Fotografía de Hunta. PhotoXpress.
La inteligencia emocional es un concepto que muchos relacionan con sicología, capacitaciones o hasta libros de autoayuda y, por lo tanto, puede ser rechazado o, simplemente, visto como algo lejano por un importante número de trabajadores y líderes que no son conscientes de lo mucho que podrían producir a partir de aprender unas cuantas bases para aplicar en la vida diaria.
La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de conocer, percibir, evaluar, controlar y saber manejar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás para poder tomar decisiones adecuadas y reaccionar correctamente en cada momento de la vida, no solo en la parte profesional, sino también en la personal.
El autor y experto en capacitación Dan Bobinski menciona en un artículo publicado en Management Issues dos argumentos para aprender a ser inteligentes emocionalmente si lo que se desea es ser profesionales excepcionales: en primer lugar, él habla de que ya ha sido probado por diferentes investigaciones el hecho de que la mayor diferencia entre los trabajadores excepcionales y los promedio está en que los primeros tienen un mayor cociente de inteligencia emocional; en segundo lugar, el experto se refiere a que se trata de algo que realmente puede ser aprendido.
Las cifras que se conocen actualmente con respecto al primer argumento de Bobinski son bastante elocuentes: más de dos tercios de la diferencia entre los profesionales promedio y los más destacados está en los niveles de inteligencia emocional; y cuando se trata de líderes que ocupan altos cargos la diferencia aumenta a cuatro quintas partes.
Bases para la inteligencia emocional
Bobinski aclara que hay conceptos más complejos y profundos que se podrían estudiar para comprender a fondo y aprender sobre la inteligencia emocional, pero afirma que las siguientes diez claves, aunque parezcan de sentido común, son una buena base para implementar actitudes y comportamientos que ayudan a mejorar el desempeño profesional y que, en muchas ocasiones, no son tenidos en cuenta por directivos de todos los niveles:
1. Al pensar en los estilos de personalidad se deben descartar las ideas de “bueno” o “malo”. Las personas son simplemente diferentes.
2. La gente identifica frecuentemente “diferente” con “difícil”; en realidad lo diferente sólo es difícil porque las personas no han aprendido a trabajar efectivamente con las diferencias.
3. Así como un palo tiene dos extremos, las personas tienen fortalezas y debilidades. Todas las fortalezas tienen una debilidad asociada y todas las debilidades tienen una fortaleza asociada. Cada quien escoge cuál extremo del palo va a recibir su atención.
4. Todos los estilos de personalidad le suman a la fortaleza de un equipo; solo es cuestión de enfocarse en las fortalezas en vez de en las debilidades. Quien se enfoca en las fortalezas se hace más fuerte y quien lo hace en las debilidades se hace más débil.
5. Buscar las fortalezas en los diferentes estilos no es algo que se dé naturalmente, sino que debe ser conseguido con un esfuerzo constante.
6. No se puede ser efectivo si se espera que todo el mundo se encuentre en el propio terreno.
7. No se puede asumir que se conoce lo que para otra persona significa ganar; se puede tener una idea general pero para ser efectivos realmente, es mejor preguntar.
8. Al poner los objetivos personales por encima de los de los demás, de los del equipo y de la misión y visión de la organización se crean divisiones que debilitan mucho la habilidad de maximizar resultados.
9. La efectividad tiene que ver con hacer lo correcto y la eficiencia con hacerlo rápidamente. Cuando se trabaja con personas la efectividad rara vez es eficiente. Los mejores resultados se obtienen, generalmente, cuando se toma el tiempo necesario para hacer las cosas correctamente a través de distintas relaciones.
10. Una cosa es comprender estos puntos y otra diferente es llevarlos a cabo; el camino más largo pueden ser las 18 pulgadas que hay entre la cabeza y el corazón.
La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de conocer, percibir, evaluar, controlar y saber manejar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás para poder tomar decisiones adecuadas y reaccionar correctamente en cada momento de la vida, no solo en la parte profesional, sino también en la personal.
El autor y experto en capacitación Dan Bobinski menciona en un artículo publicado en Management Issues dos argumentos para aprender a ser inteligentes emocionalmente si lo que se desea es ser profesionales excepcionales: en primer lugar, él habla de que ya ha sido probado por diferentes investigaciones el hecho de que la mayor diferencia entre los trabajadores excepcionales y los promedio está en que los primeros tienen un mayor cociente de inteligencia emocional; en segundo lugar, el experto se refiere a que se trata de algo que realmente puede ser aprendido.
Las cifras que se conocen actualmente con respecto al primer argumento de Bobinski son bastante elocuentes: más de dos tercios de la diferencia entre los profesionales promedio y los más destacados está en los niveles de inteligencia emocional; y cuando se trata de líderes que ocupan altos cargos la diferencia aumenta a cuatro quintas partes.
Bases para la inteligencia emocional
Bobinski aclara que hay conceptos más complejos y profundos que se podrían estudiar para comprender a fondo y aprender sobre la inteligencia emocional, pero afirma que las siguientes diez claves, aunque parezcan de sentido común, son una buena base para implementar actitudes y comportamientos que ayudan a mejorar el desempeño profesional y que, en muchas ocasiones, no son tenidos en cuenta por directivos de todos los niveles:
1. Al pensar en los estilos de personalidad se deben descartar las ideas de “bueno” o “malo”. Las personas son simplemente diferentes.
2. La gente identifica frecuentemente “diferente” con “difícil”; en realidad lo diferente sólo es difícil porque las personas no han aprendido a trabajar efectivamente con las diferencias.
3. Así como un palo tiene dos extremos, las personas tienen fortalezas y debilidades. Todas las fortalezas tienen una debilidad asociada y todas las debilidades tienen una fortaleza asociada. Cada quien escoge cuál extremo del palo va a recibir su atención.
4. Todos los estilos de personalidad le suman a la fortaleza de un equipo; solo es cuestión de enfocarse en las fortalezas en vez de en las debilidades. Quien se enfoca en las fortalezas se hace más fuerte y quien lo hace en las debilidades se hace más débil.
5. Buscar las fortalezas en los diferentes estilos no es algo que se dé naturalmente, sino que debe ser conseguido con un esfuerzo constante.
6. No se puede ser efectivo si se espera que todo el mundo se encuentre en el propio terreno.
7. No se puede asumir que se conoce lo que para otra persona significa ganar; se puede tener una idea general pero para ser efectivos realmente, es mejor preguntar.
8. Al poner los objetivos personales por encima de los de los demás, de los del equipo y de la misión y visión de la organización se crean divisiones que debilitan mucho la habilidad de maximizar resultados.
9. La efectividad tiene que ver con hacer lo correcto y la eficiencia con hacerlo rápidamente. Cuando se trabaja con personas la efectividad rara vez es eficiente. Los mejores resultados se obtienen, generalmente, cuando se toma el tiempo necesario para hacer las cosas correctamente a través de distintas relaciones.
10. Una cosa es comprender estos puntos y otra diferente es llevarlos a cabo; el camino más largo pueden ser las 18 pulgadas que hay entre la cabeza y el corazón.
Se requiere disciplina y esfuerzo
Un cambio de actitud y en los comportamientos cotidianos no es algo que se dé de un día para otro o que se logre fácilmente. Para implementar nuevas ideas en las costumbres, sobre todo en las que tienen que ver con la personalidad y la forma de enfrentar las situaciones, es necesario hacer un esfuerzo grande y permanente.
Lo fundamental, en este caso, es aprender a entender que cada situación puede ser observada desde muchas perspectivas y que cada una de ellas tiene aspectos positivos y negativos, así como cada persona tiene fortalezas y debilidades, pero que todo ello puede contribuir a sumar para formar equipos más fuertes que se complementen.
Pensar antes de actuar y aprender a conocerse a sí mismo son bases esenciales para tomar buenas decisiones.
Un cambio de actitud y en los comportamientos cotidianos no es algo que se dé de un día para otro o que se logre fácilmente. Para implementar nuevas ideas en las costumbres, sobre todo en las que tienen que ver con la personalidad y la forma de enfrentar las situaciones, es necesario hacer un esfuerzo grande y permanente.
Lo fundamental, en este caso, es aprender a entender que cada situación puede ser observada desde muchas perspectivas y que cada una de ellas tiene aspectos positivos y negativos, así como cada persona tiene fortalezas y debilidades, pero que todo ello puede contribuir a sumar para formar equipos más fuertes que se complementen.
Pensar antes de actuar y aprender a conocerse a sí mismo son bases esenciales para tomar buenas decisiones.