Foto: Freepik
Una reciente investigación ha demostrado que ciertos rasgos de la personalidad, como el carácter y la curiosidad, podrían ser la clave para hacerle frente a las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Esta enfermedad provoca degeneración neuronal, es decir, destruye las células que realizan acciones importantes en el cerebro y provoca pérdida de memoria, lagunas y desvaríos mentales.
Desde que se descubrió la enfermedad se han intentado desarrollar sin éxito fármacos que pudieran reparar los daños cerebrales provocados por la amiloide, una proteína que resulta nociva para el sistema nervioso central puesto que, con el paso de los días, va aniquilando las neuronas.
Los expertos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) y del Hospital Universitario de Ginebra (HUG) creen que la personalidad y el estilo de vida pueden proteger a la persona de esta patología, según informó un comunicado.
Decisiones cerebrales
El estudio tomó como análisis a un grupo de personas con más de 65 años, a los cuales se les observó las funciones neuronales para monitorizar los niveles de amiloide y el volumen cerebral.
Para ello, se utilizaron varios métodos como imágenes estructurales y funcionales del cerebro, y resonancia magnética para conocer su volumen.
Al mismo tiempo, se tomaron en cuenta otros factores como el entorno de la persona, el estilo de vida, la psicología y sus grupos sociales.
De esta manera, se podía monitorear y crear un mapa restrictivo que permitiera controlar los posibles sesgos demográficos, socio-económicos y psiquiátricos.
El periodo de duración de la observación fue de 5 años.
Esta enfermedad provoca degeneración neuronal, es decir, destruye las células que realizan acciones importantes en el cerebro y provoca pérdida de memoria, lagunas y desvaríos mentales.
Desde que se descubrió la enfermedad se han intentado desarrollar sin éxito fármacos que pudieran reparar los daños cerebrales provocados por la amiloide, una proteína que resulta nociva para el sistema nervioso central puesto que, con el paso de los días, va aniquilando las neuronas.
Los expertos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) y del Hospital Universitario de Ginebra (HUG) creen que la personalidad y el estilo de vida pueden proteger a la persona de esta patología, según informó un comunicado.
Decisiones cerebrales
El estudio tomó como análisis a un grupo de personas con más de 65 años, a los cuales se les observó las funciones neuronales para monitorizar los niveles de amiloide y el volumen cerebral.
Para ello, se utilizaron varios métodos como imágenes estructurales y funcionales del cerebro, y resonancia magnética para conocer su volumen.
Al mismo tiempo, se tomaron en cuenta otros factores como el entorno de la persona, el estilo de vida, la psicología y sus grupos sociales.
De esta manera, se podía monitorear y crear un mapa restrictivo que permitiera controlar los posibles sesgos demográficos, socio-económicos y psiquiátricos.
El periodo de duración de la observación fue de 5 años.
Lo agradable y desagradable
Los resultados resultaron llamativos, puesto que las personas desagradables (que mostraban un cierto anticonformismo) tenían cerebros más protegidos que aquellas personas más relajas.
Además, esta protección tenía lugar precisamente en los circuitos de memoria que se ven deteriorados por la enfermedad de Alzheimer.
Para Giannakopoulos, uno de los autores principales del estudio, “el elevado nivel de complacencia es una característica de los individuos con una personalidad muy adaptativa y desean por encima de todo estar de acuerdo con los demás, evitar conflictos y buscar la cooperación”, añadió.
Y continuó: “Esto es diferente de la extroversión, ya que es posible ser extrovertido sin ser especialmente simpático. Lo determinante en la relación con los otros es si una persona se adapta a los intereses de los demás o sigue sus propias desiciones".
Otro rasgo de la personalidad que parecía tener un efecto protector sobre la salud del cerebro fue la disposición a estar abierto a nuevas experiencias, aunque se desconocen todavía los mecanismos implicados en ello.
Según Giannakopoulos, hay un lapso de 10 o 12 años, por lo que durante un gran periodo de tiempo el cerebro es capaz de compensar los daños realizados activando circuitos alternativos.
No obstante, el experto reconoce que al momento de aparecer los primeros síntomas clínicos, ya es demadiado tarde para la reversión de la enfermedad.
Los resultados resultaron llamativos, puesto que las personas desagradables (que mostraban un cierto anticonformismo) tenían cerebros más protegidos que aquellas personas más relajas.
Además, esta protección tenía lugar precisamente en los circuitos de memoria que se ven deteriorados por la enfermedad de Alzheimer.
Para Giannakopoulos, uno de los autores principales del estudio, “el elevado nivel de complacencia es una característica de los individuos con una personalidad muy adaptativa y desean por encima de todo estar de acuerdo con los demás, evitar conflictos y buscar la cooperación”, añadió.
Y continuó: “Esto es diferente de la extroversión, ya que es posible ser extrovertido sin ser especialmente simpático. Lo determinante en la relación con los otros es si una persona se adapta a los intereses de los demás o sigue sus propias desiciones".
Otro rasgo de la personalidad que parecía tener un efecto protector sobre la salud del cerebro fue la disposición a estar abierto a nuevas experiencias, aunque se desconocen todavía los mecanismos implicados en ello.
Según Giannakopoulos, hay un lapso de 10 o 12 años, por lo que durante un gran periodo de tiempo el cerebro es capaz de compensar los daños realizados activando circuitos alternativos.
No obstante, el experto reconoce que al momento de aparecer los primeros síntomas clínicos, ya es demadiado tarde para la reversión de la enfermedad.
Referencia
Less agreeable, better preserved? A PET amyloid and MRI study in a community-based cohort. Panteleimon Giannakopoulos. Neurobiology of Aging DOI: 10.1016/j.neurobiolaging.2020.02.004
Less agreeable, better preserved? A PET amyloid and MRI study in a community-based cohort. Panteleimon Giannakopoulos. Neurobiology of Aging DOI: 10.1016/j.neurobiolaging.2020.02.004