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La revista Ecopsychology, especializada en el análisis de la relación entre el medioambiente y el bienestar y la salud mentales, ha dedicado recientemente un monográfico (de libre acceso en Internet) a la reflexión sobre la relación entre las mujeres y la naturaleza.
Según Eurekalert, partiendo de la idea de que las mujeres experimentan su entorno natural e interactúan con éste de manera distinta a los hombres, el monográfico analiza la forma en que estas diferencias afectan al autoconcepto de las mujeres, a su imagen corporal, y a la actitud femenina hacia la preservación y protección del medioambiente.
Las editoras del monográfico han sido la psicólogo social Britain Scott, de la Universidad de St. Thomas, y Lisa Lynch, de la Antioch University, ambas en Estados Unidos. El trabajo presenta una colección de artículos que comprenden observaciones y teorías sobre cómo el sexo femenino, la maternidad, la naturaleza humana y la influencia de las normas sociales basadas en el género influyen en la autopercepción de las mujeres, y en su comportamiento hacia el medioambiente.
Belleza y ecología
En uno de los artículos, Scott explica cómo las normas culturales que fomentan la visión de las mujeres como objetos sexuales propician que las mujeres se preocupen por su aspecto y sean, generalmente, críticas con sus cuerpos.
En última instancia, afirma Scott, este sentimiento de las mujeres hacia sí mismas, provocado por los ideales de belleza, tiene un impacto negativo en la actitud de las mujeres hacia el medioambiente, y en su capacidad de conectar con éste.
Scott escribe: “la conexión con la naturaleza (CN) hace referencia a la medida en que la percepción del yo individual incluye la conciencia de uno mismo o de una misma como parte del mundo natural. La CN está relacionada positivamente con un comportamiento y una actitud a favor del medioambiente”.
Esta idea viene respaldada por dos estudios y un experimento en los que se constató que el sentimiento de ser un objeto sexual y la interiorización del ideal femenino de belleza degradan la conexión de las mujeres con la naturaleza: la perturbación de la relación con su propio cuerpo conlleva una desconexión con el mundo natural y, como resultado, un comportamiento menos ecológico, explica la psicólogo.
Instinto maternal, preservación ambiental
En el sentido contrario, en otro artículo, escrito por la psicólogo Kari Hennigan, del Institute of Transpersonal Psychology, se sugiere que las mujeres que pasan tiempo en entornos naturales e interactúan con éstos son más propicias a tener una mejor imagen de su cuerpo, y a distanciarse de las definiciones sociales de belleza.
Por otro lado, en otro de los artículos del monográfico de Ecopsychology, la psicólogo Susan Logsdon-Conradsen y la antropóloga Sarah Allred, del Berry College de Estados Unidos, describen el concepto de “activismo medioambiental materno”, basado en la suposición de que el instinto maternal se extiende al deseo de proteger y preservar el medioambiente, para mantenerlo para la descendencia.
Según Eurekalert, partiendo de la idea de que las mujeres experimentan su entorno natural e interactúan con éste de manera distinta a los hombres, el monográfico analiza la forma en que estas diferencias afectan al autoconcepto de las mujeres, a su imagen corporal, y a la actitud femenina hacia la preservación y protección del medioambiente.
Las editoras del monográfico han sido la psicólogo social Britain Scott, de la Universidad de St. Thomas, y Lisa Lynch, de la Antioch University, ambas en Estados Unidos. El trabajo presenta una colección de artículos que comprenden observaciones y teorías sobre cómo el sexo femenino, la maternidad, la naturaleza humana y la influencia de las normas sociales basadas en el género influyen en la autopercepción de las mujeres, y en su comportamiento hacia el medioambiente.
Belleza y ecología
En uno de los artículos, Scott explica cómo las normas culturales que fomentan la visión de las mujeres como objetos sexuales propician que las mujeres se preocupen por su aspecto y sean, generalmente, críticas con sus cuerpos.
En última instancia, afirma Scott, este sentimiento de las mujeres hacia sí mismas, provocado por los ideales de belleza, tiene un impacto negativo en la actitud de las mujeres hacia el medioambiente, y en su capacidad de conectar con éste.
Scott escribe: “la conexión con la naturaleza (CN) hace referencia a la medida en que la percepción del yo individual incluye la conciencia de uno mismo o de una misma como parte del mundo natural. La CN está relacionada positivamente con un comportamiento y una actitud a favor del medioambiente”.
Esta idea viene respaldada por dos estudios y un experimento en los que se constató que el sentimiento de ser un objeto sexual y la interiorización del ideal femenino de belleza degradan la conexión de las mujeres con la naturaleza: la perturbación de la relación con su propio cuerpo conlleva una desconexión con el mundo natural y, como resultado, un comportamiento menos ecológico, explica la psicólogo.
Instinto maternal, preservación ambiental
En el sentido contrario, en otro artículo, escrito por la psicólogo Kari Hennigan, del Institute of Transpersonal Psychology, se sugiere que las mujeres que pasan tiempo en entornos naturales e interactúan con éstos son más propicias a tener una mejor imagen de su cuerpo, y a distanciarse de las definiciones sociales de belleza.
Por otro lado, en otro de los artículos del monográfico de Ecopsychology, la psicólogo Susan Logsdon-Conradsen y la antropóloga Sarah Allred, del Berry College de Estados Unidos, describen el concepto de “activismo medioambiental materno”, basado en la suposición de que el instinto maternal se extiende al deseo de proteger y preservar el medioambiente, para mantenerlo para la descendencia.
Britain Scott. Fuente: Universidad de St. Thomas.
Según escriben las autoras, el artículo presenta “un marco para la comprensión de una causa del activismo medioambiental poco analizada: la maternidad”. El activismo materno emergería de la identificación de la mujer con su rol de madre y de las responsabilidades que la mujer asigna a este papel social.
La maternidad es considerada así por las investigadoras como “un estímulo particular” enfocado hacia el cuidado y preservación de la naturaleza, que propicia el activismo medioambiental.
Recuperar la conexión con la Tierra
En el trabajo, publicado en Ecopsychology por psicólogos y sociólogos de la Colorado State University y de la Pennsylvania State University-Abington, se indica que las investigaciones sobre las diferencias entre sexos relacionadas con los valores y actitudes hacia el medioambiente, a menudo han constatado que las mujeres presentan valores y actitudes más pro-medioambientales, y que realizan actividades más implicadas con la naturaleza que los hombres.
Estos investigadores analizaron el papel de la “motivación por placer sensorial” (MSP), una disposición individual con la que se mide la necesidad humana de buscar y disfrutar experiencias relacionadas con la naturaleza a través de los sentidos, como posible causa de estas diferencias.
En este sentido, una comparación realizada en grupos de estudiantes universitarios (200 mujeres y 190 hombres), reveló que las mujeres puntuaban más alto en MSP en actividades en la naturaleza (paseos, visitas a entornos naturales, etc.) Por esta razón, explican los científicos, estarían “más motivadas para implicarse con la naturaleza en conjunto”.
Por último, en este especial de Ecopsychology, Gwenaël Salha, del Pacifica Graduate Institute de California, propone la revisión de un mito sumerio de 4.000 años de antigüedad, el de Inanna (diosa del amor, de la fertilidad y de la guerra), para ayudarnos a afrontar y superar la separación entre la Tierra y sus habitantes.
Desde una perspectiva ecopsicológica, explica Salha, “Inanna es sanada y salvada de una experiencia en el inframundo (al que decidió descender para enfrentarse a su hermana y deidad opuesta, Ereshkigal) a través de su conexión con la Tierra y con su comunidad”.
Este mito, por tanto, puede ser usado por ecopsicólogos y terapeutas como base para el fomento de la comunicación positiva en las crisis de pareja o familiares (comunidad), pero también como base para mejorar y restablecer nuestra relación positiva con la Tierra.
La maternidad es considerada así por las investigadoras como “un estímulo particular” enfocado hacia el cuidado y preservación de la naturaleza, que propicia el activismo medioambiental.
Recuperar la conexión con la Tierra
En el trabajo, publicado en Ecopsychology por psicólogos y sociólogos de la Colorado State University y de la Pennsylvania State University-Abington, se indica que las investigaciones sobre las diferencias entre sexos relacionadas con los valores y actitudes hacia el medioambiente, a menudo han constatado que las mujeres presentan valores y actitudes más pro-medioambientales, y que realizan actividades más implicadas con la naturaleza que los hombres.
Estos investigadores analizaron el papel de la “motivación por placer sensorial” (MSP), una disposición individual con la que se mide la necesidad humana de buscar y disfrutar experiencias relacionadas con la naturaleza a través de los sentidos, como posible causa de estas diferencias.
En este sentido, una comparación realizada en grupos de estudiantes universitarios (200 mujeres y 190 hombres), reveló que las mujeres puntuaban más alto en MSP en actividades en la naturaleza (paseos, visitas a entornos naturales, etc.) Por esta razón, explican los científicos, estarían “más motivadas para implicarse con la naturaleza en conjunto”.
Por último, en este especial de Ecopsychology, Gwenaël Salha, del Pacifica Graduate Institute de California, propone la revisión de un mito sumerio de 4.000 años de antigüedad, el de Inanna (diosa del amor, de la fertilidad y de la guerra), para ayudarnos a afrontar y superar la separación entre la Tierra y sus habitantes.
Desde una perspectiva ecopsicológica, explica Salha, “Inanna es sanada y salvada de una experiencia en el inframundo (al que decidió descender para enfrentarse a su hermana y deidad opuesta, Ereshkigal) a través de su conexión con la Tierra y con su comunidad”.
Este mito, por tanto, puede ser usado por ecopsicólogos y terapeutas como base para el fomento de la comunicación positiva en las crisis de pareja o familiares (comunidad), pero también como base para mejorar y restablecer nuestra relación positiva con la Tierra.