Fuente: everystockphoto.
Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Tel Aviv , en Israel, ha revelado que bebés prematuros expuestos a la música de Mozart pueden ganar peso más rápidamente que los bebés prematuros que no escuchan esta música.
Según explica la Universidad de Tel Aviv en un comunicado, en la investigación, llevada a cabo por los especialistas Dror Mandel y Ronit Lubetzky, del Centro Médico Tel Aviv afiliado a dicha Universidad, se constató concretamente que una sesión de treinta minutos de música de Mozart al día propiciaba que los neonatos gastaran menos energía.
Esta reducción del gasto energético de los niños supuso una necesidad menor de consumir calorías y, por tanto, facilitó que los bebés engordaran más rápidamente.
Efecto en la corteza cerebral
Los científicos midieron los efectos fisiológicos de la música en los recién nacidos prematuros, después de que éstos escucharan durante media hora las composiciones de Mozart.
Según declaraciones de Mandel, aún no se ha podido establecer cómo afecta exactamente la música a los bebés prematuros, pero sí que ésta hace que los bebés estén más calmados y menos agitados y, como consecuencia, que sus organismos tengan un gasto energético menor, y puedan coger peso más rápidamente.
Que los bebés prematuros engorden es una de las prioridades de los médicos que atienden a estos niños, porque un bebé con un peso aceptable tiene más posibilidades de tener un sistema inmune saludable y, además, puede ser enviado a casa, donde no existirá el riesgo de que sufra alguna infección hospitalaria.
La calma que produce a los bebés neonatos la música de Mozart podría deberse, señala Mandel, a que las melodías de dicha música son repetitivas. Estas reiteraciones influirían en los centros de organización de la corteza cerebral de los pequeños.
Tratamiento musical estándar
El presente estudio está enmarcado en un proyecto internacional dirigido por el consorcio NIDCAP, con base en Estados Unidos, cuyo objetivo es crear un conjunto de prácticas estándar para mejorar la salud y el bienestar de los neonatos.
Ya se sabía que existe una serie de efectos ambientales, como la estimulación táctil o la luz ambiente, que pueden condicionar la supervivencia y la salud de estos niños tan sensibles.
La investigación de la Universidad de Tel Aviv es la primera que ha cuantificado el efecto de la música, concretamente de la música de Mozart, en niños recién nacidos.
Estos nuevos datos se vienen a sumar al proyecto de creación de un nuevo y completo paradigma de tratamiento para el cuidado neonatal, y la mejora de la calidad de vida de los bebés prematuros.
El siguiente paso de la investigación de los científicos israelíes será explorar otros tipos de música (como la música étnica, la música rap, la música pop y la música clásica de otros compositores), con el fin de averiguar si éstos pudieran producir efectos similares en recién nacidos cuyas gestaciones no han llegado a término.
Música en directo
Los resultados obtenidos en el estudio de los investigadores de la Universidad de Tel Aviv coinciden en cierta medida con los de otro estudio, realizado por científicos del departamento neonatal del hospital Netanyá, también en Israel, en 2004.
Según publicó entonces la BBC, aquella investigación constató que la música ayuda a calmar a los bebés prematuros si éstos la escuchan en directo.
Los investigadores del hospital Netanyá compararon los efectos, en 15 bebés prematuros, de 30 minutos de música en vivo, otros 30 de música grabada, y otros 30 sin música.
Las mediciones posteriores revelaron que los prematuros estudiados durmieron con mayor profundidad y redujeron su ritmo de latidos tras escuchar una voz de mujer cantando en vivo, acompañada por un arpa. Según los científicos, el timbre de la voz, su eco, y otras variables de la música en directo pudieron influir en el estado de los bebés.
El doctor Shmuel Arnon, director de esta investigación, afirmó que se debería poner música en las unidades de cuidados intensivos neonatales porque los bebés podrían beneficiarse de una media hora diaria de música, así como se debería alentar a las madres a que canten canciones de cuna a sus bebés prematuros, para ayudarlos a tranquilizarse.
Posible innatismo musical
La percepción de la música por parte de los bebés recién nacidos ha sido durante mucho tiempo una incógnita, pero los efectos que ésta tiene en los bebés prematuros podría explicarse a partir de los resultados de investigaciones muy recientes, cuyos resultados apuntan a la posible existencia de una capacidad innata en el ser humano para responder a los estímulos musicales.
Tal y como explicamos en otro artículo de Tendencias21, en 2009, una investigación realizada en el marco del proyecto EmCAP de la Unión Europea, reveló que los bebés tienen sensibilidad para distinguir tonos musicales desde que nacen, es decir, que la capacidad musical humana no se deriva sólo de la experiencia.
Utilizando la técnica del encefalograma, los científicos comprobaron que los cerebros de los recién nacidos reaccionaban ante cualquier variación en las expectativas rítmicas presentadas, esto es, que eran sensibles a los cambios en la música.
Por otro lado, un segundo estudio, realizado también en 2009, en este caso por científicos de la Universidad de Ámsterdam, se constató que bebés de tan sólo dos o tres días de edad son capaces de detectar el ritmo de la música.
Según explica la Universidad de Tel Aviv en un comunicado, en la investigación, llevada a cabo por los especialistas Dror Mandel y Ronit Lubetzky, del Centro Médico Tel Aviv afiliado a dicha Universidad, se constató concretamente que una sesión de treinta minutos de música de Mozart al día propiciaba que los neonatos gastaran menos energía.
Esta reducción del gasto energético de los niños supuso una necesidad menor de consumir calorías y, por tanto, facilitó que los bebés engordaran más rápidamente.
Efecto en la corteza cerebral
Los científicos midieron los efectos fisiológicos de la música en los recién nacidos prematuros, después de que éstos escucharan durante media hora las composiciones de Mozart.
Según declaraciones de Mandel, aún no se ha podido establecer cómo afecta exactamente la música a los bebés prematuros, pero sí que ésta hace que los bebés estén más calmados y menos agitados y, como consecuencia, que sus organismos tengan un gasto energético menor, y puedan coger peso más rápidamente.
Que los bebés prematuros engorden es una de las prioridades de los médicos que atienden a estos niños, porque un bebé con un peso aceptable tiene más posibilidades de tener un sistema inmune saludable y, además, puede ser enviado a casa, donde no existirá el riesgo de que sufra alguna infección hospitalaria.
La calma que produce a los bebés neonatos la música de Mozart podría deberse, señala Mandel, a que las melodías de dicha música son repetitivas. Estas reiteraciones influirían en los centros de organización de la corteza cerebral de los pequeños.
Tratamiento musical estándar
El presente estudio está enmarcado en un proyecto internacional dirigido por el consorcio NIDCAP, con base en Estados Unidos, cuyo objetivo es crear un conjunto de prácticas estándar para mejorar la salud y el bienestar de los neonatos.
Ya se sabía que existe una serie de efectos ambientales, como la estimulación táctil o la luz ambiente, que pueden condicionar la supervivencia y la salud de estos niños tan sensibles.
La investigación de la Universidad de Tel Aviv es la primera que ha cuantificado el efecto de la música, concretamente de la música de Mozart, en niños recién nacidos.
Estos nuevos datos se vienen a sumar al proyecto de creación de un nuevo y completo paradigma de tratamiento para el cuidado neonatal, y la mejora de la calidad de vida de los bebés prematuros.
El siguiente paso de la investigación de los científicos israelíes será explorar otros tipos de música (como la música étnica, la música rap, la música pop y la música clásica de otros compositores), con el fin de averiguar si éstos pudieran producir efectos similares en recién nacidos cuyas gestaciones no han llegado a término.
Música en directo
Los resultados obtenidos en el estudio de los investigadores de la Universidad de Tel Aviv coinciden en cierta medida con los de otro estudio, realizado por científicos del departamento neonatal del hospital Netanyá, también en Israel, en 2004.
Según publicó entonces la BBC, aquella investigación constató que la música ayuda a calmar a los bebés prematuros si éstos la escuchan en directo.
Los investigadores del hospital Netanyá compararon los efectos, en 15 bebés prematuros, de 30 minutos de música en vivo, otros 30 de música grabada, y otros 30 sin música.
Las mediciones posteriores revelaron que los prematuros estudiados durmieron con mayor profundidad y redujeron su ritmo de latidos tras escuchar una voz de mujer cantando en vivo, acompañada por un arpa. Según los científicos, el timbre de la voz, su eco, y otras variables de la música en directo pudieron influir en el estado de los bebés.
El doctor Shmuel Arnon, director de esta investigación, afirmó que se debería poner música en las unidades de cuidados intensivos neonatales porque los bebés podrían beneficiarse de una media hora diaria de música, así como se debería alentar a las madres a que canten canciones de cuna a sus bebés prematuros, para ayudarlos a tranquilizarse.
Posible innatismo musical
La percepción de la música por parte de los bebés recién nacidos ha sido durante mucho tiempo una incógnita, pero los efectos que ésta tiene en los bebés prematuros podría explicarse a partir de los resultados de investigaciones muy recientes, cuyos resultados apuntan a la posible existencia de una capacidad innata en el ser humano para responder a los estímulos musicales.
Tal y como explicamos en otro artículo de Tendencias21, en 2009, una investigación realizada en el marco del proyecto EmCAP de la Unión Europea, reveló que los bebés tienen sensibilidad para distinguir tonos musicales desde que nacen, es decir, que la capacidad musical humana no se deriva sólo de la experiencia.
Utilizando la técnica del encefalograma, los científicos comprobaron que los cerebros de los recién nacidos reaccionaban ante cualquier variación en las expectativas rítmicas presentadas, esto es, que eran sensibles a los cambios en la música.
Por otro lado, un segundo estudio, realizado también en 2009, en este caso por científicos de la Universidad de Ámsterdam, se constató que bebés de tan sólo dos o tres días de edad son capaces de detectar el ritmo de la música.