Autor: Levo. Fuente: Photoxpress
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 1.000 millones de personas en todo el mundo son fumadoras, y señala que unos 600.000 fumadores pasivos morirán como consecuencia del tabaco a lo largo de este año. Este organismo lanza cada año campañas para combatir el tabaco y además desde hace años exige medidas de prevención del tabaquismo, como el uso de advertencias sanitarias gráficas de gran tamaño en las cajetillas de tabaco.
Estas imágenes y mensajes impresos en los paquetes de tabaco que advierten a los fumadores de los peligros del tabaquismo no siempre resultan desagradables, afirman científicos de la Universidad de Bonn en un comunicado de prensa emitido por dicha universidad.
En un estudio realizado con fumadores y personas no fumadoras, los investigadores constataron cómo, tras un breve periodo de abstinencia, las personas adictas al tabaco procesan de diferente forma las emociones después de ver imágenes impactantes relacionadas con los efectos del consumo del tabaco. Es decir, estas imágenes no perjudican a quienes habitualmente fuman.
En el estudio participaron 56 personas, con una edad media de treinta años. En el caso de los fumadores, fueron 28 jóvenes los que consumían un promedio de 17 cigarrillos al día y fumaban desde hacía 9 años. El número de no fumadores también fue de 28. A cada uno de los participantes se le mostró una serie de imágenes que habitualmente suelen ir impresas en las cajetillas de tabaco, al tiempo que se registraba su actividad cerebral.
Los investigadores estaban particularmente interesados en la amígdala, una parte del cerebro que tiene la forma y el tamaño de una almendra. "Es la parte del cerebro donde se registra el miedo”, afirma el doctor René Hurlemann, de la Escuela Policlínica de Psiquiatría y Psicoterapia de la Universidad de Boon.
La amígdala se activó siempre que los participantes mostraron caras temerosas tras ver imágenes impactantes. "Inicialmente, no hubo diferencias visibles entre fumadores y no fumadores", comenta el doctor o.onur@fz-juelich.de, autor principal del estudio y neurólogo de la Universidad de Bonn. "Por lo tanto, el procesamiento de las emociones en el cerebro funcionó de manera similar en ambos grupos".
Pero, después de un período de abstinencia de 12 horas, las personas fumadoras mostraron sensaciones de miedo tras ver las imágenes que se les presentaron.
Menor actividad de la amígdala después de la abstinencia
Sin embargo, cuando los fumadores volvieron a fumar después de 12 horas sin hacerlo, la situación fue muy distinta. "Después de sólo unas pocas horas de abstinencia (y al volver a fumar), el miedo registrado en esta zona cerebral fue mucho menor, en comparación con el estado anterior", apunta Onur. "Simplemente, los fumadores muestran ser indiferentes a estas imágenes atemorizantes".
Según los responsables del estudio, esta falta de miedo es problemática: "La amígdala no puede realizar su función natural", explica Hurlemann. "El miedo es un instinto arcaico que nos protege de hacer las cosas que son peligrosas", añade el científico.
Estas imágenes y mensajes impresos en los paquetes de tabaco que advierten a los fumadores de los peligros del tabaquismo no siempre resultan desagradables, afirman científicos de la Universidad de Bonn en un comunicado de prensa emitido por dicha universidad.
En un estudio realizado con fumadores y personas no fumadoras, los investigadores constataron cómo, tras un breve periodo de abstinencia, las personas adictas al tabaco procesan de diferente forma las emociones después de ver imágenes impactantes relacionadas con los efectos del consumo del tabaco. Es decir, estas imágenes no perjudican a quienes habitualmente fuman.
En el estudio participaron 56 personas, con una edad media de treinta años. En el caso de los fumadores, fueron 28 jóvenes los que consumían un promedio de 17 cigarrillos al día y fumaban desde hacía 9 años. El número de no fumadores también fue de 28. A cada uno de los participantes se le mostró una serie de imágenes que habitualmente suelen ir impresas en las cajetillas de tabaco, al tiempo que se registraba su actividad cerebral.
Los investigadores estaban particularmente interesados en la amígdala, una parte del cerebro que tiene la forma y el tamaño de una almendra. "Es la parte del cerebro donde se registra el miedo”, afirma el doctor René Hurlemann, de la Escuela Policlínica de Psiquiatría y Psicoterapia de la Universidad de Boon.
La amígdala se activó siempre que los participantes mostraron caras temerosas tras ver imágenes impactantes. "Inicialmente, no hubo diferencias visibles entre fumadores y no fumadores", comenta el doctor o.onur@fz-juelich.de, autor principal del estudio y neurólogo de la Universidad de Bonn. "Por lo tanto, el procesamiento de las emociones en el cerebro funcionó de manera similar en ambos grupos".
Pero, después de un período de abstinencia de 12 horas, las personas fumadoras mostraron sensaciones de miedo tras ver las imágenes que se les presentaron.
Menor actividad de la amígdala después de la abstinencia
Sin embargo, cuando los fumadores volvieron a fumar después de 12 horas sin hacerlo, la situación fue muy distinta. "Después de sólo unas pocas horas de abstinencia (y al volver a fumar), el miedo registrado en esta zona cerebral fue mucho menor, en comparación con el estado anterior", apunta Onur. "Simplemente, los fumadores muestran ser indiferentes a estas imágenes atemorizantes".
Según los responsables del estudio, esta falta de miedo es problemática: "La amígdala no puede realizar su función natural", explica Hurlemann. "El miedo es un instinto arcaico que nos protege de hacer las cosas que son peligrosas", añade el científico.
Fuente: UCL.
Los fumadores que han pasado recientemente por momentos de abstinencia no muestran este patrón de respuesta natural, es decir, no tienen miedo de las consecuencias del hábito de fumar. "Parece que están mentalmente atrapados en su adicción y esto conlleva una baja receptividad a los estímulos inducidos por el miedo", afirma Onur. "Es como si los fumadores necesitaran la nicotina con el fin de mantener la función normal de la amígdala"
Por este motivo, los científicos alemanes aseguran que una campaña que contenga imágenes de pulmones dañados o tumores como elementos de disuasión en los paquetes de cigarrillos - como actualmente existen tanto en Estados Unidos como en la UE- no tienen ningún efecto en este grupo de personas. Tampoco funcionaría con "aquellos que dejan de fumar. En estos casos, la actividad del centro del miedo se ha reducido tanto que no es muy receptiva a las fotos atemorizantes", dijo Hurlemann.
En los no fumadores, sin embargo, la amígdala se activa, por lo que en opinión de este científico, estas imágenes impresas en las cajetillas de tabaco sí resultan eficaces para ellos.
Peligros del tabaquismo durante el embarazo
Pese a las medidas puestas en marcha para combatir el tabaco, muchos fumadores no son conscientes de las consecuencias que puede tener esta práctica para su salud. Entre estas personas se encuentra un alto número de mujeres embarazadas, sobre todo chicas jóvenes, que siguen fumando durante los meses de gestación, según un estudio reciente dirigido por la University College de Londres y publicado en una nota de prensa emitida por dicha universidad.
Todo ello a pesar de las múltiples campañas informativas lanzadas con el fin de concienciar de los serios riesgos que las mujeres y sus hijos corren al fumar a lo largo de estos nueve meses: partos prematuros, abortos involuntarios, falta de miembros o partes del cuerpo deformes en los fetos, pie zambo, trastornos faciales, y problemas gastrointestinales en los descendientes, etc. Estos son algunos de los defectos congénitos más comunes asociados con el tabaquismo durante el embarazo.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísitica del Reino Unido, recogidos por este estudio, el 45% de las mujeres del país anglosajón menores de 20 años, y el 17% en general, todavía fuma durante el embarazo. Estas cifras son menores en los Estados Unidos, donde sólo el 20% de las mujeres menores de 25 años fuma durante el embarazo, en comparación con un 9% entre los mayores de 35 años.
El autor principal de el presente estudio, el profesor Allan Hackshaw afirma que "la gente puede pensar que son pocas las mujeres que siguen fumando durante el embarazo, pero la realidad es que, particularmente en mujeres menores de 20 años, las cifras siguen siendo extremadamente altas”.
En esta investigación, de la que también se ha hecho eco Human Reproduction Update, los investigadores del University Collegue de Londres examinaron un total de 172 trabajos de investigación publicados en los últimos 50 años, y analizaron un total de 174.000 casos de malformación junto a los controles de 11,7 millones.
Los resultados obtenidos demuestran que el tabaquismo en mujeres embrazadas "aumenta en un 26% el riesgo de tener bebés con miembros amputados o deformes, en un 28% los casos de pie zambo, en un 27% los defectos gastrointestinales, en un 33% los defectos del cráneo, en un 25% los defectos oculares, y en un 28% los casos de labio leporino / paladar hendido en recién nacidos. El mayor incremento en el riesgo (un 50%) fue el de desarrollo de una condición llamada gastrosquisis, que hace que las partes del estómago o los intestinos sobresalgan a través de la piel”, apuntan los autores del estudio.
Por este motivo, los científicos alemanes aseguran que una campaña que contenga imágenes de pulmones dañados o tumores como elementos de disuasión en los paquetes de cigarrillos - como actualmente existen tanto en Estados Unidos como en la UE- no tienen ningún efecto en este grupo de personas. Tampoco funcionaría con "aquellos que dejan de fumar. En estos casos, la actividad del centro del miedo se ha reducido tanto que no es muy receptiva a las fotos atemorizantes", dijo Hurlemann.
En los no fumadores, sin embargo, la amígdala se activa, por lo que en opinión de este científico, estas imágenes impresas en las cajetillas de tabaco sí resultan eficaces para ellos.
Peligros del tabaquismo durante el embarazo
Pese a las medidas puestas en marcha para combatir el tabaco, muchos fumadores no son conscientes de las consecuencias que puede tener esta práctica para su salud. Entre estas personas se encuentra un alto número de mujeres embarazadas, sobre todo chicas jóvenes, que siguen fumando durante los meses de gestación, según un estudio reciente dirigido por la University College de Londres y publicado en una nota de prensa emitida por dicha universidad.
Todo ello a pesar de las múltiples campañas informativas lanzadas con el fin de concienciar de los serios riesgos que las mujeres y sus hijos corren al fumar a lo largo de estos nueve meses: partos prematuros, abortos involuntarios, falta de miembros o partes del cuerpo deformes en los fetos, pie zambo, trastornos faciales, y problemas gastrointestinales en los descendientes, etc. Estos son algunos de los defectos congénitos más comunes asociados con el tabaquismo durante el embarazo.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísitica del Reino Unido, recogidos por este estudio, el 45% de las mujeres del país anglosajón menores de 20 años, y el 17% en general, todavía fuma durante el embarazo. Estas cifras son menores en los Estados Unidos, donde sólo el 20% de las mujeres menores de 25 años fuma durante el embarazo, en comparación con un 9% entre los mayores de 35 años.
El autor principal de el presente estudio, el profesor Allan Hackshaw afirma que "la gente puede pensar que son pocas las mujeres que siguen fumando durante el embarazo, pero la realidad es que, particularmente en mujeres menores de 20 años, las cifras siguen siendo extremadamente altas”.
En esta investigación, de la que también se ha hecho eco Human Reproduction Update, los investigadores del University Collegue de Londres examinaron un total de 172 trabajos de investigación publicados en los últimos 50 años, y analizaron un total de 174.000 casos de malformación junto a los controles de 11,7 millones.
Los resultados obtenidos demuestran que el tabaquismo en mujeres embrazadas "aumenta en un 26% el riesgo de tener bebés con miembros amputados o deformes, en un 28% los casos de pie zambo, en un 27% los defectos gastrointestinales, en un 33% los defectos del cráneo, en un 25% los defectos oculares, y en un 28% los casos de labio leporino / paladar hendido en recién nacidos. El mayor incremento en el riesgo (un 50%) fue el de desarrollo de una condición llamada gastrosquisis, que hace que las partes del estómago o los intestinos sobresalgan a través de la piel”, apuntan los autores del estudio.