El papel de las TIC en la ciudad del futuro y en la participación ciudadana está por escribir, según los expertos. Imagen: Gauravonomics. Fuente: Flickr.
La emergencia de las nuevas tecnologías como instrumento que permite una toma de decisiones más eficiente y participativa, lo que se denomina "policy making 2.0", fue la protagonista de la primera de las tres jornadas del ciclo La ciudad del futuro que organizan la Universidad Politécnica de Madrid y el Instituto de la Ingeniería de España, en cuya sede se celebró el acto la semana pasada.
La jornada estuvo moderada por José Manuel Páez, vicerrector de Relaciones Internacionales y catedrático de Telecomunicación de la UPM, que comenzó afirmando su intención de "huir del término smart city, ciudad inteligente, porque la inteligencia hay que demostrarla". Le gusta más, dijo, la "ciudad justa, democrática, en la que la información llegue a todo el mundo".
Según José María de Lapuerta, director del Master in City Sciences (Ciencias de la Ciudad) de la UPM, en la que se engloban estas jornadas, afirmó que las empresas buscan especialistas en este ámbito, y que no hay un grado específico. "No es ni para ingenieros ni para arquitectos ni para economistas, sino para el que lo coja primero, en cierto modo".
No se trata de urbanismo, afirmó Lapuerta, que es catedrático en la Escuela de Arquitectura de la UPM, sino de un nuevo concepto de ciudad en la que se tenga en cuenta sus diversos aspectos: servicios básicos, participación ciudadana, etc. "El urbanismo tradicional está hecho por un solo ingeniero o arquitecto, pero no es suficiente. Los planos en dos dimensiones no reflejan el subsuelo, la cubierta de los edificios, ni cómo se gestiona el agua, la luz, el medioambiente". Hace falta un urbanismo "en 3D", aseguró.
Apuntó otras ideas, como la diferencia entre la ciudad densa típica europea y la ciudad "verde" estadounidense, "que en realidad es la menos verde de todas porque consume mucho combustible para los desplazamientos". O que el crecimiento a veces es innecesario o excesivo, "igual que el agua se satura de azúcar; crecer por crecer no tiene sentido".
La importancia del ahorro energético en la ciudad, en un contexto en el que se prevé que 300 millones de chinos emigren a ciudades que "aún no están diseñadas", la participación ciudadana, la gestión de los datos sobre la ciudad y los ciudadanos y decidir en manos de quién deben estar, son otros de los asuntos que se abordan en el máster dirigido por Lapuerta.
El público, poblado de estudiantes del máster, asistió a continuación a la ponencia de César Miralles, director general de Red.es, la entidad pública empresarial del Ministerio de Industria destinada al fomento de las TIC. Miralles destacó la "revolución tecnológica sin precedentes" que estamos viviendo, protagonizada por "la información y la conectividad, que ya es casi un servicio básico".
La influencia creciente de los smartphones en nuestras vidas puede proyectarse en el ámbito de los servicios públicos, gestionados en tiempo real y a distancia, gracias a la información proporcionada por los ciudadanos. Por ejemplo, en la gestión del tráfico y del transporte público, los servicios de aparcamiento, o la recogida de residuos.
Miralles añadió también que las TIC han revolucionado el mapa del mundo, puesto que hay compañías que tienen más clientes que habitantes cualquier país. Eso ha provocado desafíos regulatorios, en temas como la propiedad intelectual y la protección de datos, temas que también deberán tenerse en cuenta en las ciudades tecnológicas del futuro.
El Ministerio, señaló, colabora a través de Red.es en el desarrollo de las smart cities en dos grupos de trabajo, uno el Comité Técnico de Normalización de Aenor sobre ciudades inteligentes, y el otro, la Red Española de Ciudades Inteligentes. Asimismo, la Agenda Digital para España incluye un plan de smart cities, añadió.
En el turno de preguntas subrayó que las nuevas tecnologías ayudan mucho a ciegos y otros discapacitados en su día a día.
La jornada estuvo moderada por José Manuel Páez, vicerrector de Relaciones Internacionales y catedrático de Telecomunicación de la UPM, que comenzó afirmando su intención de "huir del término smart city, ciudad inteligente, porque la inteligencia hay que demostrarla". Le gusta más, dijo, la "ciudad justa, democrática, en la que la información llegue a todo el mundo".
Según José María de Lapuerta, director del Master in City Sciences (Ciencias de la Ciudad) de la UPM, en la que se engloban estas jornadas, afirmó que las empresas buscan especialistas en este ámbito, y que no hay un grado específico. "No es ni para ingenieros ni para arquitectos ni para economistas, sino para el que lo coja primero, en cierto modo".
No se trata de urbanismo, afirmó Lapuerta, que es catedrático en la Escuela de Arquitectura de la UPM, sino de un nuevo concepto de ciudad en la que se tenga en cuenta sus diversos aspectos: servicios básicos, participación ciudadana, etc. "El urbanismo tradicional está hecho por un solo ingeniero o arquitecto, pero no es suficiente. Los planos en dos dimensiones no reflejan el subsuelo, la cubierta de los edificios, ni cómo se gestiona el agua, la luz, el medioambiente". Hace falta un urbanismo "en 3D", aseguró.
Apuntó otras ideas, como la diferencia entre la ciudad densa típica europea y la ciudad "verde" estadounidense, "que en realidad es la menos verde de todas porque consume mucho combustible para los desplazamientos". O que el crecimiento a veces es innecesario o excesivo, "igual que el agua se satura de azúcar; crecer por crecer no tiene sentido".
La importancia del ahorro energético en la ciudad, en un contexto en el que se prevé que 300 millones de chinos emigren a ciudades que "aún no están diseñadas", la participación ciudadana, la gestión de los datos sobre la ciudad y los ciudadanos y decidir en manos de quién deben estar, son otros de los asuntos que se abordan en el máster dirigido por Lapuerta.
El público, poblado de estudiantes del máster, asistió a continuación a la ponencia de César Miralles, director general de Red.es, la entidad pública empresarial del Ministerio de Industria destinada al fomento de las TIC. Miralles destacó la "revolución tecnológica sin precedentes" que estamos viviendo, protagonizada por "la información y la conectividad, que ya es casi un servicio básico".
La influencia creciente de los smartphones en nuestras vidas puede proyectarse en el ámbito de los servicios públicos, gestionados en tiempo real y a distancia, gracias a la información proporcionada por los ciudadanos. Por ejemplo, en la gestión del tráfico y del transporte público, los servicios de aparcamiento, o la recogida de residuos.
Miralles añadió también que las TIC han revolucionado el mapa del mundo, puesto que hay compañías que tienen más clientes que habitantes cualquier país. Eso ha provocado desafíos regulatorios, en temas como la propiedad intelectual y la protección de datos, temas que también deberán tenerse en cuenta en las ciudades tecnológicas del futuro.
El Ministerio, señaló, colabora a través de Red.es en el desarrollo de las smart cities en dos grupos de trabajo, uno el Comité Técnico de Normalización de Aenor sobre ciudades inteligentes, y el otro, la Red Española de Ciudades Inteligentes. Asimismo, la Agenda Digital para España incluye un plan de smart cities, añadió.
En el turno de preguntas subrayó que las nuevas tecnologías ayudan mucho a ciegos y otros discapacitados en su día a día.
La participación ciudadana
El consultor especializado en Políticas de Gobierno Abierto [Alberto Ortiz de Zárate]urlblankhttp://alorza.net/ comenzó retando al público: "No sois de Bilbao porque no queréis." La broma de Zárate, bilbaíno él mismo, le sirvió para afirmar que en este momento la pertenencia a un lugar no depende de dónde se nace o de dónde se vive, "sino de dónde te enredas o participas. La participación define ciudadanía".
A continuación enumeró ocho tipos distintos de sociedades según sea la situación del entorno (estable o disruptiva, es decir, en situación de crisis o ruptura), el papel del sector público, según sea más intervencionista o menos, y según el papel de los ciudadanos y su nivel de participación política.
Desde el modelo "conformista" propio de una sociedad estable, con una ciudadanía pasiva y un sector público fuerte, hasta otro en el que la ciudadanía sí esté comprometida, la administración pública sea pequeña, y el entorno disruptivo ("administración experimental", con ensayos prueba-error), Ortiz de Zárate presentó cada modelo de forma "caricaturesca".
Entre ellos, el modelo "Yes, Minister", en homenaje a la serie de la BBC, en uno de cuyos capítulos el ministro visitaba un hospital sin pacientes, que funcionaba estupendamente, aunque no producía ningún beneficio a la ciudadanía. "En ese modelo el Estado intenta justificarse a sí mismo nada más", explicó.
El modelo de administración grande, entorno disruptivo y ciudadanía participativa, "Administración 2.0", puede ejemplificarse con la colaboración ciudadana en servicios como quitar la nieve, algo que es obligatorio en Alemania. "Aquí nos parece raro".
A juicio del experto, dado que en el entorno "poco podemos hacer" y que el papel que debe asumir el Estado "es una cuestión ideológica y difícil de cambiar", lo único que está claro es que "cuanta más participación y más responsabilidad en el uso de los bienes públicos, mejor".
Pese a ello advirtió del riesgo en el uso de la palabra "participación", que se usa para todo. "En Holanda desmontaron el Estado del bienestar y dijeron que era para fomentar la participación. Y quizás tenían razón, pero que usen otra palabra".
Dicha participación debe manifestarse en cuatro ámbitos, señaló: la evaluación de lo que hace el gobierno (para ello hace falta transparencia), la definición de la agenda, de los problemas (opinión de los ciudadanos), diseño de las políticas y, por último, su ejecución, en la que "es muy importante involucrar a la ciudadanía, a las organizaciones ciudadanas, y no solo a las ONGs, en ser responsables".
Para concluir, señaló que "vivimos todos en la misma ciudad virtual, somos co-ciudadanos", y planteó una duda: "¿Qué debe hacerse con la participación? ¿Debe ser pesada la administración, o más bien favorecer espacios donde la ciudadanía ya está opinando?" Y es que, apuntó después en el turno de preguntas, "la gente participa masivamente en lo que les interesa a ellos, no lo que le dice la gente de los palacios". Además, hay una paradoja: "cuanto mejor funciona un gobierno, menos quiere participar la gente".
La política
El último ponente fue Gianluca Misuraca, italiano residente en Sevilla, e investigador senior del Instituto de Prospectiva Tecnológica del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, aunque, como señaló, sus palabras de ayer no representaban "necesariamente" lo que piensa la Comisión.
A su juicio, al hablar de las "ciudades inteligentes" y de las TIC debe hablarse también de los aspectos sociales, de si dichas tecnologías son capaces de ayudar a la gente a integrarse en la sociedad. "Las TIC pueden ayudar, pero no resuelven los problemas".
Además, insistió en que debe definirse primero qué entendemos por "inteligente". "¿Lo es Los Ángeles, donde la gente se pasa mucho tiempo en el coche?"
"Hay mucha retórica cuando se habla de estos temas, hay muchos riesgos de los que no se habla", añadió. Por ejemplo, que el hecho de que la administración tenga registrados los movimientos de los ciudadanos facilita el aprovechamiento de esos datos para mejorar los servicios, "pero también les tiene más controlados".
Las nuevas tecnologías permiten a los ciudadanos, apuntó, presionar a los gobiernos para que cambien de dirección, pese a lo cual no tienen impacto real en las políticas. "Se pueden cambiar gobiernos, como en la primavera árabe o en Italia con el Movimiento 5 Estrellas, pero no se cambian los sistemas".
La posibilidad de utilizar grandes cantidades de datos, el big data, no se aprovecha demasiado tampoco. "Hay un diluvio de datos pero sin inteligencia".
Misuraca enumeró, eso sí, las diversas iniciativas de la Comisión para fomentar el Policy Making 2.0, así como la colaboración público-privada. "Los beneficios posibles son una mejor y más rápida formulación de las políticas, así como la toma de decisiones basada en evidencias, y más orientada al largo plazo y no a ganar las próximas elecciones". Parafraseando a uno de los padres de Europa, Alcide de Gasperi, "un politico piensa en las proximas elecciones, un policy maker 2.0 [hombre de estado, decía Gasperi] piensa en la próxima generación".
En el turno de preguntas se planteó si las ciudades son o no la mejor opción para vivir. Miralles dijo que, lo sea o no, todas las predicciones concuerdan en que van a seguir creciendo.
En cuanto a si las nuevas tecnología facilitan la manipulación de la gente, tanto Ortiz de Zárate como Miralles coincidieron en que "siempre la ha habido", aunque Ortiz apuntó que "la exacerba. Ahora hay infoxicación, exceso de información. Hacen falta nuevos periodistas que la desbrocen".
El consultor especializado en Políticas de Gobierno Abierto [Alberto Ortiz de Zárate]urlblankhttp://alorza.net/ comenzó retando al público: "No sois de Bilbao porque no queréis." La broma de Zárate, bilbaíno él mismo, le sirvió para afirmar que en este momento la pertenencia a un lugar no depende de dónde se nace o de dónde se vive, "sino de dónde te enredas o participas. La participación define ciudadanía".
A continuación enumeró ocho tipos distintos de sociedades según sea la situación del entorno (estable o disruptiva, es decir, en situación de crisis o ruptura), el papel del sector público, según sea más intervencionista o menos, y según el papel de los ciudadanos y su nivel de participación política.
Desde el modelo "conformista" propio de una sociedad estable, con una ciudadanía pasiva y un sector público fuerte, hasta otro en el que la ciudadanía sí esté comprometida, la administración pública sea pequeña, y el entorno disruptivo ("administración experimental", con ensayos prueba-error), Ortiz de Zárate presentó cada modelo de forma "caricaturesca".
Entre ellos, el modelo "Yes, Minister", en homenaje a la serie de la BBC, en uno de cuyos capítulos el ministro visitaba un hospital sin pacientes, que funcionaba estupendamente, aunque no producía ningún beneficio a la ciudadanía. "En ese modelo el Estado intenta justificarse a sí mismo nada más", explicó.
El modelo de administración grande, entorno disruptivo y ciudadanía participativa, "Administración 2.0", puede ejemplificarse con la colaboración ciudadana en servicios como quitar la nieve, algo que es obligatorio en Alemania. "Aquí nos parece raro".
A juicio del experto, dado que en el entorno "poco podemos hacer" y que el papel que debe asumir el Estado "es una cuestión ideológica y difícil de cambiar", lo único que está claro es que "cuanta más participación y más responsabilidad en el uso de los bienes públicos, mejor".
Pese a ello advirtió del riesgo en el uso de la palabra "participación", que se usa para todo. "En Holanda desmontaron el Estado del bienestar y dijeron que era para fomentar la participación. Y quizás tenían razón, pero que usen otra palabra".
Dicha participación debe manifestarse en cuatro ámbitos, señaló: la evaluación de lo que hace el gobierno (para ello hace falta transparencia), la definición de la agenda, de los problemas (opinión de los ciudadanos), diseño de las políticas y, por último, su ejecución, en la que "es muy importante involucrar a la ciudadanía, a las organizaciones ciudadanas, y no solo a las ONGs, en ser responsables".
Para concluir, señaló que "vivimos todos en la misma ciudad virtual, somos co-ciudadanos", y planteó una duda: "¿Qué debe hacerse con la participación? ¿Debe ser pesada la administración, o más bien favorecer espacios donde la ciudadanía ya está opinando?" Y es que, apuntó después en el turno de preguntas, "la gente participa masivamente en lo que les interesa a ellos, no lo que le dice la gente de los palacios". Además, hay una paradoja: "cuanto mejor funciona un gobierno, menos quiere participar la gente".
La política
El último ponente fue Gianluca Misuraca, italiano residente en Sevilla, e investigador senior del Instituto de Prospectiva Tecnológica del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, aunque, como señaló, sus palabras de ayer no representaban "necesariamente" lo que piensa la Comisión.
A su juicio, al hablar de las "ciudades inteligentes" y de las TIC debe hablarse también de los aspectos sociales, de si dichas tecnologías son capaces de ayudar a la gente a integrarse en la sociedad. "Las TIC pueden ayudar, pero no resuelven los problemas".
Además, insistió en que debe definirse primero qué entendemos por "inteligente". "¿Lo es Los Ángeles, donde la gente se pasa mucho tiempo en el coche?"
"Hay mucha retórica cuando se habla de estos temas, hay muchos riesgos de los que no se habla", añadió. Por ejemplo, que el hecho de que la administración tenga registrados los movimientos de los ciudadanos facilita el aprovechamiento de esos datos para mejorar los servicios, "pero también les tiene más controlados".
Las nuevas tecnologías permiten a los ciudadanos, apuntó, presionar a los gobiernos para que cambien de dirección, pese a lo cual no tienen impacto real en las políticas. "Se pueden cambiar gobiernos, como en la primavera árabe o en Italia con el Movimiento 5 Estrellas, pero no se cambian los sistemas".
La posibilidad de utilizar grandes cantidades de datos, el big data, no se aprovecha demasiado tampoco. "Hay un diluvio de datos pero sin inteligencia".
Misuraca enumeró, eso sí, las diversas iniciativas de la Comisión para fomentar el Policy Making 2.0, así como la colaboración público-privada. "Los beneficios posibles son una mejor y más rápida formulación de las políticas, así como la toma de decisiones basada en evidencias, y más orientada al largo plazo y no a ganar las próximas elecciones". Parafraseando a uno de los padres de Europa, Alcide de Gasperi, "un politico piensa en las proximas elecciones, un policy maker 2.0 [hombre de estado, decía Gasperi] piensa en la próxima generación".
En el turno de preguntas se planteó si las ciudades son o no la mejor opción para vivir. Miralles dijo que, lo sea o no, todas las predicciones concuerdan en que van a seguir creciendo.
En cuanto a si las nuevas tecnología facilitan la manipulación de la gente, tanto Ortiz de Zárate como Miralles coincidieron en que "siempre la ha habido", aunque Ortiz apuntó que "la exacerba. Ahora hay infoxicación, exceso de información. Hacen falta nuevos periodistas que la desbrocen".