Cambios percibidos en el cerebro en estado de meditación. Fuente: Andrew Newberg.
El especialista en neuroteología, Andrew Newberg, director de investigaciones del Myrna Brind Center of Integrative Medicine del Hospital Thomas Jefferson de Estados Unidos, reflexiona en un artículo publicado recientemente por Science Religion Today sobre el futuro a corto y largo plazo de esta disciplina.
Como hemos hablado en diversas ocasiones en Tendencias21, la neuroteología consiste en el estudio de las actividades neuronales relacionadas con experiencias subjetivas de espiritualidad y de religiosidad, en un intento de ofrecer una explicación neurocientífica del fenómeno religioso.
Relación religión-cerebro
Newberg se pregunta en su artículo cómo avanzará la neurotecnología en los próximos cinco, 10 o 50 años. El científico reconoce que esta disciplina se encuentra aún en los primeros estadios de desarrollo, y que una verdadera combinación de neurociencia y fenómeno religioso y espiritual sólo ha sido posible gracias a las innovadoras técnicas de registro de imágenes cerebrales, surgidas en los últimos tiempos.
Antes del desarrollo de estas tecnologías, explica Newberg, la neuroteología sólo podía basarse en modelos animales y en especulación. Pero, ahora, los científicos comienzan a descubrir información substancial acerca de la relación entre el cerebro humano y las prácticas y experiencias religiosas y espirituales.
El neurocientífico cree que, en los próximos cinco años, los avances en neuroteología continuarán produciéndose, aumentando nuestra comprensión sobre dicha relación.
Futuros estudios basados en los registros de imágenes de la actividad cerebral, junto con otras investigaciones clínicas, ayudarán a entender mejor no sólo lo que ocurre en el cerebro en el momento en que se realiza una práctica religiosa concreta, como la meditación o la oración, sino también cómo dichas prácticas pueden afectarnos con el transcurrir del tiempo.
Efectos de la espiritualidad en la materia gris
Hasta ahora, la neuroteología ha permitido demostrar que hábitos como la meditación o la oración pueden reducir la ansiedad y la depresión, e incluso incrementar la memoria.
Estas mejoras cognitivas han podido relacionarse, además, con cambios a largo plazo en la función cerebral. De estos descubrimientos, los científicos han concluido que “la religión, la espiritualidad y Dios pueden cambiar el cerebro”, explica Newberg.
Los estudios que se realicen en los próximos cinco o 10 años permitirán evaluar la conexión entre diversos sistemas de neurotransmisores y el fenómeno espiritual o religioso, aventura el científico.
Como hemos hablado en diversas ocasiones en Tendencias21, la neuroteología consiste en el estudio de las actividades neuronales relacionadas con experiencias subjetivas de espiritualidad y de religiosidad, en un intento de ofrecer una explicación neurocientífica del fenómeno religioso.
Relación religión-cerebro
Newberg se pregunta en su artículo cómo avanzará la neurotecnología en los próximos cinco, 10 o 50 años. El científico reconoce que esta disciplina se encuentra aún en los primeros estadios de desarrollo, y que una verdadera combinación de neurociencia y fenómeno religioso y espiritual sólo ha sido posible gracias a las innovadoras técnicas de registro de imágenes cerebrales, surgidas en los últimos tiempos.
Antes del desarrollo de estas tecnologías, explica Newberg, la neuroteología sólo podía basarse en modelos animales y en especulación. Pero, ahora, los científicos comienzan a descubrir información substancial acerca de la relación entre el cerebro humano y las prácticas y experiencias religiosas y espirituales.
El neurocientífico cree que, en los próximos cinco años, los avances en neuroteología continuarán produciéndose, aumentando nuestra comprensión sobre dicha relación.
Futuros estudios basados en los registros de imágenes de la actividad cerebral, junto con otras investigaciones clínicas, ayudarán a entender mejor no sólo lo que ocurre en el cerebro en el momento en que se realiza una práctica religiosa concreta, como la meditación o la oración, sino también cómo dichas prácticas pueden afectarnos con el transcurrir del tiempo.
Efectos de la espiritualidad en la materia gris
Hasta ahora, la neuroteología ha permitido demostrar que hábitos como la meditación o la oración pueden reducir la ansiedad y la depresión, e incluso incrementar la memoria.
Estas mejoras cognitivas han podido relacionarse, además, con cambios a largo plazo en la función cerebral. De estos descubrimientos, los científicos han concluido que “la religión, la espiritualidad y Dios pueden cambiar el cerebro”, explica Newberg.
Los estudios que se realicen en los próximos cinco o 10 años permitirán evaluar la conexión entre diversos sistemas de neurotransmisores y el fenómeno espiritual o religioso, aventura el científico.
Andrew Newberg. Fuente: Sitio oficial del investigador.
Las investigaciones realizadas hasta la fecha han constatado que tanto la dopamina (hormona y neurotransmisor cerebral) como el ácido gamma-aminobutírico (GABA) (principal neurotransmisor inhibitorio cerebral) están relacionados con prácticas como la meditación.
Este hecho resulta interesante porque la dopamina está vinculada al sistema de recompensa del cerebro, al movimiento y a la memoria. GABA, por su parte, estaría relacionado con las experiencias dichosas, que ayudan a detener la mente.
Pero otros neurotransmisores podrían estar implicados en las complejas interacciones entre cerebro y prácticas religiosas, algo que los especialistas esperan constatar en unos años.
Hacia el “religionoma”
Por otro lado, Newberg cree que es posible que en la próxima década pueda empezar a desarrollarse un “religionoma”, un “mapa” similar al del genoma, pero basado en la religiosidad humana.
Este mapa consistiría en una catalogación de todos y cada uno de los tipos de prácticas espirituales y religiosas existentes en las diversas culturas, pueblos y tradiciones del mundo.
En esta catalogación se incluirían tanto las experiencias religiosas subjetivas, como los conceptos doctrinales y teológicos y los componentes religiosos vinculados a la salud y a la fisiología. También se contemplarían las diferencias entre las personas religiosas o espirituales y aquéllas que son ateas o agnósticas.
El religionoma permitiría, por tanto, hacer una evaluación general de hasta qué punto el ser humano es religioso y espiritual; y posibilitaría la conexión entre la biología y las experiencias, los sentimientos y las creencias religiosas, explica Newberg en un artículo anterior publicado por Reuters.
El interés por encontrar una relación entre biología y religiosidad radica en la idea de que el cerebro humano tiene la capacidad de crear y perpetuar sistemas de creencias que se encuentran biológicamente enraizadas en el cerebro.
Comprender la relación entre conciencia y materia
Por otra parte, Newberg cree que en los próximos años, la neuroteología permitirá comprender mejor cuándo las creencias religiosas y espirituales se vuelven negativas, propiciando el odio y la violencia, o comportamientos tan radicales como el terrorismo.
En un futuro lejano, afirma el neurocientífico, la neuroteología nos ofrecerá algunas posibilidades fascinantes. Por ejemplo, dado que prácticas como la meditación pueden propiciar estados alterados de conciencia, la neuroteología podría ayudar a comprender la naturaleza de la conciencia y su relación con el mundo material.
Quizá nos ayude a entender mejor cómo la conciencia nos afecta a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. También podría ayudarnos a materializar completamente nuestro potencial religioso o espiritual, con el fin de aumentar la capacidad compasiva del ser humano.
En última instancia, la neuroteología quizá sirva para responder a las más grandes cuestiones de la humanidad: ¿quiénes somos? ¿por qué hay algo en lugar de nada? ¿Cuál es la verdadera naturaleza de la realidad?, aventura Newberg y concluye que, para todo ello sea posible, habrá que aplicar un “método que integre lo mejor de la ciencia y lo mejor de las indagaciones religiosas, espirituales y religiosas”.
Este hecho resulta interesante porque la dopamina está vinculada al sistema de recompensa del cerebro, al movimiento y a la memoria. GABA, por su parte, estaría relacionado con las experiencias dichosas, que ayudan a detener la mente.
Pero otros neurotransmisores podrían estar implicados en las complejas interacciones entre cerebro y prácticas religiosas, algo que los especialistas esperan constatar en unos años.
Hacia el “religionoma”
Por otro lado, Newberg cree que es posible que en la próxima década pueda empezar a desarrollarse un “religionoma”, un “mapa” similar al del genoma, pero basado en la religiosidad humana.
Este mapa consistiría en una catalogación de todos y cada uno de los tipos de prácticas espirituales y religiosas existentes en las diversas culturas, pueblos y tradiciones del mundo.
En esta catalogación se incluirían tanto las experiencias religiosas subjetivas, como los conceptos doctrinales y teológicos y los componentes religiosos vinculados a la salud y a la fisiología. También se contemplarían las diferencias entre las personas religiosas o espirituales y aquéllas que son ateas o agnósticas.
El religionoma permitiría, por tanto, hacer una evaluación general de hasta qué punto el ser humano es religioso y espiritual; y posibilitaría la conexión entre la biología y las experiencias, los sentimientos y las creencias religiosas, explica Newberg en un artículo anterior publicado por Reuters.
El interés por encontrar una relación entre biología y religiosidad radica en la idea de que el cerebro humano tiene la capacidad de crear y perpetuar sistemas de creencias que se encuentran biológicamente enraizadas en el cerebro.
Comprender la relación entre conciencia y materia
Por otra parte, Newberg cree que en los próximos años, la neuroteología permitirá comprender mejor cuándo las creencias religiosas y espirituales se vuelven negativas, propiciando el odio y la violencia, o comportamientos tan radicales como el terrorismo.
En un futuro lejano, afirma el neurocientífico, la neuroteología nos ofrecerá algunas posibilidades fascinantes. Por ejemplo, dado que prácticas como la meditación pueden propiciar estados alterados de conciencia, la neuroteología podría ayudar a comprender la naturaleza de la conciencia y su relación con el mundo material.
Quizá nos ayude a entender mejor cómo la conciencia nos afecta a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. También podría ayudarnos a materializar completamente nuestro potencial religioso o espiritual, con el fin de aumentar la capacidad compasiva del ser humano.
En última instancia, la neuroteología quizá sirva para responder a las más grandes cuestiones de la humanidad: ¿quiénes somos? ¿por qué hay algo en lugar de nada? ¿Cuál es la verdadera naturaleza de la realidad?, aventura Newberg y concluye que, para todo ello sea posible, habrá que aplicar un “método que integre lo mejor de la ciencia y lo mejor de las indagaciones religiosas, espirituales y religiosas”.