La píldora de la compasión, cada vez más cerca

Un estudio revela que un medicamento hace a las personas más sensibles y menos tolerantes a la desigualdad social


Crear un píldora que impulse la compasión humana. Científicos de la Universidad de California en Berkeley, EEUU, han dado un gran paso hacia este objetivo, al demostrar que un medicamento usado contra el Parkinson puede hacer a las personas más sensibles y menos tolerantes a la desigualdad social. Previamente, se había demostrado que podemos entrenar a nuestro cerebro para la compasión con ‘meditación compasiva’. En ambos casos, se influye en una misma área cerebral: la corteza prefrontal, implicada en los comportamientos prosociales. Por Marta Lorenzo.


Marta Lorenzo
20/03/2015

Imagen: Roman Sigaev. Fuente: PhotoXpress.
Crear un píldora que impulse la compasión humana. Científicos de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley), EEUU, han dado un gran paso hacia este objetivo.

En un nuevo estudio, estos investigadores constataron que un medicamento que altera el equilibrio neuroquímico de la corteza prefrontal del cerebro provoca una mayor disposición a participar en comportamientos prosociales, como asegurar que los recursos se dividan de manera más equitativa.
 
En general, la corteza prefrontal está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social en cada momento.
 
Características del estudio
 
En la presente investigación, 35 participantes (18 de ellos mujeres), recibieron, en una visita, una píldora que era un placebo.
 
En una segunda visita, recibieron una píldora de  tolcapona, que es un medicamento que prolonga los efectos de la dopamina, una sustancia química del cerebro asociada con la recompensa y con la motivación. Esta sustancia se usa para tratar a personas con la enfermedad de Parkinson, un trastorno neurológico progresivo que afecta al movimiento y al control muscular.
 
En ambas ocasiones, los participantes jugaron un juego económico sencillo, en el que se repartieron el dinero entre ellos y también a un destinatario anónimo.
 
Resultados obtenidos
 
Después de recibir la tolcapona, los participantes se dividieron el dinero con los desconocidos de una manera más justa, más igualitaria, que después de recibir el placebo.
 
Por otra parte, mediante el modelado computacional, los investigadores constataron que, bajo la influencia de la tolcapona, los jugadores eran más sensibles y menos tolerantes a la desigualdad social, en este caso, a la brecha económica relativa percibida entre los participantes y el extraño o destinatario anónimo.

Implicaciones
 
Estudios previos ya habían mostrado que la desigualdad económica se evalúa en la corteza prefrontal, un área cerebral que afecta a la dopamina; este trabajo aporta nueva información sobre cómo se inician ciertas conductas prosociales, como la equidad, en el cerebro.
 
"Normalmente pensamos en la imparcialidad como una característica estable, que forma parte de la propia personalidad. Nuestro estudio no rechaza esta idea, pero sí muestra cómo ese rasgo puede ser afectado sistemáticamente, mediante influencia en vías neuroquímicas específicas del cerebro humano", explica Ming Hsu, uno de los investigadores a cargo del estudio, en un comunicado de la UC Berkeley.
 
Por otra parte, "hemos dado un paso importante hacia el aprendizaje de cómo nuestra aversión a la inequidad está influenciada por la química de nuestro cerebro", explica Ignacio Sáez, otro de los investigadores. "Los estudios realizados en la última década han arrojado luz sobre los circuitos neuronales que rigen la forma en que nos comportamos en situaciones sociales. Lo que mostramos aquí es un ‘interruptor’ con el que podemos influir en el cerebro".

Los investigadores creen, además, que su estudio da pistas importantes sobre el diagnóstico y el tratamiento de las disfunciones sociales.
 
Fomentar la compasión sin medicamentos
 
En 2013, otra investigación realizada por científicos estadounidenses reveló que sentimientos prosociales como la compasión podían fomentarse también sin medicamentos. En este caso, lo que se usó fue un “entrenamiento cerebral”.
 
En este estudio, se pidió a un grupo de voluntarios que practicaran durante 30 días una técnica de meditación budista conocida como “meditación compasiva”. Tras este periodo de tiempo, se constató que las personas se habían vuelto más altruistas y que, además, sus cerebros habían sufrido cambios en regiones vinculadas con la empatía, la regulación de las emociones y las emociones positivas.
 
En concreto, la actividad cerebral de estos individuos sufrió un incremento en la corteza parietal inferior, una región que se sabe está implicada en la empatía y en la comprensión de los demás; y en la corteza prefrontal dorsolateral ; así como en la medida en que esta área se comunica con el núcleo accumbens. Estas regiones del cerebro están vinculadas a la regulación de las emociones y a las emociones positivas.

Referencia bibliográfica:
 
Ignacio Sáez, Lusha Zhu, Eric Set, Andrew Kayser, Ming Hsu. Dopamine Modulates Egalitarian Behavior in Humans. Current Biology (2015). DOI: 10.1016/j.cub.2015.01.071.
 
 



Marta Lorenzo
Artículo leído 7617 veces



Más contenidos