Los científicos han descubierto cómo un cerebro humano se conservó intacto durante 2.600 años, abriendo así nuevos caminos para combatir la demencia.
El cerebro se descubrió en 2008 en la parroquia de Heslington, dentro de la ciudad de York, en North Yorkshire, el condado ceremonial más grande de Inglaterra.
Por este motivo, se le conoce como el “cerebro de Heslington” y su historia es dramática. Perteneció a un hombre que vivió entre los años 680 y 480 antes de la era común.
En un momento de la Edad de Hierro, fue colgado o golpeado en la cabeza y luego decapitado, probablemente víctima de un asesinato ritual.
Cuando fue encontrado su cerebro, enterrado en un barro rico en arcilla, los arqueólogos se sorprendieron por el extraordinario estado de conservación del tejido cerebral: normalmente se pudre después de la muerte, pero en este caso conservaba incluso los pliegues y surcos propios de un cerebro vivo.
La explicación
Tal como informa la revista Science, los investigadores usaron varias técnicas moleculares para examinar el sorprendente tejido cerebral y descubrieron que dos proteínas estructurales, que actúan como los "esqueletos" de las neuronas y los astrocitos, formaban un agregado de proteínas.
La agregación de proteínas es un fenómeno natural que ocurre cuando determinadas proteínas se agrupan, ya sea en el interior o exterior de una célula.
Sin embargo, una serie de mutaciones bien conocidas en las proteínas cerebrales pueden promover la formación de agregados de proteínas relacionadas con enfermedades neurológicas.
En el caso del cerebro de Heslington, los investigadores observaron varias cosas sorprendentes: por un lado, que ese agregado de proteínas estratégicas estaba situado mayoritariamente en las áreas exteriores del cerebro, cuando lo normal es que estén agregadas en el interior.
Aunque los investigadores no están seguros de qué provocó que las proteínas antiguas se agregaran en el parte externa del cerebro, sospechan que podría deberse a las condiciones del enterramiento, aparentemente típico de un ritual.
Por otro lado, apreciaron que esas proteínas estratégicas eran más estables que las de los cerebros modernos.
Por último, les llamó la atención que, a pesar del agregado de proteínas, en el cerebro de Heslington no encontraron indicios de las enfermedades asociadas a estos agregados, por lo que deducen que la víctima de este asesinato ritual no padecía ninguna enfermedad mental.
Sí están convencidos, sin embargo, de que este singular agregado de proteínas fue el que ayudó a conservar la estructura de los tejidos blandos siglo tras siglo, según explican en un artículo publicado en el Journal of the Royal Society Interface.
El cerebro se descubrió en 2008 en la parroquia de Heslington, dentro de la ciudad de York, en North Yorkshire, el condado ceremonial más grande de Inglaterra.
Por este motivo, se le conoce como el “cerebro de Heslington” y su historia es dramática. Perteneció a un hombre que vivió entre los años 680 y 480 antes de la era común.
En un momento de la Edad de Hierro, fue colgado o golpeado en la cabeza y luego decapitado, probablemente víctima de un asesinato ritual.
Cuando fue encontrado su cerebro, enterrado en un barro rico en arcilla, los arqueólogos se sorprendieron por el extraordinario estado de conservación del tejido cerebral: normalmente se pudre después de la muerte, pero en este caso conservaba incluso los pliegues y surcos propios de un cerebro vivo.
La explicación
Tal como informa la revista Science, los investigadores usaron varias técnicas moleculares para examinar el sorprendente tejido cerebral y descubrieron que dos proteínas estructurales, que actúan como los "esqueletos" de las neuronas y los astrocitos, formaban un agregado de proteínas.
La agregación de proteínas es un fenómeno natural que ocurre cuando determinadas proteínas se agrupan, ya sea en el interior o exterior de una célula.
Sin embargo, una serie de mutaciones bien conocidas en las proteínas cerebrales pueden promover la formación de agregados de proteínas relacionadas con enfermedades neurológicas.
En el caso del cerebro de Heslington, los investigadores observaron varias cosas sorprendentes: por un lado, que ese agregado de proteínas estratégicas estaba situado mayoritariamente en las áreas exteriores del cerebro, cuando lo normal es que estén agregadas en el interior.
Aunque los investigadores no están seguros de qué provocó que las proteínas antiguas se agregaran en el parte externa del cerebro, sospechan que podría deberse a las condiciones del enterramiento, aparentemente típico de un ritual.
Por otro lado, apreciaron que esas proteínas estratégicas eran más estables que las de los cerebros modernos.
Por último, les llamó la atención que, a pesar del agregado de proteínas, en el cerebro de Heslington no encontraron indicios de las enfermedades asociadas a estos agregados, por lo que deducen que la víctima de este asesinato ritual no padecía ninguna enfermedad mental.
Sí están convencidos, sin embargo, de que este singular agregado de proteínas fue el que ayudó a conservar la estructura de los tejidos blandos siglo tras siglo, según explican en un artículo publicado en el Journal of the Royal Society Interface.
Aplicaciones médicas
La importancia de este descubrimiento no es solo arqueológica, ya que proporciona información importante sobre el cerebro humano que podría derivar en aplicaciones médicas.
Los investigadores destacan al respecto que el descubrimiento de proteínas cerebrales de un cerebro humano, bien conservadas después de 2600 años, proporciona nuevas pruebas de la extraordinaria estabilidad a largo plazo de los agregados de proteínas.
Eso significa que, de alguna forma, los agregados de proteínas permiten conservar proteínas cerebrales durante milenios, lo que proporciona nuevas pistas para el tratamiento de enfermedades como la demencia en sus diferentes formas.
La demencia se produce porque hay agregados de proteínas que no prosperan debido a la intervención de proteínas anómalas que las destruyen.
Los investigadores consideran que este descubrimiento puede ayudar a tratar enfermedades relacionadas con los agregados de proteínas que degeneran en enfermedades.
Saber que es posible no solo formar agregados de proteínas en situaciones extremas, sino incluso conservarlos durante milenios, ayudará a establecer cómo mantener médicamente agregados de proteínas cerebrales que impidan, por ejemplo, la formación de la demencia.
La importancia de este descubrimiento no es solo arqueológica, ya que proporciona información importante sobre el cerebro humano que podría derivar en aplicaciones médicas.
Los investigadores destacan al respecto que el descubrimiento de proteínas cerebrales de un cerebro humano, bien conservadas después de 2600 años, proporciona nuevas pruebas de la extraordinaria estabilidad a largo plazo de los agregados de proteínas.
Eso significa que, de alguna forma, los agregados de proteínas permiten conservar proteínas cerebrales durante milenios, lo que proporciona nuevas pistas para el tratamiento de enfermedades como la demencia en sus diferentes formas.
La demencia se produce porque hay agregados de proteínas que no prosperan debido a la intervención de proteínas anómalas que las destruyen.
Los investigadores consideran que este descubrimiento puede ayudar a tratar enfermedades relacionadas con los agregados de proteínas que degeneran en enfermedades.
Saber que es posible no solo formar agregados de proteínas en situaciones extremas, sino incluso conservarlos durante milenios, ayudará a establecer cómo mantener médicamente agregados de proteínas cerebrales que impidan, por ejemplo, la formación de la demencia.
Referencia
Protein aggregate formation permits millennium-old brain preservation. Axel Petzold et al. Journal of the Royal Society Interface, 08 January 2020. DOI:https://doi.org/10.1098/rsif.2019.0775
Protein aggregate formation permits millennium-old brain preservation. Axel Petzold et al. Journal of the Royal Society Interface, 08 January 2020. DOI:https://doi.org/10.1098/rsif.2019.0775