Los últimos y rapidísimos avances en el campo de la neurociencia podrían tener un impacto determinante en las guerras modernas, según un informe elaborado por los Servicios de Inteligencia de los Estados Unidos.
El informe, de 151 páginas y titulado “Investigación de Neurociencia Cognitiva y Seguridad Nacional”, ha sido comisionado por la Agencia de Inteligencia para la Defensa. En concreto, fue liderado por científicos de primera fila, a quienes se les pidió que examinaran la posibilidad de que nuestro cerebro fuera la base para desarrollar nuevos medicamentos y tecnologías en los próximos veinte años.
Este grupos de científicos, según recoge una nota de prensa de la Academia Nacional de las Ciencias, ha descubierto que hay varias áreas cuyo desarrollo podría tener un profundo impacto. Se refieren a medicinas capaces de alterar el comportamiento, escáneres que pueden interpretar el estado mental de una persona o dispositivos con la capacidad para mejorar sentidos como el oído o la vista de un soldado.
A largo plazo, sostienen sus autores, las balas podrían ser sustituidas por “minas farmacológicas” que inocularían un medicamento a cualquier soldado enemigo que entrara en contacto con ellas, inhabilitándole.
Asimismo, se podrían desarrollar escáneres y otros aparatos eléctricos de última generación para identificar sospechosos a partir de su actividad cerebral e incluso para impedirle la capacidad de mentir al ser interrogado.
Se refiere el informe a una técnica electrónica, llamada “estimulación transcraneal de corriente directa” en la que se usan pulsos eléctricos sobre ciertas neuronas del cerebro, de tal modo que, entre otras cosas, anula la capacidad de mentir de una persona.
Uso de medicamentos
El desarrollo de nuevas medicinas también forma parte de esta investigación. Así, la Agencia de Inteligencia para la Defensa baraja la posibilidad de crear medicinas que aumenten las capacidades físicas de sus soldados. De hecho, ya hay evidencias de tropas usando modafinilio y ritalin, ambos medicamentos prescritos en desórdenes de déficit de atención, para mejorar ciertos comportamientos.
Algunas medicinas que se van a desarrollar en el futuro, como las que mejorarán las facultades cognitivas de personas dementes, también podrían usarse en este mismo sentido, dice el informe.
Un mayor conocimiento del funcionamiento del cerebro puede contribuir a la generación de nuevos dispositivos electrónicos que se conectarán directamente con nuestro cerebro. La idea es que estos dispositivos permitan al soldado usar sus mentes para manejar máquinas, como aviones no tripulados, o para aumentar alguna capacidad.
Por ejemplo, un vídeo tomado por las gafas de una persona o una grabación hecha por unos auriculares, podrían ser procesados por un ordenador para buscar información relevante.
Ciencia y defensa
“Algunos experimentos han puesto de manifiesto las ventajas de estos dispositivos para cosas como el reconocimiento de fotografías”, comenta Kit Green, que ha presidido el comité responsable del informe, en el periódico The Guardian.
Por otro lado, los autores del trabajo advierten que, aunque los Estados Unidos y otros países desarrollados consideran que están a la vanguardia de la neurociencia, esta situación puede cambiar al mismo tiempo que nuevos países empiecen a explotar sus capacidades informáticas y de computación.
“En la comunidad de los servicios de inteligencia hay muy pocas personas que comprenden la ciencia y sin ella será imposible predecir sorpresas. Esto es un agujero negro que ha de ser rellenado con luz”, dice Green.
Las tecnologías descritas por el informe podrán tener aplicaciones en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. Eso sí, las técnicas aplicadas a imágenes del cerebro para conocer las intenciones de alguien con antelación, por ejemplo, necesitarán unos 20 años de desarrollo.
“No quiere decir que vayamos a ser capaces de leer la mente de alguien a distancia, pero sí podremos detectar grandes cambios en su ansiedad o en su miedo”, comenta Green.
Pese a estas cautelas, lo que queda claro con este informe es que descifrar los misterios del cerebro será la próxima gran industria para los ejércitos. En este sentido, la Universidad de California `anunciaba hace unas semanas que el Ejército de los Estados Unidos había concedido una subvención de 4 millones de dólares a un equipo de investigación para que estudiara los fundamentos de la “telepatía sintética”, una nueva técnica de comunicación cerebral que sería muy útil para un soldado en el campo de batalla.
El informe, de 151 páginas y titulado “Investigación de Neurociencia Cognitiva y Seguridad Nacional”, ha sido comisionado por la Agencia de Inteligencia para la Defensa. En concreto, fue liderado por científicos de primera fila, a quienes se les pidió que examinaran la posibilidad de que nuestro cerebro fuera la base para desarrollar nuevos medicamentos y tecnologías en los próximos veinte años.
Este grupos de científicos, según recoge una nota de prensa de la Academia Nacional de las Ciencias, ha descubierto que hay varias áreas cuyo desarrollo podría tener un profundo impacto. Se refieren a medicinas capaces de alterar el comportamiento, escáneres que pueden interpretar el estado mental de una persona o dispositivos con la capacidad para mejorar sentidos como el oído o la vista de un soldado.
A largo plazo, sostienen sus autores, las balas podrían ser sustituidas por “minas farmacológicas” que inocularían un medicamento a cualquier soldado enemigo que entrara en contacto con ellas, inhabilitándole.
Asimismo, se podrían desarrollar escáneres y otros aparatos eléctricos de última generación para identificar sospechosos a partir de su actividad cerebral e incluso para impedirle la capacidad de mentir al ser interrogado.
Se refiere el informe a una técnica electrónica, llamada “estimulación transcraneal de corriente directa” en la que se usan pulsos eléctricos sobre ciertas neuronas del cerebro, de tal modo que, entre otras cosas, anula la capacidad de mentir de una persona.
Uso de medicamentos
El desarrollo de nuevas medicinas también forma parte de esta investigación. Así, la Agencia de Inteligencia para la Defensa baraja la posibilidad de crear medicinas que aumenten las capacidades físicas de sus soldados. De hecho, ya hay evidencias de tropas usando modafinilio y ritalin, ambos medicamentos prescritos en desórdenes de déficit de atención, para mejorar ciertos comportamientos.
Algunas medicinas que se van a desarrollar en el futuro, como las que mejorarán las facultades cognitivas de personas dementes, también podrían usarse en este mismo sentido, dice el informe.
Un mayor conocimiento del funcionamiento del cerebro puede contribuir a la generación de nuevos dispositivos electrónicos que se conectarán directamente con nuestro cerebro. La idea es que estos dispositivos permitan al soldado usar sus mentes para manejar máquinas, como aviones no tripulados, o para aumentar alguna capacidad.
Por ejemplo, un vídeo tomado por las gafas de una persona o una grabación hecha por unos auriculares, podrían ser procesados por un ordenador para buscar información relevante.
Ciencia y defensa
“Algunos experimentos han puesto de manifiesto las ventajas de estos dispositivos para cosas como el reconocimiento de fotografías”, comenta Kit Green, que ha presidido el comité responsable del informe, en el periódico The Guardian.
Por otro lado, los autores del trabajo advierten que, aunque los Estados Unidos y otros países desarrollados consideran que están a la vanguardia de la neurociencia, esta situación puede cambiar al mismo tiempo que nuevos países empiecen a explotar sus capacidades informáticas y de computación.
“En la comunidad de los servicios de inteligencia hay muy pocas personas que comprenden la ciencia y sin ella será imposible predecir sorpresas. Esto es un agujero negro que ha de ser rellenado con luz”, dice Green.
Las tecnologías descritas por el informe podrán tener aplicaciones en la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. Eso sí, las técnicas aplicadas a imágenes del cerebro para conocer las intenciones de alguien con antelación, por ejemplo, necesitarán unos 20 años de desarrollo.
“No quiere decir que vayamos a ser capaces de leer la mente de alguien a distancia, pero sí podremos detectar grandes cambios en su ansiedad o en su miedo”, comenta Green.
Pese a estas cautelas, lo que queda claro con este informe es que descifrar los misterios del cerebro será la próxima gran industria para los ejércitos. En este sentido, la Universidad de California `anunciaba hace unas semanas que el Ejército de los Estados Unidos había concedido una subvención de 4 millones de dólares a un equipo de investigación para que estudiara los fundamentos de la “telepatía sintética”, una nueva técnica de comunicación cerebral que sería muy útil para un soldado en el campo de batalla.