Jayant Pinto con uno de los dispositivos usados para probar la capacidad olfativa de los participantes en el estudio. Imagen: Robert Kozloff. Fuente: Universidad de Chicago.
Para las personas mayores, el hecho de ser incapaz de identificar olores puede ser un fuerte predictor de muerte en un periodo de cinco años, según un estudio publicado en la revista PLOS ONE.
En la investigación, un 39% de sujetos que no pasó una prueba de olor sencilla murió durante ese tiempo, en comparación con el 19% de las personas con pérdida moderada de olor que también participaron en el estudio y, sobre todo, con el 10% de aquellos que pasaron bien la prueba, esto es, que tenían un sentido del olfato en plena forma.
De hecho, la disfunción olfativa resultó mejor para predecir la mortalidad que un diagnóstico de insuficiencia cardiaca, cáncer o enfermedades pulmonares, señalan los investigadores. Solo el daño hepático grave resultó un predictor de muerte más potente.
Para las personas que ya están en alto riesgo por otras causas, carecer de un buen sentido del olfato supuso asimismo tener más del doble de probabilidades de morir en un lustro o menos.
Como el canario en la mina de carbón
"Creemos que la pérdida del sentido del olfato es como el canario en la mina de carbón", afirma el autor principal del estudio, Jayant M. Pinto, de la Universidad de Chicago en un comunicado de esta.
"No causa directamente la muerte, pero es un presagio, una advertencia, de que algo va muy mal, de que el daño ya está hecho. Nuestros hallazgos podrían proporcionar una prueba clínica útil; una forma rápida y barata de identificar a los pacientes con mayor riesgo".
El estudio fue realizado con 3.005 hombres y mujeres de entre 57 a 85. Entre los años 2005 y 2006, todos fueron sometidos a una prueba de olfato que consistió en identificar cinco olores: menta, pescado, naranja, rosa y cuero.
El número de fallos determinó la capacidad o incapacidad olfativa de los participantes: el 78% de los evaluados tuvo una capacidad olfativa normal; el 45,5% identificó correctamente cinco de cinco olores; y el 29% identificó cuatro de cada cinco. Casi el 20% identificó dos o tres de cada cinco y, por último, un 2,4% sólo uno de los cinco aromas y el 1,1% ninguno.
Cinco años después, los investigadores buscaron a los mismos voluntarios, para someterlos a un análisis olfativo similar. Descubrieron que 430 de ellos ya habían muerto y que 2.565 seguían con vida.
En la investigación, un 39% de sujetos que no pasó una prueba de olor sencilla murió durante ese tiempo, en comparación con el 19% de las personas con pérdida moderada de olor que también participaron en el estudio y, sobre todo, con el 10% de aquellos que pasaron bien la prueba, esto es, que tenían un sentido del olfato en plena forma.
De hecho, la disfunción olfativa resultó mejor para predecir la mortalidad que un diagnóstico de insuficiencia cardiaca, cáncer o enfermedades pulmonares, señalan los investigadores. Solo el daño hepático grave resultó un predictor de muerte más potente.
Para las personas que ya están en alto riesgo por otras causas, carecer de un buen sentido del olfato supuso asimismo tener más del doble de probabilidades de morir en un lustro o menos.
Como el canario en la mina de carbón
"Creemos que la pérdida del sentido del olfato es como el canario en la mina de carbón", afirma el autor principal del estudio, Jayant M. Pinto, de la Universidad de Chicago en un comunicado de esta.
"No causa directamente la muerte, pero es un presagio, una advertencia, de que algo va muy mal, de que el daño ya está hecho. Nuestros hallazgos podrían proporcionar una prueba clínica útil; una forma rápida y barata de identificar a los pacientes con mayor riesgo".
El estudio fue realizado con 3.005 hombres y mujeres de entre 57 a 85. Entre los años 2005 y 2006, todos fueron sometidos a una prueba de olfato que consistió en identificar cinco olores: menta, pescado, naranja, rosa y cuero.
El número de fallos determinó la capacidad o incapacidad olfativa de los participantes: el 78% de los evaluados tuvo una capacidad olfativa normal; el 45,5% identificó correctamente cinco de cinco olores; y el 29% identificó cuatro de cada cinco. Casi el 20% identificó dos o tres de cada cinco y, por último, un 2,4% sólo uno de los cinco aromas y el 1,1% ninguno.
Cinco años después, los investigadores buscaron a los mismos voluntarios, para someterlos a un análisis olfativo similar. Descubrieron que 430 de ellos ya habían muerto y que 2.565 seguían con vida.
Posibles causas
Cuando los investigadores ajustaron variables demográficas -como la edad, sexo, nivel socioeconómico (medido por la educación o de los activos), la salud en general, y la raza- resultó que los que habían tenido una mayor pérdida de olfato en la primera prueba presentaron sustancialmente más probabilidades de haber muerto cinco años después de esta. Incluso la pérdida de olor leve se asoció con un mayor riesgo de muerte.
En general, los investigadores determinaron que aquellos voluntarios que fallaron en la primera prueba tenían una probabilidad cuatro veces más alta de morir en los cinco años posteriores que aquellos que habían identificado los cinco olores bien.
Aunque aún no se sabe con certeza por qué se da esta relación entre disfunción olfativa y probabilidad de muerte, los científicos han señalado varias causas.
En primer lugar, la pérdida de olfato relacionada con la edad puede tener un impacto sustancial en el estilo de vida y en el bienestar, pues muchas personas con déficit olfativo pierden la alegría de comer, hacen malas elecciones de alimentos, en definitiva, se nutren peor. Además, se exponen al riesgo de no detectar olores que indiquen peligro, como los de una fuga de gas o los de humo.
Por otra parte, el nervio olfativo, único nervio craneal directamente expuesto al entorno, podría funcionar como un conducto por el que el sistema nervioso central quede expuesto a la contaminación, las toxinas en el aire, los patógenos u otras partículas nocivas.
Por último, "una disminución en la capacidad para oler puede ser señal de una disminución en la capacidad del cuerpo para producir componentes clave que van disminuyendo con la edad; lo que provocaría la mortalidad por diversas causas".
Cuando los investigadores ajustaron variables demográficas -como la edad, sexo, nivel socioeconómico (medido por la educación o de los activos), la salud en general, y la raza- resultó que los que habían tenido una mayor pérdida de olfato en la primera prueba presentaron sustancialmente más probabilidades de haber muerto cinco años después de esta. Incluso la pérdida de olor leve se asoció con un mayor riesgo de muerte.
En general, los investigadores determinaron que aquellos voluntarios que fallaron en la primera prueba tenían una probabilidad cuatro veces más alta de morir en los cinco años posteriores que aquellos que habían identificado los cinco olores bien.
Aunque aún no se sabe con certeza por qué se da esta relación entre disfunción olfativa y probabilidad de muerte, los científicos han señalado varias causas.
En primer lugar, la pérdida de olfato relacionada con la edad puede tener un impacto sustancial en el estilo de vida y en el bienestar, pues muchas personas con déficit olfativo pierden la alegría de comer, hacen malas elecciones de alimentos, en definitiva, se nutren peor. Además, se exponen al riesgo de no detectar olores que indiquen peligro, como los de una fuga de gas o los de humo.
Por otra parte, el nervio olfativo, único nervio craneal directamente expuesto al entorno, podría funcionar como un conducto por el que el sistema nervioso central quede expuesto a la contaminación, las toxinas en el aire, los patógenos u otras partículas nocivas.
Por último, "una disminución en la capacidad para oler puede ser señal de una disminución en la capacidad del cuerpo para producir componentes clave que van disminuyendo con la edad; lo que provocaría la mortalidad por diversas causas".
Referencia bibliográfica:
Jayant M. Pinto, Kristen E. Wroblewski, David W. Kern, L. Philip Schumm, Martha K. McClintock. Olfactory Dysfunction Predicts 5-Year Mortality in Older Adults. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0107541.
Jayant M. Pinto, Kristen E. Wroblewski, David W. Kern, L. Philip Schumm, Martha K. McClintock. Olfactory Dysfunction Predicts 5-Year Mortality in Older Adults. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0107541.