Los juegos de azar provocan emociones muy fuertes en los jugadores. Imagen: clarita. Fuente: MorgueFile.
Esta semana se publica en la revista PNAS un estudio internacional liderado por científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) que analiza los orígenes neurobiológicos de la percepción distorsionada que se genera en la mente de las personas durante los juegos de azar.
Estas deformaciones cognitivas están basadas en creencias irracionales que hacen que el jugador sobreestime su probabilidad de ganar dependiendo de lo que observa.
En concreto, cuando ocurren los casiaciertos, que hacen pensar que está a punto de salir el premio, o la denominada falacia del jugador, un pensamiento que a partir de resultados fallidos consecutivos deduce la probabilidad futura de éxito.
El objetivo del trabajo era detectar si alguna región del cerebro está implicada en estas distorsiones cognitivas relacionadas con el juego. Para ello los investigadores solicitaron la ayuda de 60 voluntarios: 16 sanos y el resto con lesiones cerebrales en diversas zonas del cerebro, como la región ventromedial prefrontal, la amígdala o la corteza insular o ínsula.
Tragaperras y ruletas
Después enfrentaron a los participantes a dos juegos de azar para observar su reacción ante los dos efectos. En primer lugar, usaron una máquina tragaperras, donde los participantes experimentaron el casiacierto cuando en la línea aparecían dos cerezas y el tercer símbolo era justo el siguiente a esa fruta (que no llegaba a caer). Investigaciones anteriores ya han demostrado que en ese momento cambia el ritmo cardiaco y la sudoración de la piel.
“En las personas sanas y en la mayoría de los pacientes neurológicos aumentó su motivación para el juego con esta situación, a pesar de que los casi-aciertos realmente no son diferentes a un fallo completo”, explica a Sinc Luke Clark, investigador principal del trabajo.
En segundo lugar, se utilizó un juego de ruleta en el que los participantes podían apostar al rojo o el negro en cada jugada. “Después de una racha de resultados de color rojo, la mayoría de la gente esperaba que saliera el negro por la falacia del jugador, como ya se había confirmado también en experimentos anteriores”, señala Clark.
Pero el investigador destaca el hallazgo del nuevo experimento: “Ni el efecto de casiacierto ni el de la falacia del jugador aparecían en los individuos con la ínsula dañada".
Estas deformaciones cognitivas están basadas en creencias irracionales que hacen que el jugador sobreestime su probabilidad de ganar dependiendo de lo que observa.
En concreto, cuando ocurren los casiaciertos, que hacen pensar que está a punto de salir el premio, o la denominada falacia del jugador, un pensamiento que a partir de resultados fallidos consecutivos deduce la probabilidad futura de éxito.
El objetivo del trabajo era detectar si alguna región del cerebro está implicada en estas distorsiones cognitivas relacionadas con el juego. Para ello los investigadores solicitaron la ayuda de 60 voluntarios: 16 sanos y el resto con lesiones cerebrales en diversas zonas del cerebro, como la región ventromedial prefrontal, la amígdala o la corteza insular o ínsula.
Tragaperras y ruletas
Después enfrentaron a los participantes a dos juegos de azar para observar su reacción ante los dos efectos. En primer lugar, usaron una máquina tragaperras, donde los participantes experimentaron el casiacierto cuando en la línea aparecían dos cerezas y el tercer símbolo era justo el siguiente a esa fruta (que no llegaba a caer). Investigaciones anteriores ya han demostrado que en ese momento cambia el ritmo cardiaco y la sudoración de la piel.
“En las personas sanas y en la mayoría de los pacientes neurológicos aumentó su motivación para el juego con esta situación, a pesar de que los casi-aciertos realmente no son diferentes a un fallo completo”, explica a Sinc Luke Clark, investigador principal del trabajo.
En segundo lugar, se utilizó un juego de ruleta en el que los participantes podían apostar al rojo o el negro en cada jugada. “Después de una racha de resultados de color rojo, la mayoría de la gente esperaba que saliera el negro por la falacia del jugador, como ya se había confirmado también en experimentos anteriores”, señala Clark.
Pero el investigador destaca el hallazgo del nuevo experimento: “Ni el efecto de casiacierto ni el de la falacia del jugador aparecían en los individuos con la ínsula dañada".
Conclusiones
Por tanto, los resultados de la investigación sugieren que las ilusiones o distorsiones del proceso cognitivo provocadas por los juegos de azar se deben a la actividad de la ínsula. Esto lleva a los científicos a creer que las intervenciones para reducir la actividad de esta parte del cerebro, situada en la zona más interna de la superficie lateral, podrían ayudar en el tratamiento de la ludopatía.
“Actualmente estamos probando esta hipótesis en un estudio realizado conjuntamente con la Clínica Nacional de Problemas de Juego en Londres, donde usamos resonancias magnéticas para medir la actividad de la ínsula mientras jugadores patológicos son sometidos a los mismos dos juegos”, explica el autor.
Según los investigadores, la implicación es que los futuros tratamientos para la adición al juego podrían dirigirse a reducir la actividad de la ínsula, ya sea con medicamentos, o mediante técnicas psicológicas como las terapias basadas en la concienciación.
“La ínsula es una parte del cerebro bastante misteriosa, pero sabemos que tiene un papel relevante en la emoción y la sensación corporal; y creemos que es importante en relación con los juegos de azar, ya que el juego es una actividad muy visceral y emocionante”, concluye Clark.
Por tanto, los resultados de la investigación sugieren que las ilusiones o distorsiones del proceso cognitivo provocadas por los juegos de azar se deben a la actividad de la ínsula. Esto lleva a los científicos a creer que las intervenciones para reducir la actividad de esta parte del cerebro, situada en la zona más interna de la superficie lateral, podrían ayudar en el tratamiento de la ludopatía.
“Actualmente estamos probando esta hipótesis en un estudio realizado conjuntamente con la Clínica Nacional de Problemas de Juego en Londres, donde usamos resonancias magnéticas para medir la actividad de la ínsula mientras jugadores patológicos son sometidos a los mismos dos juegos”, explica el autor.
Según los investigadores, la implicación es que los futuros tratamientos para la adición al juego podrían dirigirse a reducir la actividad de la ínsula, ya sea con medicamentos, o mediante técnicas psicológicas como las terapias basadas en la concienciación.
“La ínsula es una parte del cerebro bastante misteriosa, pero sabemos que tiene un papel relevante en la emoción y la sensación corporal; y creemos que es importante en relación con los juegos de azar, ya que el juego es una actividad muy visceral y emocionante”, concluye Clark.
Referencia bibliográfica:
Luke Clark, Bettina Studer, Joel Bruss, Daniel Tranel, Antoine Bechara. Damage to insula abolishes cognitive distortions during simulated gambling. PNAS (2014). DOI: 10.1073/pnas.1322295111.
Luke Clark, Bettina Studer, Joel Bruss, Daniel Tranel, Antoine Bechara. Damage to insula abolishes cognitive distortions during simulated gambling. PNAS (2014). DOI: 10.1073/pnas.1322295111.