Campus de la Universidad de Michigan. Imagen: Pentawing. Fuente: Wikipedia.
Un estudio realizado por investigadores de los American Institutes for Research, la Comisión de Cooperación Institucional de la Universidad de Michigan, la Universidad de Chicago, y la Universidad Estatal de Ohio (todos de EE.UU.) confirma que el impacto económico de la financiación en ciencia llega a corto plazo.
La estructura de investigación en Estados Unidos es muy distinta a la preponderante en Europa. La mayoría de los trabajadores que cuentan con el apoyo de los fondos federales estadounidenses para investigación no son miembros del cuerpo docente de la universidad. De hecho, menos de uno de cada cinco son investigadores de las propias facultades.
Los investigadores usaron datos nuevos disponibles del proyecto Star Metrics, que se encarga de controlar el impacto de las subvenciones federales de EE UU en ciencia. El trabajo se publica en la revista Science.
"Este estudio proporciona pruebas de que la ciencia es un trabajo productivo. El emprendimiento científico emplea a personas. Éstas utilizan las aportaciones de capital, y la actividad económica se produce de forma inmediata. Los responsables políticos deberían comprender cómo se genera la ciencia al tomar decisiones para asignar recursos, y este estudio proporciona esa información de una manera fiable y actual", declara Julia Lane, economista gerente senior en los American Institutes for Research, que lidera el informe.
"Nuestra investigación se puede aplicar para estimar rendimientos amplios, como los que tiene la investigación en la sociedad, mediante la transformación de las ideas de las publicaciones académicas en patentes, y en última instancia, con los resultados. Ahora somos capaces de estimar, por ejemplo, cómo la financiación en investigación en un área concreta afecta a la incidencia de una enfermedad, y cuáles son las consecuencias para las personas que la padecen y el precio de estas ganancias", asegura a Sinc Barbara McFadden, de la Universidad de Melbourne.
"El proceso de la investigación científica sirve de apoyo a organizaciones y crea puestos de trabajo en muchos de los sectores de alta cualificación de nuestra economía", añaden. Cada universidad que recibe fondos gasta ese dinero dentro de los EE UU apoyando a empresas tanto grandes como pequeñas –alrededor del 70% fuera de sus estados de origen–.
Las mediciones del trabajo se hicieron a partir de los datos de nueve universidades: Michigan, Wisconsin-Madison, Minnesota, Estado de Ohio, Northwestern, Purdue, Estado de Michigan, Chicago e Indiana.
En conjunto, estas universidades recibieron cerca de 7.000 millones de dólares en fondos de investigación y desarrollo en 2012, de los cuales alrededor del 56% procedía del Gobierno federal.
La estructura de investigación en Estados Unidos es muy distinta a la preponderante en Europa. La mayoría de los trabajadores que cuentan con el apoyo de los fondos federales estadounidenses para investigación no son miembros del cuerpo docente de la universidad. De hecho, menos de uno de cada cinco son investigadores de las propias facultades.
Los investigadores usaron datos nuevos disponibles del proyecto Star Metrics, que se encarga de controlar el impacto de las subvenciones federales de EE UU en ciencia. El trabajo se publica en la revista Science.
"Este estudio proporciona pruebas de que la ciencia es un trabajo productivo. El emprendimiento científico emplea a personas. Éstas utilizan las aportaciones de capital, y la actividad económica se produce de forma inmediata. Los responsables políticos deberían comprender cómo se genera la ciencia al tomar decisiones para asignar recursos, y este estudio proporciona esa información de una manera fiable y actual", declara Julia Lane, economista gerente senior en los American Institutes for Research, que lidera el informe.
"Nuestra investigación se puede aplicar para estimar rendimientos amplios, como los que tiene la investigación en la sociedad, mediante la transformación de las ideas de las publicaciones académicas en patentes, y en última instancia, con los resultados. Ahora somos capaces de estimar, por ejemplo, cómo la financiación en investigación en un área concreta afecta a la incidencia de una enfermedad, y cuáles son las consecuencias para las personas que la padecen y el precio de estas ganancias", asegura a Sinc Barbara McFadden, de la Universidad de Melbourne.
"El proceso de la investigación científica sirve de apoyo a organizaciones y crea puestos de trabajo en muchos de los sectores de alta cualificación de nuestra economía", añaden. Cada universidad que recibe fondos gasta ese dinero dentro de los EE UU apoyando a empresas tanto grandes como pequeñas –alrededor del 70% fuera de sus estados de origen–.
Las mediciones del trabajo se hicieron a partir de los datos de nueve universidades: Michigan, Wisconsin-Madison, Minnesota, Estado de Ohio, Northwestern, Purdue, Estado de Michigan, Chicago e Indiana.
En conjunto, estas universidades recibieron cerca de 7.000 millones de dólares en fondos de investigación y desarrollo en 2012, de los cuales alrededor del 56% procedía del Gobierno federal.
La estructura de financiación
Una idea clave del estudio fue averiguar qué trabajos se financian con estos fondos. Según los expertos, "emplean trabajadores con diferentes niveles de habilidad, y no son principalmente profesores".
De hecho, este colectivo representa menos del 20% de las personas que recibieron el apoyo de fondos federales. Aproximadamente uno de cada tres eran estudiantes de posgrado o de grado.
El estudio también revela dónde se gastan los fondos. En 2012, casi mil millones se invirtieron en proveedores y subcontratistas estadounidenses. Las universidades compran bienes y servicios a una amplia gama de contratistas, en diferentes industrias: desde aquellas que suministran tubos de ensayo, hasta las que proveen de telescopios y microscopios a los centros de investigación.
Muchas de las compras se hicieron a grandes empresas estadounidenses. “Sin embargo, nos sorprendió que otras muchas eran pequeñas compañías del nicho de la alta tecnología", afirman. Respecto al alcance del impacto de la labor científica a través de las universidades, el coautor Roy Weis, de la Universidad de Chicago, declara: “Además de hacer que el mundo sea un lugar mejor gracias a sus descubrimientos, ahora tenemos datos que apoyan los beneficios globales para la sociedad".
Una idea clave del estudio fue averiguar qué trabajos se financian con estos fondos. Según los expertos, "emplean trabajadores con diferentes niveles de habilidad, y no son principalmente profesores".
De hecho, este colectivo representa menos del 20% de las personas que recibieron el apoyo de fondos federales. Aproximadamente uno de cada tres eran estudiantes de posgrado o de grado.
El estudio también revela dónde se gastan los fondos. En 2012, casi mil millones se invirtieron en proveedores y subcontratistas estadounidenses. Las universidades compran bienes y servicios a una amplia gama de contratistas, en diferentes industrias: desde aquellas que suministran tubos de ensayo, hasta las que proveen de telescopios y microscopios a los centros de investigación.
Muchas de las compras se hicieron a grandes empresas estadounidenses. “Sin embargo, nos sorprendió que otras muchas eran pequeñas compañías del nicho de la alta tecnología", afirman. Respecto al alcance del impacto de la labor científica a través de las universidades, el coautor Roy Weis, de la Universidad de Chicago, declara: “Además de hacer que el mundo sea un lugar mejor gracias a sus descubrimientos, ahora tenemos datos que apoyan los beneficios globales para la sociedad".
Referencia bibliográfica:
Bruce A. Weinberg, Jason Owen-Smith, Rebecca F. Rosen, Lou Schwarz, Barbara McFadden Allen, Roy E. Weiss, Julia Lane. Science Funding and Short-Term Economic Activity. Science (2014). DOI: 10.1126/science.1250055.
Bruce A. Weinberg, Jason Owen-Smith, Rebecca F. Rosen, Lou Schwarz, Barbara McFadden Allen, Roy E. Weiss, Julia Lane. Science Funding and Short-Term Economic Activity. Science (2014). DOI: 10.1126/science.1250055.