The Guardian advierte en un interesante artículo de la explosiva combinación de factores que está gestando una nueva crisis global: la escalada del petróleo y de los precios de los alimentos, unidos ambos factores a los efectos del cambio climático. La ecuación que plantea es simple: la escalada del crudo obliga a buscar nuevas fuentes energéticas y la reconversión agrícola hacia los biocombustibles dispara los precios de los alimentos, que empiezan a escasear. La crisis alimentaria se agrava por el crecimiento de la población, el clima y la extrema tensión ecológica. Si en este contexto abundan las catástrofes naturales, el escenario de la crisis estará planteado. Los gobiernos de diferentes regiones del mundo están conteniendo como pueden la escalada de los alimentos (el maíz ha duplicado su precio en un año y el arroz un 20% según la FAO), al mismo tiempo que las reservas estratégicas de alimentos se reducen desde hace más de una década. No es un momento de pánico, dice la FAO, pero es preciso prevenir lo que puede suceder.