BIFI de la Universidad de Zaragoza.
Las pruebas se desarrollaron con 168 personas de entre 10 y 87 años elegidas aleatoriamente durante el Festival DAU Barcelona de Juegos de Mesa, celebrado en diciembre de 2012. Posteriormente, se repitió el experimento para confirmar resultados con 53 alumnos de 12 y 13 años del colegio Jesuïtes Casp de Barcelona.
En el estudio se utilizó una versión virtual del dilema del prisionero, un problema de la teoría de juegos que se utiliza de modelo para estudiar el comportamiento humano y, en este caso, la cooperación entre las personas.
El dilema del prisionero ocupa un papel central en este experimento porque es la manera de "preguntar" a la gente por su cooperatividad. En él, el mayor beneficio para las personas que interactúan se produce cuando ambas colaboran; si una colabora y la otra no, ésta última tiene más beneficio que la que coopera; pero si nadie coopera, nadie gana nada.
Los participantes tenían información sobre las acciones de sus oponentes y de las recompensas obtenidas por cada uno. Al terminar las rondas, el total de los puntos que había obtenido cada uno se transformaban en dinero, que se les pagaba en el mismo momento (en el caso de los menores, a sus padres).
Decisiones más volátiles en los jóvenes
Los resultados más destacables y novedosos del experimento muestran un comportamiento diferenciado en la franja de edad más joven.
“Según nuestro estudio, los niños son más volátiles en sus decisiones, no siguen una estrategia fija, y son esencialmente cooperadores condicionales, ya que se fijan mucho más en su entorno. La tendencia de los niños es estar pendientes de los otros jugadores y reaccionar según su respuesta, en lugar de estar condicionados a sus acciones pasadas. Esto dificulta que se llegue a generar un entorno cooperativo”, explica Mario Gutiérrez-Roig, uno de los autores de la investigación, en un comunicado de la UC3M.
En el lado opuesto están los mayores de 65 años, que parecen ser más cooperativos que el resto de edades.
En el segundo experimento, el de los estudiantes del colegio Jesuïtes Casp, las conclusiones fueron las mismas. “Estos resultados invitan a pensar que hay un componente evolutivo y cultural a lo largo del ciclo de la vida y que ser más proclives a cooperar es una cualidad que se puede aprender”, recalcan los científicos.
Cambio en la adolescencia
En otros experimentos previos ya se había observado que los niños entre seis y 10 años desarrollan cooperatividad y esta investigación señala el momento en el que esto cambia: la adolescencia.
“Las causas no están claras, pero pensamos que lo que puede ocurrir es que en fases anteriores empiezan a desarrollar una ‘teoría del otro’, como la llaman los psicólogos, lo cual les permite empatizar y ser altruistas; pero luego al hacerse mayores podrían tener una fase en la que creen que entender al otro les pone en posición de aprovecharse de él”, explica Anxo Sánchez, otro de los co-autores del etudio.
Los resultados más destacables y novedosos del experimento muestran un comportamiento diferenciado en la franja de edad más joven.
“Según nuestro estudio, los niños son más volátiles en sus decisiones, no siguen una estrategia fija, y son esencialmente cooperadores condicionales, ya que se fijan mucho más en su entorno. La tendencia de los niños es estar pendientes de los otros jugadores y reaccionar según su respuesta, en lugar de estar condicionados a sus acciones pasadas. Esto dificulta que se llegue a generar un entorno cooperativo”, explica Mario Gutiérrez-Roig, uno de los autores de la investigación, en un comunicado de la UC3M.
En el lado opuesto están los mayores de 65 años, que parecen ser más cooperativos que el resto de edades.
En el segundo experimento, el de los estudiantes del colegio Jesuïtes Casp, las conclusiones fueron las mismas. “Estos resultados invitan a pensar que hay un componente evolutivo y cultural a lo largo del ciclo de la vida y que ser más proclives a cooperar es una cualidad que se puede aprender”, recalcan los científicos.
Cambio en la adolescencia
En otros experimentos previos ya se había observado que los niños entre seis y 10 años desarrollan cooperatividad y esta investigación señala el momento en el que esto cambia: la adolescencia.
“Las causas no están claras, pero pensamos que lo que puede ocurrir es que en fases anteriores empiezan a desarrollar una ‘teoría del otro’, como la llaman los psicólogos, lo cual les permite empatizar y ser altruistas; pero luego al hacerse mayores podrían tener una fase en la que creen que entender al otro les pone en posición de aprovecharse de él”, explica Anxo Sánchez, otro de los co-autores del etudio.
Referencia bibliográfica:
Mario Gutiérrez-Roig, Carlos Gracia-Lázaro, Josep Perelló, Yamir Moreno, Ángel Sánchez. Transition from reciprocal cooperation to persistent behavior in social dilemmas at the end of adolescence. Nature Communications. DOI: 10.1038/ncomms5362.
Mario Gutiérrez-Roig, Carlos Gracia-Lázaro, Josep Perelló, Yamir Moreno, Ángel Sánchez. Transition from reciprocal cooperation to persistent behavior in social dilemmas at the end of adolescence. Nature Communications. DOI: 10.1038/ncomms5362.