Imagen: genue.luben. Fuente: Flickr.
Los padres hacen todo lo posible para asegurar la salud y el bienestar de sus hijos mientras crecen. El favor, sin embargo, puede que no siempre les sea devuelto.
Una Investigación ha demostrado que durante el embarazo, las células del feto a menudo migran a través de la placenta, instalándose en muchas áreas del cuerpo de la madre, donde su influencia puede beneficiar o perjudicar a la salud materna.
La presencia de células fetales en el tejido materno se conoce como microquimerismo fetal. El término alude a las quimeras de la antigua mitología griega -criaturas compuestas hechas de diferentes partes de animales, como la cabra-león-serpiente representada en una escultura de bronce etrusca.
Según Amy Boddy, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Arizona (ASU, EE.UU.) y autora principal de un nuevo estudio, existen quimeras. De hecho, muchos seres humanos tienen rasgos quiméricos en forma de células extrañas de padres, hermanos, o descendientes, adquiridas durante el embarazo.
"Las células fetales pueden actuar como células madre y convertirse en células epiteliales, células especializadas del corazón, del hígado y así sucesivamente. Esto demuestra que son muy dinámicas y juegan un papel muy importante en el cuerpo de la madre. Incluso pueden migrar al cerebro y diferenciarse en neuronas", dice Boddy en la nota de prensa de la universidad. "Todos somos quimeras".
El feto
Aunque el microquimerismo fetal es algo común en los mamíferos placentarios (incluidos los humanos), los efectos de estas células en la salud materna siguen siendo un tema de intenso debate en la comunidad de biólogos.
En su investigación, que aparece en la edición en la revista Bioessays, Boddy y sus colegas revisan la literatura disponible sobre microquimerismo fetal y la salud humana, aplicando un marco evolutivo para predecir cuando las células fetales se inclinan a actuar cooperativamente para mejorar la salud materna y cuando es probable que su comportamiento sea competitivo, en ocasiones dando lugar a efectos adversos en la madre.
Las células fetales pueden hacer más que simplemente emigrar a los tejidos maternos. Los autores sugieren que pueden actuar como una especie de placenta fuera del útero, reorientando activos esenciales del cuerpo de la madre al feto en desarrollo. Las células derivadas del feto -que pueden permanecer en los tejidos maternos durante décadas después de que nazca un niño- se han asociado con la protección y el aumento de la susceptibilidad a una variedad de afecciones, como el cáncer y las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide.
Pero, como advierte la co-autora Melissa Wilson Sayres, no es sólo un tira y afloja entre los intereses de la madre y del feto. También hay un deseo mutuo de que el sistema de la madre sobreviva y proporcione nutrientes para que el sistema del feto sobreviva a su vez y se transmita ADN".
Si cierto grado de microquimerismo fetal ejerce un efecto beneficioso sobre la supervivencia de la madre y su progenie, es probable que sea seleccionado por la evolución como una estrategia adaptativa.
Una revisión de los datos existentes sobre microquimerismo fetal y salud sugiere que las células fetales entran en una relación de cooperación en algunos tejidos maternos, compiten por los recursos en otros tejidos y pueden existir como entidades neutrales -simples "autoestopistas"-. Es probable que las células fetales jueguen cada una de estas funciones en distintos momentos.
Efectos
Por ejemplo, las células fetales pueden contribuir a la respuesta inflamatoria y la autoinmunidad de la madre, cuando son reconocidas como entidades extrañas por el sistema inmunológico de ésta. Esto puede explicar, en parte, las tasas más altas de autoinmunidad en las mujeres. (Las mujeres tienen tasas tres veces más altas de artritis reumatoide, en comparación con los hombres.)
Las células fetales también pueden proporcionar beneficios a las madres, migrando a tejido dañado y reparándolo. Su presencia en las heridas -incluidas las incisiones de cesárea- señalan su participación activa en la curación. En otros casos, las células fetales de la placenta son arrastradas por el torrente sanguíneo a áreas, incluidos los pulmones, donde pueden permanecer simplemente como espectadoras.
Una Investigación ha demostrado que durante el embarazo, las células del feto a menudo migran a través de la placenta, instalándose en muchas áreas del cuerpo de la madre, donde su influencia puede beneficiar o perjudicar a la salud materna.
La presencia de células fetales en el tejido materno se conoce como microquimerismo fetal. El término alude a las quimeras de la antigua mitología griega -criaturas compuestas hechas de diferentes partes de animales, como la cabra-león-serpiente representada en una escultura de bronce etrusca.
Según Amy Boddy, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Arizona (ASU, EE.UU.) y autora principal de un nuevo estudio, existen quimeras. De hecho, muchos seres humanos tienen rasgos quiméricos en forma de células extrañas de padres, hermanos, o descendientes, adquiridas durante el embarazo.
"Las células fetales pueden actuar como células madre y convertirse en células epiteliales, células especializadas del corazón, del hígado y así sucesivamente. Esto demuestra que son muy dinámicas y juegan un papel muy importante en el cuerpo de la madre. Incluso pueden migrar al cerebro y diferenciarse en neuronas", dice Boddy en la nota de prensa de la universidad. "Todos somos quimeras".
El feto
Aunque el microquimerismo fetal es algo común en los mamíferos placentarios (incluidos los humanos), los efectos de estas células en la salud materna siguen siendo un tema de intenso debate en la comunidad de biólogos.
En su investigación, que aparece en la edición en la revista Bioessays, Boddy y sus colegas revisan la literatura disponible sobre microquimerismo fetal y la salud humana, aplicando un marco evolutivo para predecir cuando las células fetales se inclinan a actuar cooperativamente para mejorar la salud materna y cuando es probable que su comportamiento sea competitivo, en ocasiones dando lugar a efectos adversos en la madre.
Las células fetales pueden hacer más que simplemente emigrar a los tejidos maternos. Los autores sugieren que pueden actuar como una especie de placenta fuera del útero, reorientando activos esenciales del cuerpo de la madre al feto en desarrollo. Las células derivadas del feto -que pueden permanecer en los tejidos maternos durante décadas después de que nazca un niño- se han asociado con la protección y el aumento de la susceptibilidad a una variedad de afecciones, como el cáncer y las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide.
Pero, como advierte la co-autora Melissa Wilson Sayres, no es sólo un tira y afloja entre los intereses de la madre y del feto. También hay un deseo mutuo de que el sistema de la madre sobreviva y proporcione nutrientes para que el sistema del feto sobreviva a su vez y se transmita ADN".
Si cierto grado de microquimerismo fetal ejerce un efecto beneficioso sobre la supervivencia de la madre y su progenie, es probable que sea seleccionado por la evolución como una estrategia adaptativa.
Una revisión de los datos existentes sobre microquimerismo fetal y salud sugiere que las células fetales entran en una relación de cooperación en algunos tejidos maternos, compiten por los recursos en otros tejidos y pueden existir como entidades neutrales -simples "autoestopistas"-. Es probable que las células fetales jueguen cada una de estas funciones en distintos momentos.
Efectos
Por ejemplo, las células fetales pueden contribuir a la respuesta inflamatoria y la autoinmunidad de la madre, cuando son reconocidas como entidades extrañas por el sistema inmunológico de ésta. Esto puede explicar, en parte, las tasas más altas de autoinmunidad en las mujeres. (Las mujeres tienen tasas tres veces más altas de artritis reumatoide, en comparación con los hombres.)
Las células fetales también pueden proporcionar beneficios a las madres, migrando a tejido dañado y reparándolo. Su presencia en las heridas -incluidas las incisiones de cesárea- señalan su participación activa en la curación. En otros casos, las células fetales de la placenta son arrastradas por el torrente sanguíneo a áreas, incluidos los pulmones, donde pueden permanecer simplemente como espectadoras.
Cooperación y conflicto
Aplicando un enfoque de cooperación y conflicto, los autores hacen predicciones comprobables acerca de las circunstancias que favorecen la cooperación de células del feto o la competencia entre ellas y los efectos positivos o negativos que conlleva para la salud materna.
La teoría evolutiva sugiere que las células fetales actuarán en cooperación para mejorar la salud materna si el coste económico de hacerlo es bajo, por ejemplo, en el mantenimiento de tejido. Cuando el coste para las células fetales es alto, obligando a la división de recursos limitados entre el feto y la madre, la competencia es el resultado más probable, con un aumento del conflicto que lleva a efectos perjudiciales para la madre, el feto en desarrollo, o ambos.
Las células fetales parecen desempeñar un papel complejo en el pecho femenino y se han detectado en más de la mitad de todas las mujeres de la muestra. Dada la co-evolución de las células maternas y del feto en el transcurso de 160 millones de años de evolución de los mamíferos de placenta, parece probable que las células fetales sean participantes activos en el desarrollo mamario y la lactancia.
La producción de leche es una actividad vital, pero supone un alto consumo energético para la madre, lo que requiere una regulación sutil. La lactancia deficiente -un problema común - puede estar relacionada con una baja presencia de células fetales en el tejido mamario. La hipótesis sugiere que una medición sencilla y no invasiva de la abundancia de células fetales en la leche materna podría proporcionar la primera evidencia concluyente sobre la influencia de las células fetales en la salud materna.
Con respecto al cáncer de mama, los datos existentes pintan un cuadro complejo. Las células fetales se encuentran generalmente en menor abundancia en las mujeres con cáncer de mama, en comparación con las mujeres sanas, lo que sugiere que pueden desempeñar un papel protector. Por otra parte, algunos datos indican que las células fetales pueden estar relacionadas con un aumento transitorio del riesgo de cáncer de mama en los años inmediatamente posteriores al embarazo.
La glándula tiroides lleva a cabo una amplia gama de funciones de regulación y, durante el embarazo, está involucrada en la transferencia eficiente de calor de la madre a la descendencia. Una vez más, las células fetales que se encuentran en la tiroides están implicadas y pueden estar manipulando la actividad de la tiroides para mejorar la transferencia de calor al feto, posiblemente a costa de la madre.
Las células fetales están más presentes tanto en la sangre como en el tejido de la tiroides de las mujeres con enfermedades de la tiroides, incluyendo la tiroiditis de Hashimoto, la enfermedad de Graves y el cáncer de tiroides, en comparación con las mujeres sanas. (Curiosamente, el cáncer de la tiroides es la única forma de cáncer no específica de un sexo que se encuentra con mayor frecuencia en mujeres que en hombres.) Los autores sugieren que el sistema de la madre, en el intento de arrebatar el control a la influencia de las células fetales, puede inducir niveles peligrosos de autoinmunidad e inflamación.
'Atracción fetal'
El panorama actual representa un intento de desenredar las influencias innumerables del microquimerismo fetal en la salud humana. Una de las posibilidades más tentadoras planteadas en el nuevo estudio es que las células fetales puedan dirigir vías neurales que supervisan las emociones y el comportamiento. Pueden, por ejemplo, secuestrar los mecanismos de activación de la liberación de oxitocina, una hormona asociada con la vinculación emocional entre la madre y el niño.
De hecho, las células fetales podrían ser sospechosas de una amplia gama de manifestaciones físicas y emocionales en la madre, incluyendo afecciones relacionadas con el embarazo como las náuseas o la depresión posparto. Incluso la aparición temprana de la menopausia puede ser el resultado de los esfuerzos de las células fetales por evitar que la madre pueda tener más hijos, con el fin de asegurar el máximo de recursos para el feto y, con el tiempo, del niño en crecimiento.
Por último, señalan los autores, el microquimerismo fetal puede ser una pieza de un rompecabezas sutil y vertiginosamente complejo. El tráfico de las células es en realidad bi-direccional, ya qye el feto recibe células de la madre. Las células fetales del tejido materno pueden cruzar la barrera placentaria en embarazos posteriores, lo que podría influir en la salud de otros hijos. Para complicar aún más las cosas, las células de fetos posteriores también pueden atravesar la placenta para saltar a la arena microquimérica, tal vez introduciendo rivalidades entre hermanos por los recursos limitados de la madre.
La identificación de células fetales en los tejidos del intestino, el hígado o el cerebro materno es sólo un primer paso. Para desentrañar la verdadera función de estas células, los investigadores necesitan examinar su expresión génica y su interacción con los tejidos maternos.
Aplicando un enfoque de cooperación y conflicto, los autores hacen predicciones comprobables acerca de las circunstancias que favorecen la cooperación de células del feto o la competencia entre ellas y los efectos positivos o negativos que conlleva para la salud materna.
La teoría evolutiva sugiere que las células fetales actuarán en cooperación para mejorar la salud materna si el coste económico de hacerlo es bajo, por ejemplo, en el mantenimiento de tejido. Cuando el coste para las células fetales es alto, obligando a la división de recursos limitados entre el feto y la madre, la competencia es el resultado más probable, con un aumento del conflicto que lleva a efectos perjudiciales para la madre, el feto en desarrollo, o ambos.
Las células fetales parecen desempeñar un papel complejo en el pecho femenino y se han detectado en más de la mitad de todas las mujeres de la muestra. Dada la co-evolución de las células maternas y del feto en el transcurso de 160 millones de años de evolución de los mamíferos de placenta, parece probable que las células fetales sean participantes activos en el desarrollo mamario y la lactancia.
La producción de leche es una actividad vital, pero supone un alto consumo energético para la madre, lo que requiere una regulación sutil. La lactancia deficiente -un problema común - puede estar relacionada con una baja presencia de células fetales en el tejido mamario. La hipótesis sugiere que una medición sencilla y no invasiva de la abundancia de células fetales en la leche materna podría proporcionar la primera evidencia concluyente sobre la influencia de las células fetales en la salud materna.
Con respecto al cáncer de mama, los datos existentes pintan un cuadro complejo. Las células fetales se encuentran generalmente en menor abundancia en las mujeres con cáncer de mama, en comparación con las mujeres sanas, lo que sugiere que pueden desempeñar un papel protector. Por otra parte, algunos datos indican que las células fetales pueden estar relacionadas con un aumento transitorio del riesgo de cáncer de mama en los años inmediatamente posteriores al embarazo.
La glándula tiroides lleva a cabo una amplia gama de funciones de regulación y, durante el embarazo, está involucrada en la transferencia eficiente de calor de la madre a la descendencia. Una vez más, las células fetales que se encuentran en la tiroides están implicadas y pueden estar manipulando la actividad de la tiroides para mejorar la transferencia de calor al feto, posiblemente a costa de la madre.
Las células fetales están más presentes tanto en la sangre como en el tejido de la tiroides de las mujeres con enfermedades de la tiroides, incluyendo la tiroiditis de Hashimoto, la enfermedad de Graves y el cáncer de tiroides, en comparación con las mujeres sanas. (Curiosamente, el cáncer de la tiroides es la única forma de cáncer no específica de un sexo que se encuentra con mayor frecuencia en mujeres que en hombres.) Los autores sugieren que el sistema de la madre, en el intento de arrebatar el control a la influencia de las células fetales, puede inducir niveles peligrosos de autoinmunidad e inflamación.
'Atracción fetal'
El panorama actual representa un intento de desenredar las influencias innumerables del microquimerismo fetal en la salud humana. Una de las posibilidades más tentadoras planteadas en el nuevo estudio es que las células fetales puedan dirigir vías neurales que supervisan las emociones y el comportamiento. Pueden, por ejemplo, secuestrar los mecanismos de activación de la liberación de oxitocina, una hormona asociada con la vinculación emocional entre la madre y el niño.
De hecho, las células fetales podrían ser sospechosas de una amplia gama de manifestaciones físicas y emocionales en la madre, incluyendo afecciones relacionadas con el embarazo como las náuseas o la depresión posparto. Incluso la aparición temprana de la menopausia puede ser el resultado de los esfuerzos de las células fetales por evitar que la madre pueda tener más hijos, con el fin de asegurar el máximo de recursos para el feto y, con el tiempo, del niño en crecimiento.
Por último, señalan los autores, el microquimerismo fetal puede ser una pieza de un rompecabezas sutil y vertiginosamente complejo. El tráfico de las células es en realidad bi-direccional, ya qye el feto recibe células de la madre. Las células fetales del tejido materno pueden cruzar la barrera placentaria en embarazos posteriores, lo que podría influir en la salud de otros hijos. Para complicar aún más las cosas, las células de fetos posteriores también pueden atravesar la placenta para saltar a la arena microquimérica, tal vez introduciendo rivalidades entre hermanos por los recursos limitados de la madre.
La identificación de células fetales en los tejidos del intestino, el hígado o el cerebro materno es sólo un primer paso. Para desentrañar la verdadera función de estas células, los investigadores necesitan examinar su expresión génica y su interacción con los tejidos maternos.
Referencia bibliográfica:
Amy M. Boddy, Angelo Fortunato, Melissa Wilson Sayres, Athena Aktipis: Fetal microchimerism and maternal health: A review and evolutionary analysis of cooperation and conflict beyond the womb. BioEssays (2015). DOI: 10.1002/bies.201500059
Amy M. Boddy, Angelo Fortunato, Melissa Wilson Sayres, Athena Aktipis: Fetal microchimerism and maternal health: A review and evolutionary analysis of cooperation and conflict beyond the womb. BioEssays (2015). DOI: 10.1002/bies.201500059