El autor principal de esta investigación, Dave Markowitz. Foto: Universidad de Oregón.
Investigadores de la Universidad de Oregón han descubierto que el mero hecho de tener cerca un teléfono móvil afecta a nuestras facultades cognitivas.
Realizaron un experimento con 125 personas y sus respectivos teléfonos móviles para evaluar la felicidad, la capacidad de concentración y su estado de ánimo ante diferentes escenarios de uso del celular.
Los participantes fueron separados en tres grupos y en habitaciones diferentes. Los participantes del primer grupo entraron en las habitaciones con sus móviles y con la posibilidad de entretenerse con el dispositivo, pero sin hablar ni enviar mensajes de texto.
El segundo grupo debió dejar el teléfono móvil fuera de la habitación sin posibilidad de acceso alguno. Solo debían pensar en sus cosas.
Y el tercer grupo pudo también entrar en su habitación con el celular, pero sin poder usarlo para ninguna de sus funciones, que estuvieron disponibles en todo momento. Este grupo también solo podía pensar en sus cosas.
Ninguno de los tres grupos estuvo más de seis minutos en el experimento, durante el cual los investigadores midieron la excitación nerviosa de cada participante a través de la conductancia de la piel, que registra las variaciones en las características eléctricas de la piel en función, por ejemplo, del sudor.
También midieron otros parámetros como el disfrute, la concentración y el estado de ánimo de los participantes, a través de un cuestionario que debieron contestar después del experimento.
Resultados sorprendentes
Lo que observaron los investigadores fue sorprendente: los participantes del segundo grupo, que no tuvieron ninguna relación con sus respectivos móviles, perdieron capacidad de concentración en las pruebas realizadas y sus pensamientos divagaron mucho más que los participantes de los otros dos grupos.
Los participantes del tercer grupo, que tenían el móvil delante, pero no podían usarlo, registraron niveles de concentración más altos de los que no tenían ninguna relación con el móvil.
Finalmente, los participantes del primer grupo, que podían hacer un uso limitado del móvil, mostraron un nivel de concentración ligeramente superior que los del tercer grupo.
La conclusión que extraen los investigadores es que la presencia del móvil influye en nuestras capacidades cognitivas, independientemente de que lo usemos o no: mientras más lo usamos, disponemos de mejores habilidades mentales y nuestra mente divaga menos cuando nos ponemos a pensar.
Realizaron un experimento con 125 personas y sus respectivos teléfonos móviles para evaluar la felicidad, la capacidad de concentración y su estado de ánimo ante diferentes escenarios de uso del celular.
Los participantes fueron separados en tres grupos y en habitaciones diferentes. Los participantes del primer grupo entraron en las habitaciones con sus móviles y con la posibilidad de entretenerse con el dispositivo, pero sin hablar ni enviar mensajes de texto.
El segundo grupo debió dejar el teléfono móvil fuera de la habitación sin posibilidad de acceso alguno. Solo debían pensar en sus cosas.
Y el tercer grupo pudo también entrar en su habitación con el celular, pero sin poder usarlo para ninguna de sus funciones, que estuvieron disponibles en todo momento. Este grupo también solo podía pensar en sus cosas.
Ninguno de los tres grupos estuvo más de seis minutos en el experimento, durante el cual los investigadores midieron la excitación nerviosa de cada participante a través de la conductancia de la piel, que registra las variaciones en las características eléctricas de la piel en función, por ejemplo, del sudor.
También midieron otros parámetros como el disfrute, la concentración y el estado de ánimo de los participantes, a través de un cuestionario que debieron contestar después del experimento.
Resultados sorprendentes
Lo que observaron los investigadores fue sorprendente: los participantes del segundo grupo, que no tuvieron ninguna relación con sus respectivos móviles, perdieron capacidad de concentración en las pruebas realizadas y sus pensamientos divagaron mucho más que los participantes de los otros dos grupos.
Los participantes del tercer grupo, que tenían el móvil delante, pero no podían usarlo, registraron niveles de concentración más altos de los que no tenían ninguna relación con el móvil.
Finalmente, los participantes del primer grupo, que podían hacer un uso limitado del móvil, mostraron un nivel de concentración ligeramente superior que los del tercer grupo.
La conclusión que extraen los investigadores es que la presencia del móvil influye en nuestras capacidades cognitivas, independientemente de que lo usemos o no: mientras más lo usamos, disponemos de mejores habilidades mentales y nuestra mente divaga menos cuando nos ponemos a pensar.
Consecuencias
Los investigadores destacan que la mayor pérdida de concentración ocurre cuando tenemos que resistirnos a usar el móvil por algún motivo (caso del grupo tres), lo que significa que esa lucha por combatir la pulsión al uso del celular disminuye las capacidades cognitivas.
También señalan que parece claro que la presencia del móvil desempeña un papel estimulante para facultades cognitivas como la concentración, pero que eso no significa, necesariamente, que un libro no pueda ejercer la misma influencia que un móvil.
Otra consecuencia de esta investigación es que es consistente con otra anterior, realizada en 2014 en la Universidad de Virginia, según la cual la gente considera que hacer algo es mejor que no hacer nada o incluso que estar pensando en algo. Revisar el móvil resulta un alivio para nuestra soledad.
El nuevo estudio constata que el móvil ayuda a superar ese estado de no hacer nada, en cuanto estimula la capacidad cognitiva a través de la navegación o las comunicaciones con otras personas mediante del celular.
Por último, el nuevo estudio arroja nueva luz sobre una vieja cuestión: si la tecnología es un espejo o un modificador del comportamiento humano.
Según este estudio, si la tecnología es un espejo, las experiencias como el uso del móvil reflejan cómo las personas actúan incluso cuando están sin conexión.
Pero si la tecnología es un modificador, este estudio pone de manifiesto que, en algunos casos, cambia la forma en que nos comportamos, pensamos y sentimos el mundo. La pregunta sigue abierta.
Los investigadores destacan que la mayor pérdida de concentración ocurre cuando tenemos que resistirnos a usar el móvil por algún motivo (caso del grupo tres), lo que significa que esa lucha por combatir la pulsión al uso del celular disminuye las capacidades cognitivas.
También señalan que parece claro que la presencia del móvil desempeña un papel estimulante para facultades cognitivas como la concentración, pero que eso no significa, necesariamente, que un libro no pueda ejercer la misma influencia que un móvil.
Otra consecuencia de esta investigación es que es consistente con otra anterior, realizada en 2014 en la Universidad de Virginia, según la cual la gente considera que hacer algo es mejor que no hacer nada o incluso que estar pensando en algo. Revisar el móvil resulta un alivio para nuestra soledad.
El nuevo estudio constata que el móvil ayuda a superar ese estado de no hacer nada, en cuanto estimula la capacidad cognitiva a través de la navegación o las comunicaciones con otras personas mediante del celular.
Por último, el nuevo estudio arroja nueva luz sobre una vieja cuestión: si la tecnología es un espejo o un modificador del comportamiento humano.
Según este estudio, si la tecnología es un espejo, las experiencias como el uso del móvil reflejan cómo las personas actúan incluso cuando están sin conexión.
Pero si la tecnología es un modificador, este estudio pone de manifiesto que, en algunos casos, cambia la forma en que nos comportamos, pensamos y sentimos el mundo. La pregunta sigue abierta.
Referencia
Psychological and physiological effects of applying self-control to the mobile phone. David M. Markowitz et al. PLOS ONE. DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0224464
Psychological and physiological effects of applying self-control to the mobile phone. David M. Markowitz et al. PLOS ONE. DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0224464