La supervivencia de la especie pasa por un nuevo paradigma

El homo sapiens puede mejorarse para potenciar sus tendencias positivas


Si el paradigma actual nos conduce a la extinción, hoy existe el poder de evitarlo. Si el Homo Sapiens es un animal, se puede y se debe mejorar en el sentido de mitigar sus tendencias negativas y potenciar las positivas ¿Por qué no hacerlo? Una contribución para el Club Nuevo Mundo. Por Javier del Arco (*).


Javier del Arco
06/03/2019

Todo este trabajo, que irá dividido en partes y capítulos, no es sino un ejercicio de epistemología en la que el biólogo y filósofo, reunidos en la misma persona, trata de analizar al Homo Sapiens hasta la última molécula, hasta la última partícula que le sea posible para reducirlo al primate depredador que es, territorial, codicioso y violento, tanto a nivel individual como social, al igual que lo es su primo hermano el chimpancé con el que comparte el 98% del genoma.
 
Como sospecha Rafael Martinez Cortiña, el análisis genético del registro fósil demuestra que el hombre neolítico y el actual, son idénticos desde el punto de vista biológico y que no ha habido sino progreso tecnológico y descubrimientos científicos que han posibilitado ese progreso. El último suceso evolutivo de importancia trascendental en el género Homo, ha sido la extinción del Homo Neanderthalensis  al final del paleolítico medio.
 
Ahora bien, con la evolución natural o darwiniana detenida y con la especie en riesgo de extinción por ella misma, se necesitan buscar alternativas de supervivencia que partiendo de la base común a toda especie, la ciencia biológica, combinen una serie de factores económicos, sociales, culturales y políticos que neutralicen la era de la supremacía del macho y lo domestiquen de manera eficaz mediante modificación y adaptación farmacológica. Por eso el próximo gran modelo será el de la era de la hembra o no habrá modelo.
 
Detención del proceso evolutivo
 
El ser humano es un animal y no existe ninguna evidencia científica que pueda demostrar lo contrario. En efecto, su Taxonomía, muy bien definida, así lo pone de manifiesto:

Dominio: Eukaryota
 Reino: Animalia
  Subreino: Eumetazoa
   Superfilo: Chordata
    Subfilo: Vertebrata
…..Superclase: Tetrapoda
……Clase: Mammalia
……..Subclase: Eutheria
……….Infraclase: Placentalia
………..Orden: Primates
…………Suborden: Haplorrhini
…………..Infraorden: Semiiformes
……………Parvorden: Catarrhini
……………..Superfamilia: Hominoidea
……………….Familia: Hominidae
…………………Subfamilia: Homininae
…………………..Genero: Homo
…………………….Especie: Homo Sapiens
 
La ciencia dice que ese ser así descrito, según la clasificación de Linneo, es el Homo Sapiens. Una especie singular con capacidad de pensar y razonar, esto es, de pasar de unas verdades a otras; y todo ello por evolución natural. En ella se aprecia dimorfismo sexual, no excesivamente acusado, entre la hembra y el macho. Todo lo demás es cultura surgida exclusivamente de la propia acción del Homo Sapiens.
 
Esa capacidad cultural, un emergente surgido de su morfo-fisiología submolecular, molecular y supramolecular, que genera la capacidad de pensamiento y el lenguaje, lo que no es más que un producto evolutivo. Y la materialización de esa capacidad es la creación de constructos mentales y materiales increíbles.

Un modelo de selección artificial
 
Este trabajo tiene como propósito principal ver si el Homo Sapiens actual tiene todavía capacidad de evolucionar de manera natural o Darwiniana. O por el contrario, dado que el proceso evolutivo  parece haberse detenido por diversos motivos que veremos con más detalle en próximos artículos, se necesita como tabla de salvación un modelo de selección artificial.
 
Y ese paso gigantesco ya es científicamente posible porque la ingeniería genética va a permitir seleccionar las características genéticas de la descendencia, dando paso a los más aptos. Se trata de hacer bien el trabajo descubierto por Darwin para la naturaleza, pero en el laboratorio.
 
Simultáneamente, se sabe que las capacidades cerebrales humanas están contenidas en su genotipo pero no se hallan aún desarrolladas al nacer. Y dado que el resultado fenotípico del Homo Sapiens adulto es el resultado de su genotipo más el ambiente y más la interacción de ese genotipo con el ambiente, la educación del individuo es clave y no es justo ni admisible científicamente, dejarla al albur o a la suerte de cada uno.
 
Si alguien nace y se desarrolla en un ambiente muy negativo o violento, su cerebro se verá afectado en ese sentido. Entonces ¿están todos los progenitores en condiciones de dar a sus hijos una educación positiva que dé como resultado un individuo socialmente integrado y personalmente mejor adaptado? La respuesta, a la vista de los resultados que la explosión informativa nos depara, ha de ser forzosamente negativa y nos conduce a una educación muy vigilada en muchos casos. Y somos conscientes de la tremenda implicación socio-ética que esta afirmación implica y de la que hablaremos extensamente.
 
Mejorar la especie y educarla convenientemente. Ese es el binomio clave. Y el que esto escribe sabe también que el hecho de exponerlo tendrá para él consecuencias desagradables. Se asume.
 
No vamos bien, no podemos ir bien. Si el paradigma actual nos conduce a la extinción, hoy existe el poder de evitarlo. Por ello, la conquista del mundo por la ciencia es ya una necesidad imperiosa y no se descarta un gobierno mundial.
 
Si el Homo Sapiens es un animal y parece que así se ha visto con claridad, se puede y se debe mejorar en el sentido de mitigar sus tendencias negativas y potenciar las positivas ¿Por qué no hacerlo?

 
(*) Javier del Arco es Biólogo y epistemólogo. Editor del Blog Biofilosofía  de Tendencias21 y Socio Ejecutivo del Club Nuevo Mundo.

 



Javier del Arco
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