Las tres formas cubiertas de pelo (izquierda) representan especies de plancton que se encontraron dentro del cráter. La forma geométrica (abajo a la izquierda) es una especie de alga. Pequeños organismos como estos se desplazaron hacia cráter tan rápidamente que los huesos de los animales que murieron por el impacto, como el mosasaurio que se muestra en la imagen, pudieron haber sido aún visibles. Arte original de John Maisano, Universidad de Texas Jackson School of Geosciences.
Hace aproximadamente 66 millones de años, un asteroide se estrelló en la Tierra desencadenando una extinción masiva. Cerca del 75 % de los géneros biológicos desaparecieron, entre ellos la mayoría de los dinosaurios, los reptiles voladores, la mayor parte de reptiles acuáticos y los moluscos.
Aunque el asteroide mató a decenas de especies, un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Florida, en colaboración con investigadores de la Universidad de Texas en Austin, descubrió que el cráter que dejó el asteroide, de 180 kilómetros de diámetro, fue el hogar de la vida marina menos de una década después del impacto.
También constató esta investigación que el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en los primeros 30.000 años posteriores a la caída del asteroide, un proceso mucho más rápido que el ocurrido en otros sitios del mundo. Los resultados se publican en la revista Nature.
"Este estudio proporciona la primera evidencia de que la vida, al menos los organismos más simples, se recuperó relativamente rápido dentro del cráter de impacto que marca la desaparición de los dinosaurios", explica Jeremy Owens, uno de los autores de la investigación, en un comunicado.
Los hallazgos desafían las teorías anteriores de que la recuperación en los sitios más cercanos al cráter, ubicado parcialmente en la costa de la Península de Yucatán en México, se vio frenada por los contaminantes ambientales liberados por el impacto. El impacto produjo grandes terremotos, aumento de la temperatura, fuegos y lluvias ácidas.
Este estudio sugiere sin embargo que la recuperación de la vida en todo el mundo estuvo influenciada principalmente por factores locales, un hallazgo que podría tener implicaciones para los entornos afectados por el cambio climático actual.
"Encontramos vida en el cráter en pocos años después del impacto, que es realmente rápido, sorprendentemente rápido", señala por su parte Chris Lowery, director de la investigación. "Muestra que no hay mucha predictibilidad de la recuperación de la vida en general".
La evidencia de vida en el sitio del impacto proviene principalmente de microfósiles -los restos de organismos unicelulares como algas y plancton-, así como de las madrigueras de organismos más grandes descubiertos en una roca extraída del cráter.
Las muestras se recogieron durante las recientes perforaciones científicas realizadas conjuntamente por el Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos (IODP) y el Programa Internacional de Perforación Continental (ICDP).
Los diminutos fósiles son evidencia contundente de que los organismos habitaron el cráter, y sirven como un indicador general de la habitabilidad en el ambiente después del impacto, señalan los investigadores.
Aunque el asteroide mató a decenas de especies, un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Florida, en colaboración con investigadores de la Universidad de Texas en Austin, descubrió que el cráter que dejó el asteroide, de 180 kilómetros de diámetro, fue el hogar de la vida marina menos de una década después del impacto.
También constató esta investigación que el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en los primeros 30.000 años posteriores a la caída del asteroide, un proceso mucho más rápido que el ocurrido en otros sitios del mundo. Los resultados se publican en la revista Nature.
"Este estudio proporciona la primera evidencia de que la vida, al menos los organismos más simples, se recuperó relativamente rápido dentro del cráter de impacto que marca la desaparición de los dinosaurios", explica Jeremy Owens, uno de los autores de la investigación, en un comunicado.
Los hallazgos desafían las teorías anteriores de que la recuperación en los sitios más cercanos al cráter, ubicado parcialmente en la costa de la Península de Yucatán en México, se vio frenada por los contaminantes ambientales liberados por el impacto. El impacto produjo grandes terremotos, aumento de la temperatura, fuegos y lluvias ácidas.
Este estudio sugiere sin embargo que la recuperación de la vida en todo el mundo estuvo influenciada principalmente por factores locales, un hallazgo que podría tener implicaciones para los entornos afectados por el cambio climático actual.
"Encontramos vida en el cráter en pocos años después del impacto, que es realmente rápido, sorprendentemente rápido", señala por su parte Chris Lowery, director de la investigación. "Muestra que no hay mucha predictibilidad de la recuperación de la vida en general".
La evidencia de vida en el sitio del impacto proviene principalmente de microfósiles -los restos de organismos unicelulares como algas y plancton-, así como de las madrigueras de organismos más grandes descubiertos en una roca extraída del cráter.
Las muestras se recogieron durante las recientes perforaciones científicas realizadas conjuntamente por el Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos (IODP) y el Programa Internacional de Perforación Continental (ICDP).
Los diminutos fósiles son evidencia contundente de que los organismos habitaron el cráter, y sirven como un indicador general de la habitabilidad en el ambiente después del impacto, señalan los investigadores.
Madrigueras de camarones
Los científicos encontraron signos de que la vida primero regresó al cráter dos o tres años después del impacto. La evidencia incluyó madrigueras hechas por pequeños camarones o gusanos.
30,000 años después del impacto, un ecosistema próspero estaba ya presente en el cráter con fitoplancton floreciente, plantas microscópicas que soportan una comunidad diversa de microfósiles en las aguas superficiales y en el fondo marino.
En contraste, otras áreas del mundo, incluyendo el Atlántico Norte y otras áreas del Golfo de México, se necesitaron hasta 300.000 años para que la vida se recuperase de manera similar. Owens dijo que los niveles de oxígeno encontrados poco después del impacto podrían ayudar a explicar la rápida recuperación en la región.
"Utilizando herramientas geoquímicas, descubrimos que los contenidos locales de oxígeno retornaban a valores altos inmediatamente después del impacto del asteroide", dijo. "Esto sugiere que el área podría haber sido rehabitada por organismos que requieren oxígeno con relativa rapidez".
El cráter está lleno de millones de rocas y sedimentos, una característica que preserva la estructura del cráter y permitió que el equipo de investigación internacional extrajera más de 800 metros (2.600 pies) de núcleos que revelaron información sobre el impacto del asteroide y la recuperación de la vida.
El rebrote relativamente rápido de la vida en el cráter sugiere que, si bien el asteroide causó la extinción, no impidió la recuperación. Los científicos señalan que los factores locales, desde la circulación del agua hasta las interacciones entre organismos y la disponibilidad de nichos ecológicos, tienen la mayor influencia en la tasa de recuperación de un ecosistema en particular.
Aunque la vida volvió rápidamente al cráter, el ecosistema fue significativamente diferente después del impacto. Algunas especies que sobrevivieron a la extinción masiva se adaptaron a hábitats desocupados al evolucionar a nuevas especies que se adaptaban mejor a las condiciones cambiantes. Los hallazgos ilustran que, a raíz de los eventos de extinción en masa, la recuperación del ecosistema es un proceso impredecible, tanto en el momento como en la composición de las especies.
Los científicos encontraron signos de que la vida primero regresó al cráter dos o tres años después del impacto. La evidencia incluyó madrigueras hechas por pequeños camarones o gusanos.
30,000 años después del impacto, un ecosistema próspero estaba ya presente en el cráter con fitoplancton floreciente, plantas microscópicas que soportan una comunidad diversa de microfósiles en las aguas superficiales y en el fondo marino.
En contraste, otras áreas del mundo, incluyendo el Atlántico Norte y otras áreas del Golfo de México, se necesitaron hasta 300.000 años para que la vida se recuperase de manera similar. Owens dijo que los niveles de oxígeno encontrados poco después del impacto podrían ayudar a explicar la rápida recuperación en la región.
"Utilizando herramientas geoquímicas, descubrimos que los contenidos locales de oxígeno retornaban a valores altos inmediatamente después del impacto del asteroide", dijo. "Esto sugiere que el área podría haber sido rehabitada por organismos que requieren oxígeno con relativa rapidez".
El cráter está lleno de millones de rocas y sedimentos, una característica que preserva la estructura del cráter y permitió que el equipo de investigación internacional extrajera más de 800 metros (2.600 pies) de núcleos que revelaron información sobre el impacto del asteroide y la recuperación de la vida.
El rebrote relativamente rápido de la vida en el cráter sugiere que, si bien el asteroide causó la extinción, no impidió la recuperación. Los científicos señalan que los factores locales, desde la circulación del agua hasta las interacciones entre organismos y la disponibilidad de nichos ecológicos, tienen la mayor influencia en la tasa de recuperación de un ecosistema en particular.
Aunque la vida volvió rápidamente al cráter, el ecosistema fue significativamente diferente después del impacto. Algunas especies que sobrevivieron a la extinción masiva se adaptaron a hábitats desocupados al evolucionar a nuevas especies que se adaptaban mejor a las condiciones cambiantes. Los hallazgos ilustran que, a raíz de los eventos de extinción en masa, la recuperación del ecosistema es un proceso impredecible, tanto en el momento como en la composición de las especies.
Referencia
Rapid recovery of life at ground zero of the end-Cretaceous mass extinction. Christopher M. Lowery, et al. Nature (2018)
Rapid recovery of life at ground zero of the end-Cretaceous mass extinction. Christopher M. Lowery, et al. Nature (2018)