Fuente: Flickr.
El patrón de respuestas cerebrales a las palabras en niños de dos años de edad con autismo puede predecir las habilidades lingüísticas, cognitivas y de adaptación que tendrán esos niños a los cuatro y a los seis años, ha revelado un estudio realizado por científicos de la Universidad de Washington, en Estados Unidos.
Los hallazgos , publicados por la revista PLOS ONE, resultan pioneros en la demostración de que un marcador cerebral puede predecir las habilidades futuras en niños que padecen este trastorno.
"Hemos demostrado que el indicador cerebral vinculado al aprendizaje de las palabras a los dos años en niños diagnosticados de autismo predice sus capacidades posibles en un amplio espectro de habilidades cognitivas y lingüísticas, así como en comportamientos adaptativos", explica la autora principal de la investigación, Patricia Kuhl, co-directora del Instituto de Ciencias de Aprendizaje y Cerebro de dicha Universidad en un comunicado del centro.
Las pruebas demostraron la veracidad de las predicciones “cuatro años después de la prueba inicial, y sin importar el tipo de tratamiento para el autismo que hubieran recibido los pequeños", añade Kuhl.
Los hallazgos , publicados por la revista PLOS ONE, resultan pioneros en la demostración de que un marcador cerebral puede predecir las habilidades futuras en niños que padecen este trastorno.
"Hemos demostrado que el indicador cerebral vinculado al aprendizaje de las palabras a los dos años en niños diagnosticados de autismo predice sus capacidades posibles en un amplio espectro de habilidades cognitivas y lingüísticas, así como en comportamientos adaptativos", explica la autora principal de la investigación, Patricia Kuhl, co-directora del Instituto de Ciencias de Aprendizaje y Cerebro de dicha Universidad en un comunicado del centro.
Las pruebas demostraron la veracidad de las predicciones “cuatro años después de la prueba inicial, y sin importar el tipo de tratamiento para el autismo que hubieran recibido los pequeños", añade Kuhl.
Características de la investigación
En el estudio, 24 niños con autismo y 20 niños no autistas, todos de dos años de edad, escucharon una combinación de palabras que les eran familiares y otras no familiares, mientras portaban un casco elástico con sensores. Los sensores midieron las respuestas del cerebro de los niños a las palabras escuchadas, denominadas potenciales relacionados con eventos (ERP).
El equipo de investigación dividió a los niños con autismo en dos grupos, en función de la gravedad de sus deficiencias sociales, y observó sus respuestas neuronales.
De esta forma, comprobaron que los pequeños con síntomas de autismo más leves presentaban respuestas cerebrales similares a las de los niños con un desarrollo corriente. Esto es, ambos grupos mostraron una respuesta neuronal potente a palabras conocidas en la región parietal temporal del lado izquierdo del cerebro, relacionada con el lenguaje.
Esto sugiere que el cerebro de los niños con síntomas menos graves de autismo puede procesar palabras de manera similar a los niños que no padecen este trastorno.
Por el contrario, los niños con deficiencias sociales más graves mostraron mayor respuesta neuronal a las palabras en el hemisferio derecho del cerebro, una respuesta que no se ha constatado en niños con un desarrollo corriente y de cualquier edad.
"Creemos que estos resultados sugieren que el cerebro, a los dos años de edad, se reorganiza para procesar palabras. Esta reorganización depende de la habilidad de cada niño para aprender de sus experiencias sociales”, explica Kuhl.
En el estudio, 24 niños con autismo y 20 niños no autistas, todos de dos años de edad, escucharon una combinación de palabras que les eran familiares y otras no familiares, mientras portaban un casco elástico con sensores. Los sensores midieron las respuestas del cerebro de los niños a las palabras escuchadas, denominadas potenciales relacionados con eventos (ERP).
El equipo de investigación dividió a los niños con autismo en dos grupos, en función de la gravedad de sus deficiencias sociales, y observó sus respuestas neuronales.
De esta forma, comprobaron que los pequeños con síntomas de autismo más leves presentaban respuestas cerebrales similares a las de los niños con un desarrollo corriente. Esto es, ambos grupos mostraron una respuesta neuronal potente a palabras conocidas en la región parietal temporal del lado izquierdo del cerebro, relacionada con el lenguaje.
Esto sugiere que el cerebro de los niños con síntomas menos graves de autismo puede procesar palabras de manera similar a los niños que no padecen este trastorno.
Por el contrario, los niños con deficiencias sociales más graves mostraron mayor respuesta neuronal a las palabras en el hemisferio derecho del cerebro, una respuesta que no se ha constatado en niños con un desarrollo corriente y de cualquier edad.
"Creemos que estos resultados sugieren que el cerebro, a los dos años de edad, se reorganiza para procesar palabras. Esta reorganización depende de la habilidad de cada niño para aprender de sus experiencias sociales”, explica Kuhl.
Niño de dos años participante en el estudio. Fuente: Institute for Learning & Brain Sciences, UW.
Años más tarde…
Posteriormente, cuando los niños tenían entre cuatro y seis años, los investigadores midieron sus habilidades lingüísticas y cognitivas; así como su desarrollo social y emocional en el tiempo.
De este modo, comprobaron que, a nivel grupal, aquellos pequeños con autismo que habían recibido un tratamiento intensivo habían mejorado en las pruebas de comportamiento. Sin embargo, individualmente los resultados variaron mucho.
En este caso, se constató que aquellos niños autistas cuyos cerebros habían respondido a las palabras de manera más similar a la de los niños de dos años con un desarrollo corriente eran los que habían mejorado más sus habilidades a los seis.
La imposibilidad de socializar y de aprender
En estudios previos, Kuhl ya había descubierto que las interacciones sociales aceleran el aprendizaje del lenguaje por parte de los bebés porque éstos utilizan las señales sociales, como el movimiento ocular de los adultos, para aprender los nombres de las cosas. Pero, para que este aprendizaje sea posible, los bebés deben estar interesados en la gente.
Prestar atención a las personas es la forma que tienen los bebés de ordenar lo que sucede alrededor de ellos, y lo que les sirve para determinar qué es importante.
Pero el autismo, como limitador de las habilidades sociales, bloquea este tipo de interés en los niños y, por tanto, su capacidad para recopilar claves sociales. Por eso, estos pequeños prestan atención a muchas otras cosas, especialmente objetos, en lugar de a las personas.
"El aprendizaje social es clave en el ser humano. Si el cerebro puede aprender de otras personas en un contexto social, podemos aprender cualquier cosa", explica Kuhl.
Los científicos esperan que estos nuevos descubrimientos ayuden a desarrollar mediciones cerebrales que puedan ser usadas en etapas tempranas del desarrollo - a los 12 meses de edad o antes-, para ayudar a identificar el riesgo de autismo en niños. "Esta línea de trabajo puede dar lugar a nuevas intervenciones aplicables durante el desarrollo temprano, cuando el cerebro muestra su nivel más alto de plasticidad neuronal", afirma la investigadora.
Posteriormente, cuando los niños tenían entre cuatro y seis años, los investigadores midieron sus habilidades lingüísticas y cognitivas; así como su desarrollo social y emocional en el tiempo.
De este modo, comprobaron que, a nivel grupal, aquellos pequeños con autismo que habían recibido un tratamiento intensivo habían mejorado en las pruebas de comportamiento. Sin embargo, individualmente los resultados variaron mucho.
En este caso, se constató que aquellos niños autistas cuyos cerebros habían respondido a las palabras de manera más similar a la de los niños de dos años con un desarrollo corriente eran los que habían mejorado más sus habilidades a los seis.
La imposibilidad de socializar y de aprender
En estudios previos, Kuhl ya había descubierto que las interacciones sociales aceleran el aprendizaje del lenguaje por parte de los bebés porque éstos utilizan las señales sociales, como el movimiento ocular de los adultos, para aprender los nombres de las cosas. Pero, para que este aprendizaje sea posible, los bebés deben estar interesados en la gente.
Prestar atención a las personas es la forma que tienen los bebés de ordenar lo que sucede alrededor de ellos, y lo que les sirve para determinar qué es importante.
Pero el autismo, como limitador de las habilidades sociales, bloquea este tipo de interés en los niños y, por tanto, su capacidad para recopilar claves sociales. Por eso, estos pequeños prestan atención a muchas otras cosas, especialmente objetos, en lugar de a las personas.
"El aprendizaje social es clave en el ser humano. Si el cerebro puede aprender de otras personas en un contexto social, podemos aprender cualquier cosa", explica Kuhl.
Los científicos esperan que estos nuevos descubrimientos ayuden a desarrollar mediciones cerebrales que puedan ser usadas en etapas tempranas del desarrollo - a los 12 meses de edad o antes-, para ayudar a identificar el riesgo de autismo en niños. "Esta línea de trabajo puede dar lugar a nuevas intervenciones aplicables durante el desarrollo temprano, cuando el cerebro muestra su nivel más alto de plasticidad neuronal", afirma la investigadora.
Referencia bibliográfica:
Patricia K. Kuhl, Sharon Coffey-Corina, Denise Padden, Jeffrey Munson, Annette Estes, Geraldine Dawson. Brain Responses to Words in 2-Year-Olds with Autism Predict Developmental Outcomes at Age 6. PLoS ONE (2013). DOI: 10.1371/journal.pone.0064967.
Patricia K. Kuhl, Sharon Coffey-Corina, Denise Padden, Jeffrey Munson, Annette Estes, Geraldine Dawson. Brain Responses to Words in 2-Year-Olds with Autism Predict Developmental Outcomes at Age 6. PLoS ONE (2013). DOI: 10.1371/journal.pone.0064967.