La religiosidad de los pacientes condiciona el tratamiento del cáncer

Los enfermos religiosos eligen más las técnicas de prolongación artificial de la vida, a pesar del sufrimiento


Un estudio realizado por científicos del Dana-Farber Cancer Institute de Estados Unidos con 345 enfermos de cáncer en fase terminal, ha revelado que existe una relación entre la religiosidad de los pacientes y una cantidad mayor de cuidados destinados a prolongar artificialmente su vida, a pesar de que dichos cuidados vayan en detrimento de la calidad de ésta. Aunque aún se desconoce el por qué de esta tendencia, los científicos creen que los enfermos creyentes esperan hasta el último momento que se produzca un milagro. O también que su valoración por la vida es mayor que la consideración del daño que les pueden hacer estos tratamientos agresivos. De cualquier manera, estos investigadores señalan la importancia del conocimiento de las características religiosas de los pacientes para ayudarlos en el proceso de su enfermedad, y no sólo en la fase terminal. Por Yaiza Martínez.


08/04/2009

Investigadores del Dana-Farber Cancer Institute de Boston, en Estados Unidos, han realizado una investigación con 345 enfermos de cáncer en estado terminal, cuyos resultados apuntan a la existencia de una relación entre la religiosidad y el uso de tratamientos agresivos en los momentos cercanos a la muerte.

Según explica dicho Instituto en un comunicado, las personas que se apoyan en la religión para afrontar su enfermedad tienden más a recibir cuidados médicos intensivos, destinados a prolongar sus vidas en los últimos momentos, a pesar de que estos cuidados a menudo rebajan su propia calidad de vida.

Una investigación anterior había demostrado que cuanto más religioso es un paciente más tiende a preferir tratamientos agresivos para la prolongación de su vida, pero este nuevo estudio ha constatado que esta preferencia se traduce en una aplicación real de dichos tratamientos en el caso de los enfermos terminales de cáncer.

Última semana de vida

Según los científicos, estos resultados sugieren que los médicos son propicios a atender los deseos de los pacientes religiosos a este respecto.

Una de las autoras del estudio, la doctora Holly Prigerson, señaló que ya se había demostrado que “la religión y la espiritualidad son fuentes de consuelo y apoyo para los pacientes que afrontan enfermedades graves en estado avanzado”. Los nuevos resultados obtenidos apuntan, además, a que “los pacientes que se vuelcan en la religión en momentos de crisis son más propicios a recibir cuidados agresivos antes de morir”.

Los enfermos analizados permanecían ingresados en siete hospitales y centros especializados en tratamiento del cáncer de diversas partes de Estados Unidos. Los participantes fueron entrevistados acerca de los recursos que utilizaban para afrontar su enfermedad, y también sobre sus preferencias acerca de cuidados avanzados y tratamientos de prolongación de la vida.

Posteriormente, los investigadores hicieron un seguimiento de los cuidados recibidos por estos pacientes durante la última semana de sus vidas.

El análisis de todos estos datos demostró que los pacientes que afrontaban la enfermedad desde una perspectiva religiosa, fueron tres veces más propicios a recibir cuidados médicos para prolongar la vida, como la respiración asistida o la resucitación cardiopulmonar, en los últimos momentos. Esta tendencia se mantuvo incluso después de considerar otros factores condicionantes, como la edad o la etnia de los enfermos.

Dios como guía

Por otro lado, los pacientes más religiosos fueron menos propicios a definir su voluntad (por ejemplo, firmando una orden de no-resucitación) con respecto a la gestión de sus últimos días de vida, es decir, que no contribuyeron a poner los límites de las intervenciones médicas por adelantado.

El director de la investigación, el doctor Andrea Phelps, de la Harvard Medical School, afirmó que “más allá del significado de la fe religiosa a la hora de afrontar el desafío emocional de un cáncer incurable, es importante reconocer cómo los factores religiosos, ante situaciones extremadamente difíciles, condicionan a los pacientes. En momentos de crisis, en lugar de buscar consejo en sus médicos, estas personas a menudo miran a Dios como guía”.

El estudio no exploró las razones de la preferencia por los tratamientos agresivos para la prolongación de la vida en el caso de los enfermos más religiosos, pero los investigadores pretenden realizar nuevos estudios para buscarlas.

Para ellos, resulta importante conocer toda esta información, porque creen que una mayor comprensión del origen de las decisiones médicas de los enfermos les ayudará a definir los cuidados a aplicar, considerando y comprendiendo la opinión de los pacientes. Todas estas reflexiones aparecen publicadas por extenso en The Journal of the American Medical Association (JAMA).

Historia espiritual

Hace dos años, el Dana-Farber Cancer Institute publicó los resultados de otro estudio que relacionaba la religiosidad y la enfermedad del cáncer.

En aquella ocasión, Prigerson y sus colaboradores analizaron a 230 pacientes de cáncer que ya habían superado su enfermedad, descubriendo que éstos sentían que habían recibido un escaso o directamente nulo apoyo espiritual de las comunidades religiosas y del sistema médico, mientras pasaban por tan duro trance.

Por el contrario, aquellas personas que en la misma situación se habían sentido espiritualmente acompañadas informaron de una mejor calidad de vida que el resto de los encuestados.

Los resultados de esta investigación, que fueron publicados en la revista especializada Journal of Clinical Oncology, apuntarían según los investigadores a la necesidad de hacer una “historia espiritual” (una descripción de la religiosidad del paciente) como parte rutinaria de la atención a los enfermos.

Fue en este primer estudio en el que se descubrió una tendencia a recurrir a métodos agresivos de prolongación de la vida en los pacientes más religiosos. Los autores sugirieron entonces que esta tendencia podría deberse a que “los individuos religiosos creen que su enfermedad está en manos de Dios, y siempre esperan una intervención milagrosa por su parte. Por otro lado, el valor que este tipo de personas da a la vida sobrepasa el daño potencial que pueden ocasionarles los intentos por mantenerla”.



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