Bill Clinto, prototipo de líder informal.
El estándar de liderazgo, hoy por hoy, se centra en directivos que no dan su brazo a torcer y que son fieles a ellos mismos. Se suele pensar que los líderes tienen que ser firmes, resolutivos y asentados sobre principios sólidos. Un reciente estudio llevado a cabo por el profesor de management de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, Martín Kilduff , apunta justamente lo contrario: los líderes naturales no son sistemáticos, ni rígidos, sino muy maleables y que saben aprovechar sus oportunidades.
El estudio identifica los líderes formales e informales dentro de las organizaciones. Los primeros se refieren a gente que está en puestos de liderazgo y autoridad, mientras que los segundos hacen referencia a personas que son percibidos como líderes dentro de un grupo social. Según Kilduff, un líder puede estar dentro de ambas categorías, es decir puede ser formal e informal, pero este tipo de líderes son una rareza dentro las organizaciones porque necesitan que sus “seguidores” tengan un nivel de confianza altísimo en ellos. ¿Quiere esto decir que los líderes “normales” no suscitan confianza entre sus empleados?, se pregunta el estudio.
Las organizaciones modernas tienden a favorecer las jerarquías planas, con muchas divisiones que sirven como suelo fértil para complejas redes sociales. Según el estudio, esto es paradójico, ya que se puede tener la ilusión de “cohesión local y de fragmentación global”, dice. “Si se trabaja en una es estas organizaciones, existe el miedo de estar en una camarilla, lo cual esta bien si es cohesiva. Pero si se ve la organización desde lejos, como uno conjunto, puede parecer fragmentada”, comenta el propio autor en un artículo publicado por Knowledge SMU.
Conectores
La pregunta que surge entonces es cómo se conectan estas dos situaciones. La respuesta está, precisamente, en los líderes informales, que suelen servir como conectores o “brokers” para las relaciones. Este tipo de directivos se adapta bien a las diferentes situaciones sociales, cambian sus comportamientos para dar respuesta a las demandas a los diferentes contextos o ambientes. Kilduff define estas personalidades como “camaleones del mundo social” porque son muy conscientes y están muy involucrados con su comportamiento. Otra forma de definir a estos líderes sería como “homo sociologicus”, que en sociología son personas que están siempre actuando, siempre ante el ojo público, construyendo socialmente su persona.
El estudio demuestra que estos directivos tienden a moverse siempre hacia posiciones centrales dentro de una red social. Suelen disfrutar de ascensos muy pronto y tienen una mayor movilidad geográfica. Además, tienen la virtud de ayudar a los demás a gestionar emociones negativas. Son generosos a la hora de dar consejos a sus colegas. Están orientados a trabajos específicos y son agradables. La literatura al respecto ha puesto de manifiesto que tienden a emerger como líderes naturales a ojos de sus colegas.
En contraposición está el líder formal, o “homo psychologicus”, que se guía en la vida y en la empresa con actitudes y comportamientos coherentes, basados en principios, ideales y valores fijos. Este es el tipo de liderazgo más “normal”.
¿Cómo son percibidos ambos tipos de directivos? Los primeros han sido cuestionados muchas veces como líderes por su naturaleza cambiante, que puede hacer pensar que son manipuladores, poco auténticos o centrados en su propio beneficio.
Kilduff cree que los líderes informales pueden parecer muy seguros hacia el exterior, pero poco consistentes en su fueron interno. Y pone el ejemplo de Bill Clinton y de Tony Blair, que se han presentado siempre como optimistas en público, lo cual no ha representado fielmente cómo se sentían ellos por dentro. Para que nos hagamos una idea, este perfil de líder puede tener un mal día, pero nunca va dar muestras de ello.
Gestionar conflictos
Por otro lado, son unos oradores muy activos, perceptivos con aquello que les rodea, proactivos y siempre dispuestos a ayudar o a dar un consejo. Son excelentes como mediadores en conflictos porque son sensibles a los demás. Sus habilidades en la interacción social les permite ser “brokers” de situaciones complicadas. Kilduff opina que un buen directivo debe ser bueno a la hora de gestionar los momentos complicados, y considera que este perfil tiene más probabilidades de salir airoso. “Toda esta flexibilidad es clave en el liderazgo emergente”, dice.
Pese a sus esfuerzos, los líderes informales han sido acusados de ser poco auténticos debido a sus actitudes cambiantes. Kilduff desmiente esto, y sencillamente apunta que se adaptan y son camaleónicos. Pueden ajustar sus estilos, sus comportamientos en función del clima social que les rodee.
Poco más se sabe (psicológicamente hablando) de este tipo de directivos o líderes. Por ejemplo, tienden a ser perceptivos a la hora de reconocer un problema y a la hora de resolverlo. Además, como se ha dicho son generosos. Quizá por todo esto la gente confía en ellos y gravitan a su alrededor, por lo menos informalmente.
El estudio identifica los líderes formales e informales dentro de las organizaciones. Los primeros se refieren a gente que está en puestos de liderazgo y autoridad, mientras que los segundos hacen referencia a personas que son percibidos como líderes dentro de un grupo social. Según Kilduff, un líder puede estar dentro de ambas categorías, es decir puede ser formal e informal, pero este tipo de líderes son una rareza dentro las organizaciones porque necesitan que sus “seguidores” tengan un nivel de confianza altísimo en ellos. ¿Quiere esto decir que los líderes “normales” no suscitan confianza entre sus empleados?, se pregunta el estudio.
Las organizaciones modernas tienden a favorecer las jerarquías planas, con muchas divisiones que sirven como suelo fértil para complejas redes sociales. Según el estudio, esto es paradójico, ya que se puede tener la ilusión de “cohesión local y de fragmentación global”, dice. “Si se trabaja en una es estas organizaciones, existe el miedo de estar en una camarilla, lo cual esta bien si es cohesiva. Pero si se ve la organización desde lejos, como uno conjunto, puede parecer fragmentada”, comenta el propio autor en un artículo publicado por Knowledge SMU.
Conectores
La pregunta que surge entonces es cómo se conectan estas dos situaciones. La respuesta está, precisamente, en los líderes informales, que suelen servir como conectores o “brokers” para las relaciones. Este tipo de directivos se adapta bien a las diferentes situaciones sociales, cambian sus comportamientos para dar respuesta a las demandas a los diferentes contextos o ambientes. Kilduff define estas personalidades como “camaleones del mundo social” porque son muy conscientes y están muy involucrados con su comportamiento. Otra forma de definir a estos líderes sería como “homo sociologicus”, que en sociología son personas que están siempre actuando, siempre ante el ojo público, construyendo socialmente su persona.
El estudio demuestra que estos directivos tienden a moverse siempre hacia posiciones centrales dentro de una red social. Suelen disfrutar de ascensos muy pronto y tienen una mayor movilidad geográfica. Además, tienen la virtud de ayudar a los demás a gestionar emociones negativas. Son generosos a la hora de dar consejos a sus colegas. Están orientados a trabajos específicos y son agradables. La literatura al respecto ha puesto de manifiesto que tienden a emerger como líderes naturales a ojos de sus colegas.
En contraposición está el líder formal, o “homo psychologicus”, que se guía en la vida y en la empresa con actitudes y comportamientos coherentes, basados en principios, ideales y valores fijos. Este es el tipo de liderazgo más “normal”.
¿Cómo son percibidos ambos tipos de directivos? Los primeros han sido cuestionados muchas veces como líderes por su naturaleza cambiante, que puede hacer pensar que son manipuladores, poco auténticos o centrados en su propio beneficio.
Kilduff cree que los líderes informales pueden parecer muy seguros hacia el exterior, pero poco consistentes en su fueron interno. Y pone el ejemplo de Bill Clinton y de Tony Blair, que se han presentado siempre como optimistas en público, lo cual no ha representado fielmente cómo se sentían ellos por dentro. Para que nos hagamos una idea, este perfil de líder puede tener un mal día, pero nunca va dar muestras de ello.
Gestionar conflictos
Por otro lado, son unos oradores muy activos, perceptivos con aquello que les rodea, proactivos y siempre dispuestos a ayudar o a dar un consejo. Son excelentes como mediadores en conflictos porque son sensibles a los demás. Sus habilidades en la interacción social les permite ser “brokers” de situaciones complicadas. Kilduff opina que un buen directivo debe ser bueno a la hora de gestionar los momentos complicados, y considera que este perfil tiene más probabilidades de salir airoso. “Toda esta flexibilidad es clave en el liderazgo emergente”, dice.
Pese a sus esfuerzos, los líderes informales han sido acusados de ser poco auténticos debido a sus actitudes cambiantes. Kilduff desmiente esto, y sencillamente apunta que se adaptan y son camaleónicos. Pueden ajustar sus estilos, sus comportamientos en función del clima social que les rodee.
Poco más se sabe (psicológicamente hablando) de este tipo de directivos o líderes. Por ejemplo, tienden a ser perceptivos a la hora de reconocer un problema y a la hora de resolverlo. Además, como se ha dicho son generosos. Quizá por todo esto la gente confía en ellos y gravitan a su alrededor, por lo menos informalmente.